Relatos Eróticos Autosatisfaccion

Doble placer | Relatos Eróticos de Autosatisfaccion

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Después de mi corta e intensísima aventura masturbatoria en el probador de un almacén y de enviarle por correo a Pablo con lujo de detalles la descripción de lo que hice, él me comentó que le había gustado mucho e incluso se había masturbado leyéndolo. Sus palabras me excitaron, me sentía halagada de que él se hubiera pajeado con mi relato, relato que el había ideado e inspirado. Acto seguido me escribió retándome a llevar a cabo una segunda prueba, he aquí la primera parte:

En el video club.

"Ve aun video-club donde no te conozcan y ponte a curiosear las películas porno de manera descarada. Ya se que eres un poco tímida, y quizás te cueste esta parte. Pregúntale al dependiente sobre las películas porno. ¿Cuál es la más fuerte que tiene? ¿Cuál te recomienda él? ese tipo de cosas, lo que se te ocurra. Y procura que la gente que esté alrededor te escuche como quien no quiere la cosa. Al final tienes que elegir entre estos dos tipos de películas. O una de negras o una de homosexuales."

Quedé con la boca abierta después de leer esto, el tenía razón, soy tímida y no un poco sino mucho, soy esa típica mujer que uno ve en una biblioteca, sentada un poco aparte, con lentes… fea no soy pero tampoco soy de las que les gusta llamar la atención, que las miren, prefiero mantener un "bajo perfil" aunque mi mente este llena el 90% del día de pensamientos lujuriosos.

Tardé muchos, muchos días en decidirme, no era algo fácil, no para mí así que tenía que sentirme segura de mi misma y que mejor manera que con el vestuario. No podré ser la mujer más sexy del planeta pero con otra ropa, algo de maquillaje, lentes de contacto entre otras cosas… la situación cambia.

Así que al contrario que para la prueba del probador a la cual me fui con ropa de casa, para ir a alquilar la película me vestí como si me fuera de marcha: una falda ajustada negra, botas del mismo color de tacón, blusa roja pegada al cuerpo y escotada (la idea era llamar la atención), maquillaje especialmente en los labios y un suave perfume que dejara un agradable rastro al pasar. Me aferré a una enorme cartera negra y después de echarme la bendición salí. Tomé un taxi y le di la dirección de un video-club a varias cuadras de mi casa, en un barrio poco frecuentado por mí.

Al entrar al lugar respiré aliviada al comprobar que la zona de películas XXX estaba en un cubículo aparte, lo suficientemente separada como para no pervertir a ningún niño que estuviera con sus padres buscando una película infantil. Tomé mucho aire y comencé a avanzar resueltamente por el pasillo hacia la zona "roja". Debía pasar frente al dependiente que aún no se percataba de mi llegada y revisaba su computador. El ruido de mis tacones hizo que volteara a mirar hacia el lugar de donde provenían las pisadas… definitivamente me sentía más segura, me sentía hermosa y deseada, solo hacía falta pensar en las miradas del taxista y ahora del dependiente… incluso me atreví a sonreírle un poco a manera de sensual y delicado coqueteo.

- ¿Le puedo ayudar en algo señorita? - me dijo muy sonriente.

- Señora - le corregí - y si, me puede usted ayudar, estoy buscando algo especial. ¿Le importaría acompañarme?.

- Claro, con mucho gusto - respondió.

Continué caminando mientras el me seguía, por suerte le estaba dando la espalda para que el no pudiera verme enrojecer mientras nos acercábamos cada vez más a la zona de las películas que buscaba. De modo que no pude ver si su cara fue de sorpresa o excitación al darse cuenta de mis propósitos. Ingresamos a la zona de candela y yo comencé a mirar las carátulas de las numerosas películas exhibidas; en mi vida había visto tantas y tan de cerca, las películas porno que había visto habían sido por cable, nunca había alquilado una, estaba perdiendo en ese momento mi virginidad en ese aspecto.

- ¿Cuál es la más fuerte que tiene? - pregunté siguiendo las instrucciones de Pablo - ¿Cuál me recomienda usted?.

Cerca de donde estábamos había una pareja que nos miraba divertidos mientras yo preguntaba en voz alta tratando de parecer natural y experta a la vez que el dependiente abría los ojos y enrojecía ante mis preguntas.

