Relatos Eróticos Fetichismo

La momia | Relatos Eróticos de Fetichismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Por fin había llegado aquella noche tan esperada, y es que no era fácil coincidir en un momento tranquilo y adecuado para dedicarlo completamente a mi. Había cenado bastante y esperé un rato mirando la televisión, deberían ser casi las doce cuando me puse manos a la obra. Siempre he tenido unas tendencias sexuales un tanto extrañas, al menos poco practicadas y conocidas por la mayoría de la gente. Todo el mundo asocia el fetichismo únicamente a los pies y este puede adoptar infinidad de formas y situaciones distintas como el látex, y combinarse con formas de bondage como la momificación, una de mis actividades preferidas.
Pero aquella noche estaría solo, y no podría disponer de las siempre agradables atenciones de alguna amiga mía. Aún así, estaba dispuesto a llegar lejos. Entré en mi habitación y me desnudé completamente, mi falo se encontraba ya totalmente erguido y todo yo estaba un tanto nervioso. Cogí de encima la mesa un pequeño consolador en forma de T y lo unté con lubricante, me estire en mi cama levanté las piernas y lo introduje por el ano hasta que por su forma ya no penetraba más. Después de esto me excité mucho más, me levanté y me quedé sentado en la cama, cogí de la mesa un pañuelo y envolví mi pene con él como si se tratase de un vendaje tapando completamente el glande, me puse de pie haciendo fuerza con las nalgas para evitar que el consolador saliera de su agujero. Aquí empezaba la fase B, tenia preparado un gran rollo de celofán, como el de los supermercados, pero en gran cantidad, le di un par de vueltas por la cintura pasando por entre las nalgas para que su presión evitara que el consolador escapara y fijar mi pene al cuerpo. Entonces, sentado en la capa empecé a envolver todo mi cuerpo con el celofán primero los pies las piernas hasta la cintura el tronco y hasta llegar al pecho por debajo de los sobacos, tenia medio cuerpo completamente cubierto por el plástico que con la presión que me hacia me excitaba todavía más, en ciertos momentos tenia que relajarme para no correrme tan temprano.
Volví a coger el rollo y envolví los brazos hasta los hombros lo mas que pude ya que esta zona es muy complicada de envolver uno a si mismo, le di un par de vueltas por el cuello intentando de no presionar mucho esa zona e impedir la respiración. Seguidamente me envolví toda la cabeza dejando únicamente los dos agujeros de la nariz. Aunque el celofán me tapaba los ojos podía ver con claridad, llegado este momento junté mis piernas y las envolví juntas fijándolas fuertemente la una a la otra e incluyendo los pies, cada vez me costaba mas el movimiento, fui subiendo el rollo hasta la cintura y el pecho quedando así totalmente enrollado de forma uniforme, di otra capa por la cabeza y los brazos. En este momento estaba excitadísimo, me estire en la cama y noté como mi movimiento de causaba placer al frotarse el celofán con mi pene envuelto con el pañuelo, pero todavía no era el momento. Me senté en la cama, cogí de encima la mesa un rollo de cinta de embalaje de color verde, y empecé a recubrir todo mi cuerpo desde los pies hasta el pecho, fue una tarea muy costosa, el celofán me impedía bastante el movimiento y empezaba a tener bastante calor, notaba como el sudor fluía dentro de mi prisión de plástico. Lo ideal en estos casos es envolver los brazos junto al cuerpo y así quedar en un estado de sumisión e imposibilidad de escapar total, pero al tratarse de auto-momificación tenia que poder escapar por mi mismo y debería mantener mis brazos libres. Envolví con la cinta verde toda la cabeza tapando los oídos y los ojos, estaba aislado, ni tan solo podía abrir la boca ya que la cinta presionaba mis mandíbulas. Me estiré en la cama y después de unos segundos de relax comencé a moverme como un gusano como si intentase escapar de mi prisión, mi pene estalló y entre una gran ola de placer inmenso que recibí por la corrida y el consolador que llevaba noté como se escurría el semen por el interior del plástico que estaba totalmente ceñido al cuerpo. Mi respiración era rápida y se veía dificultada por la presión de la cinta de embalaje, quizá había apretado demasiado. Estuve unos minutos relajándome y disfrutando de mi "traje". Al cabo de un rato me senté y palpé por encima de la mesa en busca de las tijeras para liberarme, me acordé entonces que estaban al otro lado de la casa y que no me había acordado de traerlas. Ellas eran el único elemento que me permitirían liberarme con seguridad, además no podía ver, y me seria muy difícil encontrar un objeto cortante para abrir el plástico. Por un momento el pánico se apoderó de mi, tenia mucho calor y me faltaba el aire, me estiré en el suelo y me fui arrastrando como un gusano a través de la casa, tendría que ir al otro cuarto y usar aquellas tijeras. No tuve dificultad en encontrar la habitación, pues uno se conoce muy bien su casa hasta con los ojos tapados, al llegar me levanté como pude aguantándome por la mesa y busqué por encima de ella las preciadas tijeras, no las encontraba y no tenia ni idea de donde podrían estar, si pudiera ver me seria mucho mas fácil, ya que podrían estar el cualquier sitio de la habitación. Totalmente desesperado y agotado por el esfuerzo me estire al suelo, su frescor me calmaba al entrar en mi traje hermético e inundado por el sudor, intenté de nuevo levantarme con la intención de buscar nuevamente cuando encontré por el suelo un objeto metálico, eran las tijeras. Estaba salvado, me estire completamente al duro suelo con un sentimiento de felicidad, me relajé y noté que necesitaba orinar pronto, corté con cuidado el plástico de mi cara dejándola por fin al aire libre y notando un profundo alivio, tardaría un rato en quitar todo el embalaje de mi así que decidí orinarme encima, lo hice, y noté como el liquido caliente se repartía por todo mi cuerpo al no poder escapar de aquella prisión hermética, aquello me excitó de nuevo, mi pene volvía a estar completamente erecto, comencé a moverme presionándolo hasta que estalló de nuevo con una gran ola de placer. La sensación de presión por todo el cuerpo con toda la meada era indescriptible. Decidí entonces que era el momento de liberarme, aunque si abría el traje en aquel sitio iba a dejar la moqueta perdida cuando escaparan los líquidos atrapados en el interior. Me arrastre hasta el baño y llené la bañera con agua caliente con gran dificultad me metí en su interior y note inmediatamente una fuerte presión hacia todos los lados, comencé a cortar todas las partes del plástico y fui liberando poco a poco mi cuerpo, parecía que estuviese mudando la piel. Retiré el consolador anal que llevaba rato molestándome y me quede flotando en la bañera relajándome, eran las tres y media de la noche, había estado tres horas momificado, y aunque un poco accidentada, la experiencia había sido buena. Terminé pajeandome en la ducha antes de recogerlo todo e ir a la cama.

 

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