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Masturbacion con las bragas de mi tia | Relatos Eróticos de Autosatisfaccion

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Esta historia que les voy a relatar sucedió hace bastantes años, y estábamos veraneando en un chalet de Isla Antilla, provincia de Huelva. Ocurrió un fin de semana que tuvimos la visita de mis tios con sus hijos.
El sábado, después de que los mayores fueron a dar una vuelta y nosotros fuimos un rato a la playa, nos unimos para almorzar todos juntos, incluidos mis pequeños primos, mi tío y mi tía, la cual era espectacular, ese día llevaba una blusa blanca medio transparente, que dejaba ver su blanco sujetador, una mini falda cortita y unos zapatos de tacón muy alto, la verdad que no era una ropa ideal para estar por la playa, pero mi tía solía ser muy pija para la ropa. Ella poseía un cuerpo muy bien proporcionado, medía 173 cms, su peso era ideal, sus tetas tenían que ser magnificas y su culo era colosal. Comimos, y tras recoger todo, nos fuimos a sentar en el salón, a ver la televisión, mi tía se sentó justo en un sofá frente a mí, y nos pusimos a ver la tele. Al rato algo me absorbió toda la atención, la postura en que tenía las piernas mi tía, me mostraba de vez en cuando, un triángulo blanco en su entrepierna, mi tía me enseñaba sus bragas, pero eso, por la postura que teníamos en el salón, solo lo podía observar yo, por lo que empecé a no echar cuenta de la televisión, y me centré en tan maravillosa vista, sus hermosas piernas eran coronadas por unas braguitas blancas. Minutos después, mi tía se dio cuenta de la situación, y cerró las piernas inmediatamente, pero al rato, las abrió otra vez, esta vez ya queriendo, como persiguiendo jugar conmigo, a veces cerraba las piernas y otras las abría. Ella se olvidó de la televisión, y estaba jugando conmigo, y yo ante esta situación estaba cardiaco.
Así pasó el tiempo, yo cada vez me hallaba más caliente, tenía mi polla al borde de la locura dentro de la opresión del bañador, eso se me notaba, y mi tía se reía con sonrisa pícara. De repente, ella se puso de pie, comentó que iba al baño, me guiñó un ojo, y se fue.
Minutos después retornó a la sala, y se sentó de nuevo frente a mí, pero algo en ella era diferente, la noté algo ida, los ojos un poco cerrados, la cara con una medio sonrisa, y los pezones ligeramente marcados en su blusa, a pesar de ser verano y no hacer frío. Mi imaginación echo a volar, y sospeché que se había masturbado y había tenido un plácido orgasmo, mis pensamientos me llevaron a especular en lo que podía haber sucedido en el cuarto de baño, me fui mentalmente del salón, y mi polla estaba a punto de estallar sin haber sido ni tocada. Pero algo me hizo bajar del sueño, mi tía me guiño de nuevo un ojo, a la vez que entreabría sus piernas, y pude notar que no llevaba sus bragas, que me mostraba su peladito coñito, casi acabo ahí mismo, fue increíble, no podía aguantar, me levanté y marché al baño a toda prisa, entre la sonrisa de mi tía. Entré en el baño, puse el seguro, y busqué las bragas de ella, porque pensaba que las había dejado allí, al instante las encontré, estaban dentro de un pequeño mueble y de inmediato me la llevé a la nariz para oler ese perfume embriagador de hembra caliente. Las bragas estaban totalmente mojadas e impregnadas del sabor a coñito de mi tía, obviamente allí había pasado algo, se había masturbado, y me imaginé que había sido por lo acontecido en el salón antes, lamí las bragas de ella hasta hartarme, mientras me masturbaba violentamente, con una calentura excepcional. Acabé rápidamente, y bañé sus preciosas bragas blancas, dejé toda mi leche concentrada en el lugar en que su coño se apoyó antes. Dejé las braguitas donde las encontré, y torné al salón. Nada más entrar, ella me miró con ansiedad, yo mediante un disimulado gesto, le di a entender que estaba listo y feliz, ella se puso de pie, y al pasar por mi lado, me proporcionó una mirada cargada de lujuria, la cual me dejó caliente de nuevo, y se metió nuevamente en el baño, yo me senté de nuevo en mi sitio, contento por lo sucedido.
Cuando ella volvió, me miró con cara alegre, y se sentó en su lugar, al rato repitió la operación de sus piernas, y pude comprobar que las braguitas habían vuelto a su lugar de origen, en su bello rostro, había una sonrisa de satisfacción y complicidad, estaba uniendo en sus braguitas mi semen y sus jugos.
Después del tiempo de la siesta, cada uno tiró con la gente de su edad, y nunca nada comentamos entre nosotros de esto.

 

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