Relatos Eróticos Hetero

Me folle a la mujer de un ejecutivo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Tengo ganas de compartir algunas de mis aventuras, ya que he visto que muchos lo hacen y quizás al escribirlas las pueda ir rememorando a través del tiempo. Les adelanto que no soy un superdotado, no tengo una polla - pija de 20 cm, ni soy un galán de cine. Mido 1.73, ojos verdes oscuros, tez blanca, peso 68 kilos y apenas he pasado los 40.

Mi recuerdo se ha ido a unos años atrás, cuando tuve que viajar por trabajo a otra ciudad. Obviaré nombres y datos particulares. Allí me recibieron aquellos con quien iba a negociar, un binomio ejecutivo, integrado por hombres maduros, avezados y un tanto aburridos. Toda la mañana y parte de la tarde nos pasamos hablando de negocios, hasta que llegó la hora de retirarnos y uno de ellos, él más joven me dice que pensaba hacer en la noche. La verdad que nada le dije y me invitó a cenar en su casa, al igual que a su socio, el cual se disculpó por no poder ir.

Acepté, la vedad que a regañadientes, pero era parte del circo profesional. Quedamos para las 8 PM, a lo cual fui puntual de manera que todo terminase rápido. Al llegar me encuentro con un edificio muy lujoso. El portero me abre la puerta principal y me indica el camino. Cuando llego al piso una mucama me atiende y me hace pasar. Inmediatamente una mujer rubia, de unos cuarenta y tres o cuatro años se presenta. Era la mujer de este tipo, la verdad una hermosa hembra, ojos azules, boca delineada, unas tetas grandes metidas en un vestido negro y una cintura con un hermoso culo. La saludé y me dijo que su marido ya venía, si deseaba tomar algo, le agradecí y me quedé mirándola. Me gustaba!!! Mientras su marido no venía le saqué conversación, hacia casi 15 años de casados, tenían dos hijos estudiando en la capital y ella era presidenta de una obra benéfica. Al rato llegó el marido y la ignoró, tanto que ella se fue quedando a un lado.

Pasamos a un bar donde tomamos algo y él hablaba y hablaba, pero yo solo la miraba a ella de reojo. Estaba hermosa, era una mujer madura, deseable. En un momento le dije por que no hablábamos de cosas para que ella, Sonia, pudiera incorporarse a la conversación, a lo que el tonto gordo dijo que las mujeres y los negocios son incompatibles. Ante esa idiotez le pregunté a ella por su obra y comenzó a hablarme. Era muy inteligente, vivaz y sumamente agradable. Estaba sentada y sus piernas cruzadas, le veía el tajo de su vestido que mostraba unas piernas bien plantadas sin medias, pero muy formadas. Su escote me dejaba ver un par de tetas considerables y sin dudas hermosas en su desnudez. En un momento, luego de la cena, suena el teléfono y era para él la llamada. Le digo a Sonia, en un arrebato de locura, eres una mujer inteligente, abnegada con tu obra y muy hermosa. Ella me mira y me dijo gracias, es un halago que hace tiempo no recibo. Él viene y dice que tienen inconvenientes en la fábrica y me propone irnos hasta allí. Le digo que no, que prefiero dormir. Entonces me dice que le espere, que bajamos juntos, mientras se apronta a salir.

Quedo solo con Sonia, ella me mira y me dice, solo, en una ciudad, a esta hora no es para ir a una fábrica y se ríe. La miré, la vi tan hermosa, que me animé a decirle un disparate, total nunca más la vería y no pintaba de ser de las que se molestan fácilmente. Por ello le dije, si tuviera cerca una mujer como tú, no tengas dudas que no estaría solo. Más de asustarse ella me dijo, ¿y no la tienes? No, le contesté. Porque no quieres, me retruca. O porque no sé si ella puede, le tiro. Ahh en ese caso, dice ella, debes averiguar. En eso entra el marido y le dice que no le espere que llega tarde, a lo que ella le dice que irá al departamento de su mamá que está en la otra torre, para ver como está todo, mientras su madre estaba en la capital con su hermano. Bajamos los tres juntos. Ella hace un ademán a su marido y me da la mano a mí mientras sale del edificio, él va hasta el subsuelo a tomar su auto. En ese momento le digo, disculpa pero prefiero caminar, le doy la mano y salgo como aire del ascensor. Atravieso la puerta y busco la figura de ella.
La veo casi a veinte metros. La sigo, acelero mis pasos, hasta que me quedo cerca y le digo, que rápido vas. Entonces se da vuelta, me mira y me dice y tú a donde vas. Pues no sé, pero si no te importa sigo unos pasos contigo. Claro que no pero, me quedo acá, era la puerta de un edificio donde vivía su madre. Bueno entonces seguiré solo. Ella me mira, queda un segundo en silencio y me dice no sé si hay café en el departamento. Le dije no importa, mientras ya estaba con ella abriendo la puerta del edificio y un vigilante corría raudo a abrir. Llama al ascensor. Subimos en él y por el espejo la miro era hermosa y estaba con sus mejillas sonrojadas, vi que marcó el piso veinte. No hablábamos, entonces, me acerqué a ella, le dije me gustas y le di un beso en los labios. Me sacó la cara enseguida, se apartó. Fui hacia ella, le dije vine hasta acá porque me gustas, la tomé por la cintura y le besé en los labios pero ahora con mi lengua. Ella quiso apartarse, pero la abracé, cuando noté la timidez de su lengua rozando la mía supe que esa hembra estaba tan caliente como lo imaginaba. Toqué su culo por encima del vestido, lamí su boca hasta su garganta, gemía en el beso. Era ardiente, nunca sentí tanto calor en una mujer al besarla. Le besé los pechos en medio y los mojé con mi saliva.

