Relatos Eróticos Autosatisfaccion

Dedos presurosos | Relatos Eróticos de Autosatisfaccion

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Laura llegó a su casa despues de un día de trabajo.
Abrió la puerta, la
cerro y entró en su avitación. Miró la cama y recordo
que antes de salir no
la había tendido. Se sacó el saco, lo colgó y guardó
su cartera. Iba a tender
la cama pero no lo hizo. se recosto y se deshizo de
los zapatos. Se quedo un
rato pensativa y luego se levanto la pollera
descubriendo ante si misma su
ropa interior. Una de sus manos alcanzó el elastico e
instantes despues se
internaba en su entrepierna. Cuando sintió las llemas
de sus dedos en su
sexo, estos se independizaron de ella y se movian como
una anguila. Pronto empezó a
sentir un inmenzo placer hasta que se derramó en un
mar de gozo.
Cuando recobró la respiración se incorporo. Se dió un
baño y comio una cena
no muy abundante. Más tarde se acostó y se durmió.
El timbre del despertador la alejo de sus sueños, al
día siguiente. Se dió
cuenta que tenía ganas de orinar pero le pegó un
manotazo al aparato y siguió
durmiendo. Las ganas de orinar empesaron a aumentar y
nuevamente devió aban-
donar su sueño. Se levantó y se dirigió velosmente al
baño. Se bajo la ropa
interior, se sentó en el inodoro y se dejo acompañar
por el sonido del li-
quido contra el agua. Tomó un pedazo de papel
higienico y, con la última
gota, se limpió. Dejó caer el papel y sus dedos
volvieron a aventurarse en su
interior. No podía detenerse y más temprano que tarde
alcanzó el momento cul-
minante.
Al mediodía estaba en la oficina sentada en su
escritorio. Como no había
clientes en ese momento el jefe le dijo que podía
aprobechar para salir a
comer. Pero ella le respondió que no. Entonces, le
dijo que saldría él.
Ella asintió. La soledad ahora la protegía y cuando se
quiso acordar ya se
había alzado la minifalda a la altura de la cintura.
Su mano buscaba ese lu-
gar presiado. Desidió bajarse la bombacha. La
ascensión al cielo había
comensado y por un momento, solo por un momento lo
tocó. Despues y aún aji-
tada, se acomodo la prenda intima se emprolijó la
falda y apresuró un sangu-
chito antes de que volviera su jefe.
A la salida la esperaba su novio. Estaba contenta y la
espectativa se le
hacía cada minuto más insoportable. Finalmente salió,
se le colgo del
cuello y comenzo a besarlo. El hombre respondió los
mimos de su amada. Pego-
teados como lapas y besandose con avides, acortaron
las distancias hasta un
sitio muy especial para ellos. Mientra él pedía la
habitación ella se regosi-
jaba pensando en los momentos que estaba por vivir. Al
llegar a destino
Laura cerro la puerta de un golpe y, levantandose la
pollera seguida
de cerca por su novio, se arrojo sobre la cama y se
despojo de la bombacha.
El hombre no tuvo tiempo de desbestirse, apenas logró
desabrocharse los pan-
talones y lanzó certeramente a su novia.
Laura llegó cansada esa noche a su casa. Comió algo
sencillo y se acostó. Dió
una vuelta en la cama y poco despues dió otra para
otro lado. Se levantó y se
metió en el baño. Se bajó la bombacha y se sento en el
inodoro para hacer
pis. Se acostó. Se fue a la cosina, se sirvió un baso
de agua y se lo tomó.
Regreso a su lecho. Sabía que no se podría dormir si
no se la hacía. Intentó
en vano conciliar el sueño hasta que se rindió. Los
tentáculos de su mano la
sumergieron en un fuego abrazador. Al final una
inundación indomable alivió
su ardor de golpe. Cayó vencida en el reino de Morfeo.
Al otro día Laura se encontraba devuelta en el trabajo
y una ves más le nego
a su jefe que le sediera el turno para comer. La
soledad la transporto a otra
carrera desenfrenada hacia su sexo. Estaba disfrutando
intensamente. Sabía
que la meta deseada era inminete. Pero justo llegó el
jefe que la encontro
in fraganti con la ropa interior en las rodillas.
Entonces le dijo bruscamen-
te: _ ¡Señorita!_
Ella con el rostro rojo se emprolijo la ropa y no hubo
más comentarios al
Al respecto.
Pensó que la situación ya pasaba de castaño oscuro y
decidió pagar sus pecados.
Cuando entro en el confesionario volvio a sentir la
seguridad de estar sola pero
una dulce y grave voz la interrumpio:
_En el nombre del padre, del hijo y del espiritu
santo.
_Padre, he pecado.