- ¿Busca algún estilo en especial? - preguntó él.

- Si - le dije yo tomando aire de nuevo - una de negras o una de homosexuales.

Al menos lo había dicho, si lo hubiera pensado un segundo, de mi boca no habría salido ni una palabra. El dependiente se movió rápidamente por los paneles repletos de cintas tomando una de aquí y de allá. Regresó con unas cuatro de la cual elegí una titulada "chocolate blanco", una de negras como se veía en la carátula. No me lo pensé mucho, de repente me había entrado el apuro por irme de allí. Pagué y me fui después de darle las gracias al sorprendido muchacho.

Llegué a mi casa y me di cuenta que estaba húmeda, mi ropa interior sin estar empapada se notaba con rastros visibles de mi excitación. Nunca pensé que una pequeña aventura de esas me calentaría, pero así fue, no parecía yo. Leí de nuevo el mensaje de Pablo concentrándome ahora en la segunda parte:

La prueba de la botella.

"Cuando llegues a casa, tienes que preparar una botella de la siguiente manera: Llénala de agua calentita o fría, tu eliges. Deja que el cristal coja la temperatura del agua y coloca la botella tumbada de lado y encajada entre dos cojines del sofá para que no ruede. Siéntate desnuda sobre la botella, tu coño y tu culo se abrirán solos sobre la curva del cristal, notaras la temperatura sobre tu intimidad. Comienza a ver la película porno, y a medida que te vayas excitando, mueve las caderas adelante y atrás, frotándote contra la botella. De esa manera, tu clítoris, la entrada de la vagina, el perineo y el ano, estarán siendo estimulados a la vez, mientras que tus manos están libres para jugar con tus tetas. En España venden un tipo de botella que es ideal para esto, porque tiene la superficie estriada, pero con una botella lisa puede funcionar. Es importante que sea grandecita para que no se quede corta en tus movimientos y para que el agua no pierda la temperatura demasiado rápido."

Que imaginación la de este hombre, me encantaba, no hay nada como un hombre con imaginación. Buscaría esa botella, gozaría en su honor, me masturbaría para él en la distancia, disfrutaría como una loca gracias a su ingenio. Miré el reloj, mi esposo estaba a punto de llegar, no tenía tiempo, tendría que esconder la película y esperar hasta el día siguiente. Cuando mi esposo llegó yo estaba con ropa común y corriente, con la cara lavada y la mirada más inocente que pude inventar. El saludó a su "juiciosa" mujercita y se fue a dormir pues estaba muy cansado. Me reí en mi interior y mentalmente le dije: "déjame con ganas esposo mío, no me hagas el amor esta noche pues mañana apenas te vayas tendré placer para dar y convidar".

Así fue, a la mañana siguiente apenas se fue salté de la cama a buscar la dichosa botella. Encontré una muy apropiada, de jugo de fruta, la cual lavé muy bien por dentro y por fuera, acariciándola con el jabón imaginando lo que haría con ella en unos minutos. Calenté un poco de agua, la quería bien caliente. Llené con ella la botella y la llevé a mi alcoba donde acomodé unos cojines para colocarla en medio, tal y como Pablo me había dicho. Las cortinas y ventanas seguían cerradas y la cama revuelta, mejor así. Mientras el cristal cogía la temperatura del agua comencé a despojarme del pijama, no podía ni quería esperar a bañarme. Puse la película y me senté cómodamente.

Que comience la función….

Parecía una rana abierta a más no poder sobre la botella. Efectivamente toda mi zona húmeda quedó en contacto con la botella, de extremo a extremo y el calor que emanaba de ella se sentía muy pero muy bien. Me reí un poco pero luego me calmé, debía estar muy concentrada para comenzar a moverme. La película comenzó, poco preámbulo como suelen ser las películas porno: dicen hola y a follar. La escena se desarrollaba al aire libre, en un desierto o algo así, estaban una negra, con un rostro, tetas y culo de infarto y un hombre blanco lampiño con una verga larga y gruesa. Comenzaron vestidos, discutiendo por algo… subí un poco el volumen aunque la parte que me interesaba era la de los gemidos. Soy una mujer muy visual, me excito viendo cosas o recordándolas y si a todo eso se le suma unos grititos de placer… me vuelvo loca.

