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Mi primer engaño en el mundo del sexo | Relatos Eróticos de Fantasias

Publicado por Elizabeth el 24/10/2016

Estando en mi ciudad natal visitando a mi familia, me encontré con un amigo de mi hermano, un muchacho que en la primaria me había hecho la vida imposible y al que le tenía un poco de antipatía. Sin embargo nos veíamos a diario porque él manejaba una moto taxi y me hacía buen precio.
Después de un par de meses yendo y viniendo una amiga hizo una fiesta de disfraces. Yo me disfracé de odalisca y le pedí al amigo que me llevara. La sorpresa es que cuando salgo el estaba de frac y galera. También estaba invitado.
La fiesta fue divertida y terminó de madrugada. El muchacho me llevó hasta la puerta de casa donde por supuesto estaba todo oscuro pues todos dormían. Cómo estábamos en medio de una conversación no quise bajar hasta terminar. Él si bajó y se sentó a mi lado. Cuando nos despedimos para bajar me estampó un beso en los labios. Yo me enojé, le dije que era casada, que no era una cualquiera. El me pidió perdón, dijo que era el cansancio, que hacía noches que dormía muy poco. ¿Mucho trabajo? Le pregunté. No, la verdad es que en este tiempo no puedo dejar de pensar en ti. ¿Pero si en el colegio eras antipático conmigo?
Él, llevando su boca muy cerca de mi oído me dijo que de niño era un tonto, pero que desde que vine no podía dejar de pensar en mis ojos, que le fascinaban mis labios, que adoraba mirarme. Y ustedes saben cómo me pongo cuando están cerca de mi oído y mi cuello, así que para terminar la conversación dije que me iba, lo miré para despedirme, nuestros rostros estaban mas cerca de lo permitido entre dos amigos y allí su boca nuevamente se apoderó de la mía. Me besó con calor pero enseguida puse fin. Bueno, me voy, dije, pero el comenzó a hablarme nuevamente en el oído. Esta vez no era romántico. Me habló de la belleza de mis pechos, de las noches que me soñó desnuda entre sus brazos. Me volvió a besar, me acarició los pechos, me besó el cuello y cuando no aguanté mas, pasé mi pierna por encima y me senté encima de él para que me comiera los pechos a besos.
Me beso cada pecho como si fuera un condenado a muerte en la última cena. Cuando vio que me levanté un poquito comprendió lo que quería, sacó su enorme miembro mientras yo corría mi bombachita hacia un costado y me senté sobre un sabroso pedazo húmedo y duro.
No sabía que hacer. Siempre había hecho el amor, esta vez no, era diferente, era calentura y nada mas. El sacó de un bolsillo un preservativo yo me levanté un poco, el se lo puso y me volví a sentar.
Me acordé cuando estábamos de novio y me amaste sobre el auto junto al río de la Plata. Intenté moverme así, me tiré para atrás, la moto taxi parecía que se iba a dar vuelta. Llegué al orgasmo un instante después que él lanzando al aire un alarido tan grande que mi madre se despertó.
Por suerte para mi, tardó en salir a ver que pasaba lo suficiente como para encontrarme parada al lado del vehículo fingiendo que le estaba pagando la cuenta. Al día siguiente mi madre me preguntó porqué el taxista estaba sentado en el asiento de pasajeros. Yo enrojecí, ella sin duda comprendió pero se hizo la que ignoraba el asunto.

 

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