_Cuentame todo, hija.
_Padre, soy una pecadora, siempre peco, no me puedo
resistir_ empezó diciendo.
_Hija cuentame tus pecados y seras perdonada._ La voz
del sacerdote empezó a resultarle
protectora y de solo pensar en lo que iba a decir se
estaba exitando.
_No puedo recistir el deseo de masturbarme.
_Cuando sientas ese deseo reza el Padre nuestro, hija
mía, y el señor te ayudara._
Mientras él hablaba ella no había podido evitar
meterse la mano entre las piernas
y sabía que cuando empezaba no conseguía frenarse.
_ Padre, creo que tendre que hacerlo.
_ ¿Aquí?
_ ¡Hay!, padre me la estoy haciendo.
_ No, hija, reza. ¡Reza con migo!_ la exorto el
sacerdote pero ella ya teniá su mano
por adentro de su blanca ropa interior.
_ Padre nuestro que estas en los cielos.
_ Padre nuestro que estas en los cielos._ Repetía ella
con la voz agitada.
_ Santificado sea tu nombre_
_ Santificado sea tu ¡ah! nombre_
_ Venga a nos tu reino_ insistía el cura.
_ Venga a nos tu ¡aahhh!, ¡aaaahhh! reino.
_ Hagase tu voluntad.
_ Hagggse tu vouuuuluntad.
_ Así en la tierra como en el cielo... ¡Así en la
tierra como en el cielo!_ Pero el padre ya no recibió
respuesta. Hubo un instante de silencio y repitió: Ego
ti absolvo. Laura se acomodo la ropa interior. Luego
la pollera, salió en silencio del confesionario y se
retiró.
Decidió entonces ir a un psicoanalista. Estando en el
consultorio sentados frente a frente el analista
empezó
por decirle:
- Usted dirá.
- Licenciado, vengo por que tengo un grave problema.
No puedo contener el de-
seo de masturbarme.
- ¿Cuando le viene ese deseo?
- Continuamente, licenciado, vivo buscando la soledad
para poder masturbarme
y a veces no la encuentro y me lo hago igual. ¡Estoy
desesperada!- De pronto
se dio cuenta que mientras hablaba había empezado a
levantarse la falda. Lo
más disimuladamente posible se la arregló.
- ¿Y, digame, como le va con sus relaciónes de pareja?
- Ah, por suerte muy bien, con Hugo nos amamos
totalmente_ Su falda había
subido nuevamente. - Hay, licenciado, disculpeme pero
creo que me voy a tener
que masturbar- El psicologo se negó firmemente y le
sugirió que lo evitara y
tratara de hablar sobre lo que sentía. Pero sus artes
no detuvieron el alu-
vión de extasis de Laura, quien mientras inpotente
miraba a su sorprendido
interlocutor, con su prenda intima completamente
expuesta, gemía con intensi-
dad.
Al terminar, reiteró las disculpas, se acomodó la
vestimenta y huyó de la
escena.
Y finalmente culminó la semana. Hugo y Laura se
encontraron y se fueron
juntos al cine. Por alguna razón el cine no estaba muy
lleno. Cuando ocuparon
sus butacas ella cruzó las piernas. Las luces se
apagaron y sintió un ligero
escosor. Su amado le pasó el brazo por arriba de los
hombros, La proyección
comenzó y desviaron su atención hacia la pantalla. La
mujer cruzó las piernas
para el otro lado. La oscuridad reinante la sedujo y
ella no la pudo combatir.
Su pollera termino descubriendole la intimidad de su
prenda y para cuando ca-
yó en la cuenta sus dedos avanzaban presurosos. Hugo
de pronto vió lo que
estaba haciendo Ella, así y todo, seguía atrapada en
su camino hacia el or-
gasmo y tuvo que morderse los lavios para no
denunciarse.Él la miró a los
ojos y le propinó un gran ósculo en la boca. Laura
disimuladamente corrigió
su posición en la butaca y permaneció así hasta que se
encendieron las luces.
Laura recivió una invitación de una entrañable amiga
para que fuera a su casa
a tomar el té y charlar un rato. Hacia allí fue. En
seguida se pusieron a
conversar animadamente. Se trataba de una amiga de
hacia mucho tiempo y Laura
se sentía muy comoda con ella.
-¿Que tal? ¿Como andas? ¿El trabajo?
-Bien, por suerte no me puedo quejar. ¿Y vos?-
Laura se distrajo de la charla y se quedo mirando a la
otra mujer. Sus pier-
nas cruzadas exquisitamente torneadas. Su blusa por la
que se translucían sus
pechos.
_ Lau,¿me escuchas?
_ ¡Eh! Ah si, si.
_ Te preguntaba como te esta llendo con Hugo.
