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A la fuerza ni los calcetines entran | Relatos Eróticos de Fantasias

Publicado por Anónimo el 28/03/2018

Le besé el cuello y los labios pero parecía de mármol, acaricié sus carnosas nalgas y traté de hurgar su ojete pero lo oprimía y parecía que todo lo que yo hacía para calentarla y meterle el pito por el culo era inútil, por eso traté de convencerla con palabras pero también parecía imposible de convencerla.
le dije que por qué a Jair siendo albañil le había dicho que se lo metiera por el ano, y yo siendo su hermano por qué no me lo pedía a mí, y ella me dijo que si le había dicho al chico Jair era porque tenía una verguita de pulgarcito y que no le iba a doler,y que a lo mejor apenas si podía meterle la cabeza de tan chiquita que la tiene, pero que la verdad no quería que ningún hombre con un pene normal se lo metiera.
fue cuando otra vez me abalancé hacia Oris y la abracé y volví acariciar su talle y sus caderas y quise mamar sus tetitas pero seguía como piedra, y me dijo que hiciera lo que hiciera no iba a corresponder a mis caricias y menos a darle el culo pues las nalgas nunca se las había dado a nadie, ni a su primer novio ni al novio que tenía porque no quería que se lo rompieran todavía. yo metí mi manos bajo su vestidito y traté de abrirle las redondeadas nalgas para acariciar su fundillo y meterle aunque sea un dedo en su culito para después saborearlo, pero ella cerraba oprimiendo sus duros glúteos, por lo que comprendí que a fuerza ni los calcetines entran.
bajé al traspatio y recogí el diminuto calzón de mi hermana, era de nylon transparente color blanco y tenía unas gasitas de listón azul, y en el puente las tenues huellas de su panochita recién bañada, el calzoncito lo guardé bajo mi cabecera para complacer más tarde mi onanismo, mientras mi puta hermana se divertía conmigo agachándose en mis propias narices con el pretexto de sacudir los muebles o trapear o hacer cualquier cosa siempre exhibiendo sus bikinis sexys.
en esos días vino mi abuela de Tehuacán Puebla y como vio que todavía estaban haciendo unos detalles de albañilería le dijo a mi madre que le consiguiera un albañil para arreglar el baño de su casa y poner una regadera, por eso mi madre le dijo que le diría al albañil que fuera a Tehuacán, pero como él tenía otro trabajo dijo que podría ir Jair al fin el trabajo de mi abuela era muy poco.
o sea que a los dos días nos fuimos a Tehuacán con mi abuela, mi madre. mi hermana, yo, y por supuesto Jair quien sería el encargado de hacer el trabajo. Yo tenía un compromiso que pospuse, con tal de no perder detalle del comportamiento de mi traviesa y caliente hermanita Oris que a cada día era un mango que se antojaba chuparla desde la pulpa hasta el hueso. De la ida a Tehuacán lo contaré en la siguiente parte que ciertamente estuvo muy emocionante.

 

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