El ascensor se detuvo, llegamos al piso, ella bajó, yo detrás. Puso la llave, entramos, apenas lo hice cerré detrás de mí la puerta y la llevé de improviso contra una pared. La besé en los labios, se los mordí, gemía como una loca, le levanté el vestido mientras acariciaba su culo, sus piernas, todo era tremendamente excitante, sexual. Ella me abrazaba con locura, se movía con su vientre a cada toque mío de su coño y gemía, gemía como jamás había visto gemir a una mujer. Me aparté unos pasos y la contemplé, estaba con sus bragas metidas en la raja de su agujerito, se tocaba los pechos, sus ojos entrecerrados y su boca semi abierta. Me fui hacia ella, metí mi lengua en su boca, comencé a bajarle el vestido, apenas toqué su cierre trasero ella misma hizo los movimientos para quitárselo. Quedó en corpiño y bragas, unas tetas espléndidas, para su edad, medianas casi grandes, que enseguida liberé y dos pezones marrones, parados, excitados saltaron al aire. Los besé con mis labios, los lamí con mi lengua, en tanto ella solo gemía y decía, chúpalos, por favor chúpalos. No solo me ocupaba de sus pechos, en forma casi inmediata fui bajando sus bragas pero con ellas yo. Iba descendiendo con mis manos y flexionando mis piernas hacia abajo, pasé por sus pechos, los lamí. Llegué a su vientre, lo mojaba con mi lengua, hasta que encontré los pelos de su pubis y con ellos jugó mi lengua. Ella movió sus piernas para que las bragas quedaran en el piso, pero yo solo me concentré en su concha, su coño, húmedo, abierto, latiendo, entonces le besé, se estremeció. Volví a besarlo, gimió, metí mi lengua en él, se la giraba entre su clítoris y sus labios interiores, se corrió.

Sus gemidos eran tremendos y sus palabras eran obscenas, cómeme el coño cabrón, chúpamelo, me corro y acabo en tu boca, toma, toma y apretaba su concha contra mi boca mientras sus labios latían y absorbían mi lengua. Me paré, la llevé a un sillón de la sala, me bajé el slip, ya había perdido mi pantalón, saqué mi pija, mi polla. Se la mostré y cuando la iba a tomar con sus labios se la alejé, para besarla y que sintiera el gusto de sus jugos en mi boca. Cerró los ojos y fue cuando aproveché para poner en su boca mi pija, parada, húmeda en su punta abierta, rosada. Se estremeció, abrió sus ojos. Me miró, la tomó con sus manos, y me dijo, hacía tiempo que deseaba tener esto en mi boca, ahora vas a ver. Inició una mamada tremenda, cuando se la ponía en la boca la apretaba con sus labios, moviendo su cabeza para masturbarla mientras ella se masturbaba, era un espectáculo ver aquella hembra como gozaba y como hacía que mi polla de 17 cm pareciera de ¡¡¡cien!!!! Me levanté, la levanté a ella, estaba mojada, rocé sus piernas, tenía todos sus jugos en ellas, la llevé a la alfombra, la acosté puse sus piernas en alto tocando sus talones las nalgas y comencé a lamerle de nuevo su coño. Gemía, gemía, pasaba mi lengua por su culo, y volvía a su coño. Subí hasta ella y le clavé de un golpe la pija, la penetré hasta el fondo, sentí como se abrían sus paredes, su gemido fue inmenso. El mío también, porque sentí como mi verga se comía aquella concha, un coño empapado en jugos y saliva. Llegué a su boca, la besé con mi lengua.

Sus gritos debían de oírse desde el pasillo, sus pedidos de fóllame, ponla toda dentro, hazme lo que quieras, siento que me follas, que me matas de placer me voy a correr en tu verga, te la voy a dejar llena de mi lechita. Sus palabras eran lascivas, calientes como sus mejillas que estaban sonrojadas. Salí de ella, la di vuelta, levanté su cola y se la clavé de nuevo en su rajita húmeda mientras mis manos tocaban su culo. Fui poniendo un dedo en él, ella solo gemía, fui besando su espalda, antes de correrme puse mi pija, en la puerta de su culo. Lo que sucedió me dejó perplejo, ella misma se la introdujo, hizo un fuerte movimiento hacia atrás y con sus manos me tocaba los huevos hasta que yo solo pujé, entonces ese enorme y hermoso culo se comió mi pija entera, Debo de reconocer que no estaba tan abierto como pensé, pero su calentura y la enorme lubricación de mi verga, hicieron que entrara pese a que noté que algo debe haberle dolido. Fueron segundos, instantes, décimas porque inició nuevamente sus palabras, ahora me comes el culo, ahora me la das por detrás y mira toda la leche que hay allí, mientras me tocaba los huevos. Eso me quitó la posibilidad de aguante, por ello cuando noté que se venía ella de nuevo, saqué mi verga de su culo, se la puse de nuevo en su coño y la bombee con todas mis fuerzas hasta que exploté en sendos chorros de leche que ella sintió, mientras su concha, su coño me atrapaba la verga y la succionaba.

Se salió de su posición, se puso a mi lado, tomó mi verga y la lamió, aún tenía leche en su punta y la lamía y tomaba con todo el placer del mundo, puso sus manos en su coño, mi leche le caía, así la recibió y lamió sus manos. Terminado eso se recostó a mi lado, me dio un beso en los labios y me dijo al oído, esta follada me la estaba reservando, el cabrón de mi marido no me folla desde hace meses y cuando lo hace, solo se corre y se duerme encima de mí. Se rió, fue al baño, miré su culo desde atrás y recordé que ya era tarde.