_ Bien, barbaro es un dulce..
_ Hay que suerte. Y decime ¿seguis con tu
problemita...?
_ Si, en realidad si. No sabes, el otro día fuimos al
cine y no aguante más y
me la tube que hacer ahí.
_ ¿Que fueron a ver..?
_ Episodio uno.
_ ¡Hay nena!¿no pensate en hacerte ver?
_ Si, estoy llendo al psicólogo.
_ Que bien, ¿Y?
_ Me la termine haciendo delante de él._
En eso Laura notó un gesto cegijunto de su amiga.
Involuntariamente se había
levantado la falda y sus yemas pugnaban por su
destino.
_ ¡Hay Lau! ¿Necesitas pasar al baño?
_ ¡Hay, si,si, por favor!- Respondió recorriendo sus
muslos con el elástico.
_ ¡No, no, por favor! - Delante de su amiga se entregó
a esa fuerza que la
doblegaba hasta quedar atravezada por un rayo de
pasión. La dueña de casa
se quedo perpleja sin atizbar palabra. Ella busco
refugio alejandose del
lugar.
La semana se inicio y el primer día de trabajo había
terminado. Entusiasmadi-
sima Laura salió de la oficina y se colgó del cuello
de su novio, quien cono-
ciendola de había parado firmemente para contener el
envión. Los labios de
ambos se confundieron entresi. Los dos se subieron al
coche de Hugo y se
fueron a cenar a un sitio elegante. Al termino de la
velada él acompañó a su
novia a su casa en auto. Mientras manejaba, Hugo
diviso el color de la ropa
interior de laura. Trató de volver sus ojos al
transito pero los muslos des-
cubiertos de la mujer se lo impidieron. Intentó
concentrarse pero, en ese
momento, ella descubrió algo más que sus piernas.
Sintió como le tomaba la
mano derecha y la rozaba con la piel desnuda. Entonces
dió un brusco giro
hacia una calle oscura y detuvo el veículo. Puso el
brazo derecho por arriva
de los hombros de Laura y con su mano izquierda se
deslizó hasta la entre-
pierna de su amada. Sus dedos demostraron ser artistas
de la prestidigitación. Ella
se sintio sobre la corniza entre la vida y la murte
hasta estallar de satis-
facción. De inmediato lo abrazó y empezó a besarlo con
voracidad. El se dedi-
co a disfrutar de su fortuna. Estuvieron un largo rato
entreverados, incluso
despues de reanudar la marcha y de haberse detenido
delante del domicilio de
la mujer. Quien pudo desprenderse y regresar al hogar
recien luego de recibir
una gran cantidad de besos y el ultimo a través de la
ventanilla.
Laura debió concurrir nuevamente a sus seción de
psicoanalisis. Respiró pro-
fundo, juntó valor y se dirigió allí. El tema tratado
fue, claro está, el del
problemita... La paciente hablo bastante y llego a los
50 minutos habiendose
contenido.
_ Hay, licenciado no se que hacer.
_ Sin embargo, fijese que hoy hemos podido hablar del
tema y usted logró no
masturvarse. Creo que eso indica que vamos resolviendo
su inconveniente.
Laura llegaba a su departamento apremiada. Mientras
venía en el ascensor em-
zó a buscar las llaves para ahorrar el mayor tiempo
posible. Su imaginación
había trabajado durante todo el trayecto. Entró en su
casa, golpeo la puerta
y corrió por el pasillo con la mano ya en su sexo. Se
dejó engullir por su
colchon envuelta en una llamarada. En forma casí
inmediata alcanzó su mayor
anelo y se quedo acostada tratando de normalizar su
respiración.
Al día siguiente salió del trabajo y decidió que se
compraría una pollera
bien amplia y larga. Pensó que su problemita sería
menos grave si no usara
las minifaldas que estaba acostumbrada a usar. Vió la
prenda en una vidriera
y entró. Se la pidió a la chica que atendía el negocio
y cuando esta le pre-
gunto si quería pasar a los probadores lo nego
rotundamente pensando que no
lograría contener sus impulsos. Pagó y se fue. La
estrenó el día que tenía
cita con su dentista. La recepcionista la recibió y le
aclaró que el doctor
estaba atrasado con la paciente anteriror que por
favor pasara a la sala de
espera. Laura se sento en un comodo sillón de la sala.