La discusión entre el blanco y la negra terminó con un beso. La arrinconó contra una roca y en cuestión de segundos estaban sin ropa. Al verlos desnudos yo comencé a moverme lentamente sobre la botella disfrutando desde el primer momento las deliciosas sensaciones que me proporcionaba su estriada textura, su calor… mis labios vaginales estaban completamente abiertos y yo muy sensible. A medida que comenzaba a excitarme, humedecía la botella lo cual hacía que fuera más fácil resbalar sobre ella.

Mostraron un primer plano de la punta de la verga del blanco tanteando la sonrosada cueva de la negra. Me causó curiosidad ver una conchita tan hermosa, rosada y sin un pelo, en contraste con esa verga blanca y sabrosa. La penetró de golpe y comenzó a bombearla con fuerza golpeando su voluptuoso cuerpo contra la roca, luego la tomó por las axilas y la levantó de modo que su cuerpo quedó en el aire, enrollado en el del hombre que era bastante más grande que ella. La escena me excitó, comencé a moverme más rápido sobre la botella y cada segundo que pasaba sentía más y más placer.

El hombre se concentró entonces en las tetas de la negra, adornadas de enormes pezones negros como chocolate, los halaba con sus labios, los rodeaba con su lengua en círculos. Yo comencé a estirar los míos, tenía ambas manos libres, una para cada teta, los froté y acaricié sin dejar de moverme, sin dejar de sentir el calor que la botella me estaba dando. En un segundo me inclinaba hacia atrás y frotaba mi culo más fuerte y al siguiente me inclinaba hacia delante y me movía cada vez más rápido para incrementar las sensaciones de mi clítoris.

Ahora el hombre tenía a la hermosa mujer de color en cuatro, un primer plano de su culo me dejó atónita, que nalgas madre mía, enormes y prietas. El hombre las amasó y comenzó a meterle un dedo por el ano. El la tocaba en algún lugar y yo hacía lo mismo con mi cuerpo, era increíble, sentía como si yo fuera esa mujer, como si ese hombre me estuviera tocando.

Sus gemidos y los míos eran uno solo, los gemidos de tres seres en contacto con su placer, con su cuerpo, elevándose más allá de este mundo, unidos por una misma causa, con algo en común en ese momento aunque nunca se conocieran. Y en ese momento pensé en Pablo, tampoco lo conocía y sin embargo me sentía tan unida a él en ese instante… como si el estuviera sintiendo todo lo que yo sentía, como si hubiera presentido mi placer al sugerirme ese reto. Deseé que el pudiera verme en ese momento….

Imaginé en esos deliciosos momentos que la botella era la verga de Pablo, esa verga que había conocido pocos días antes por fotos, enorme, gorda, desafiante, elevada a partir de una de sus manos que parecía sostener su interesante tamaño, una verga mucho mejor que la del hombre del video, la "Verga de Pablo" si que parecía una botella… La sentía debajo de mi cuerpo, imaginaba que me frotaba contra ella, la deseaba. Todas esas imágenes se mezclaban en mi mente haciéndome erizar y excitar más y más, las de la película, lo que estaba sintiendo con la botella y lo que estaba imaginando.

El hombre estaba cerca de su orgasmo, su verga se deslizaba ahora por el culo de la negra, se frotaba entre sus nalgas apretadas, en su cara se notaba su placer, sus gestos me excitaba a mí. La negra se tocaba el clítoris como loca, sus movimientos aumentaron al igual que los míos. La primera en correrse fue ella, que aguante el de ese hombre… aunque tampoco tardó mucho… un par de chorros de chocolate blanco impactaron en las nalgas de la negra la cual se volteó de inmediato a lamer la polla que le había proporcionado semejante placer.

Verla lamer con esas ganas provocó en mi lo inevitable, aceleré más y más, me detuve unos segundos antes de llegar y luego la emprendí con todas mis fuerzas contra esa botella, hacia delante, hacia atrás resbalándome ahora sin ninguna dificultad hasta que mi orgasmo llegó con una violencia impresionante. No podía controlar mis gemidos y movimientos en ese momento, me corría como loca mientras la negra se metía uno por uno los huevos del hombre en su boca.

Me bajé de la botella y la miré, estaba empapada, la botella y yo sudábamos. Me tumbé en la cama, ya no me apetecía seguir viendo la película.

 

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