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En el campo pasan cosas, cosas extrañas | Relatos Eróticos de Filial

Publicado por Fantasito el 11/09/2020

Irene fue hermosa desde niña, hija de un alemán rudo y autoritario y de una alemana más caliente que un horno. Como vivían en el campo, y a pesar de tener 19 años, la chica tenía casi ninguna posibilidad de encuentros con jóvenes y hacía de la paja un verdadero culto. Una siesta entró a un galpón del campo a pajearse y se encontró a su madre en el suelo,, bien abierta a y su tío, hermano del padre, clavándola con todas las ganas. Irene ya iba caliente, ese show sexual la calentó más y cuando su madre la vio y gritó su tío se dio vuelta. La joven vio una pija enorme, recta, dura y brillosa, las piernas se le aflojaron, comenzó a sudar, no sabía que hacer. El tío, bastante maldito dijo: - Ahora me cojo a tu hija. - - No Franz, es muy joven!! -
- Me dejás que la coja o no te cojo más a vos. - - Nena, querés cojer con el tío? -
Irene no dudó asintió con un gemido y moviendo la cabeza. El tío la tiró sobre unas bolsas de arpillera y con poca delicadeza, diría con violencia, la desvirgó ignorando los ayes de la muchacha. Ese dolor no tardó en convertirse en orgasmos deliciosos y electrizantes para ella. Su tío eyaculó e irguiéndose ordenó: - De ahora en adelante las dos son mis hembras y no le digan nada ala cornudo de mi hermano! - - Pasaron como dos meses en esa situación hasta que una siesta el hombre llegó con sus dos hijos de 19 y 20 años. La verdad que la llegada de los jóvenes mejoró los actos sexuales, Irene aprendió a mamar vergas, a que le rompan el culo, a beberse el semen de los hermanos. Irene estaba contenta y satisfecha. Pero nada dura demasiado. Un día se dio cuenta que estaba embarazada. El alemán se enfureció, la madre se calló la boca, para que su marido no se entere de los cuernos y la pobre chica fue expulsada de la casa. Solita, llegó a nuestra ciudad y con mucha suerte encontró empleo como doméstica en la casa de un matrimonio de viejitos que supieron comprenderla. La tuvieron como si fuera su hija y comenzó a ayudarlos en un pequeño negocio que tenían. Allí la conoció un amigo nuestro, por lo tanto nosotros. Pero Irene había probado demasiado el sexo. Resultado: es una firme amante nuestra para los tríos. Cuando su boquita se mete en la entrepierna de mi Moni, mi mujercita levita a 10 o 15 centímetros del colchón.
Como verán, nuestra vida es triste y solitaria.
Abrazo a los amigos y sexo a las amigas.

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