Era un lugar muy
austero pero sobretodo muy solitario. La mujer no se
inquietó porque tenía
puesta su última adquisición. Sin querer colocó su
mano entre los muslos. No
había problema pero por las dudas se la sacó. minutos
despues se descubrió
en la misma situación y volvió a retirar la mano
velozmente. Cruzó las pier-
nas para que no se repitiera. En eso entró la
recepcionista porque no le ha-
bía quedado claro uno de los datos. Ella le respondio
y le agradecio cuando
le dijo que el doctor la atenderia en seguida. Ella
cruzó las piernas para el
otro lado. Los minutos se hicieron horas y la espera
la encontró arremangan-
dose desesperadamente los bolados de su falda en busca
de su ropa intima. Se
le ocurrió que sería un verdadero papelón que el
doctor la encontrara en esa
forma pero de todas maneras no lo pudo evitar y logró
cubrirse las rodillas
Justo antes de que el profecional saliera del
consultorio. Aunque notó su
particular agitación. Ella le respondió que era a
causa del temor que le in-
fundian los dentistas.
Laura llego a su edificio muy apremiada pero no por lo
que ustedes estan pen-
sando sino porque sus riñones habían estado trabajando
durante mucho tiempo y
su esfinter amenazaba con abandonarla de un momento a
otro. Venía bailo-
tiando en el ascensor. Abrio la puerta la cerro al
salir y trató de embocar
la llave en la cerradura. Entró en el departamento,
cerró la puerta en la
forma acostumbrada y corrió por el pasillo al bañó.
Cuando manoteó la pollera
se acordó que tenía puesta una más larga. Entró en el
baño, Levanto la tapa
del inodoro y sumamente angustiada se enrredo en el
genero de la falda.
Cuado sintio el elastico se bajo la prenda intima y,
ya sentada, siguió
luchando por liberarse de su enrriedo. Al final un
torrente
de orina se proyectó inplacable, y sin obstaculos,
hacia el centro de la
tierra. Más aliviada, juró que esa sería la última ves
que usaría esa pollera.
Retornando del trabajó pasó por el negocio de ropa y
concluyó que se compra-
ría un vaquero para tratar de evitar su inconveniente.
En los probadores
debió hacer un esfuerzo grandisimo pero salió airosa y
con su pantalón pues-
to. Esa noche vendría a cenar Hugo y ella cocinaría
algo para él. Se dispuso
de inmediato a preparar la comida. Encendió una
hornalla, tomó una sarten y
la colocó sobre el fuego. Mientras ponía un poco de
aceite se descubrió con
una mano por debajo del cinturón. Tenía el pantalón
pero prefirió sacarsela.
Se puso a picar cebolla con mucha dificultad, pero
porque lo estaba haciendo
con una sola mano. sujetó la cebolla con la izquierda
para picar con la dere
cha y la cosa mejoro. Despues agarró un puerro. Se
desabrocho el primer botón
del vaquero y siguió trabajando. Total por un botón no
habría problema. Al
rato creyó que si se desabrochaba el cinto tampoco
sería para tanto, Y así lo
hizo. La preparación abanzaba pero ya casi no quedaban
botones del pantalón
de la cocinera sin desabrochar y la izquierda había
transpasado el elastico
de su bombacha. La receta decía: dejar cocinar a fuego
moderado y ella se sen-
to un segundo. Cuando sus nalgas tocaron la silla se
deshizo de los pantalo-
les y dio rienda suelta a sus cinco corceles. De
pronto un humo denzo inva-
dió el hambiente. Momentos más tarde, llegó el
agasajado que fue recibido a
la altura del acontecimiento. Brindadas las
efusividades del caso, preguntó:
-¿Que hay de comer?
- Una comida muy rica...
-¿Ah si, y cual es?
- Pizza ¿te gusta?
- Me encanta - Y la cena resultó todo un exito.
La vidriera del negoció de ropa se develaba otra vez
ante Laura. Su imagi-
nación empezó a funcionar y sus ojos se pusieron
brillantes. Entró y le
dijo a la empleada:
- Hola.
_ A hola ¿Como estas? ¿Necesitabas algo?
_ Si, vi en la vidriera esa remera ¿Me la podría
probar?
_ Si claro, adelante._
Laura entró al probador cerró la puerta, se levanto la
pollera y se mordió
fuerte los labios. Luego de un rato salió de la cabina
y se acercó al mos-
trador.
_Bueno, gracias eh. Toma.
_ ¿Como, no la llevas?
_ No, no me gusta como me queda. _ Abrió la puerta y
se fue.
Laura llegó, colgo el saco y guardo la cartera. Se
recosto en la cama y se
quedó pensativa. Se acarició suavemente los muslos y
se volvio a levantar.
buscó en el placard la pollera que se había comprado.
La encontró. Se sacó
la que tenía puesta y se esforzo para no tentarse. Se
puso la nueva y, ahora
si, se tiró en la cama enredandose en la tela. Llegó a
su destino y se regaló
un intenso momento de gozo, segura ya de que jamas
podría contenerse.

 

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