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Los pantys de mi concuñada | Relatos Eróticos de Fetichismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Soy un hombre normal en cuanto a mi vida sexual y cotidiana pero desde muy temprana edad y no se por que, he desarrollado un fetichismo obsesivo por la ropa interior de mujer. He llegado a buscar la forma de robar a una mujer sus panties y lo he logrado, incluso aun con su olor y sabor al cuerpo de la propietaria. Esta es una de esas historias.

En una ocasión fui de visita a casa de un hermano que vive en otra ciudad y nos sentamos con el y su esposa a departir una agradable tertulia acompañada de unos buenos tequilas. Su esposa se encontraba vestida con una falda algo corta y bien ceñida al cuerpo, delineando un bello y contorneado trasero el cual siempre me gusto. En el sitio donde nos hallábamos había tres sillas tipo plalleras con una mesa de cristal transparente en el centro, sobre la cual había puesto un delicado mantel que no alcanzaba a cubrirla por completo, razón por la cual ella que estaba sentada casi enfrente de mí quedaba ofreciéndome en determinados momentos una vista inigualable de su tesoro, cubierto por unos panties de lycra blancos con encajes en los bordes y cuya textura dejaba entrever cierta transparencia que dibujaba parte de su feminidad.

Entre tequila y tequila ella se levantaba traer zumo de limón o algo para comer y ese momento era realmente glorioso porque por lo ceñido de su falda se le subía hasta un punto que era inevitable ver con mayor claridad aquel hermoso panorama, contando con la fortuna de que mi hermano al estar sentado a su lado no se percataba de lo sucedido en ningún momento, situación que yo pude manejar tratando con gran esfuerzo de no dejar notar las fijaciones de mis miradas, que casi la penetraban.

Solo les cuento que fueron bastantes los momentos tortuosos porque ante aquella visión mi pene se encontraba al máximo; estaba tan lubricado por tantas erecciones, que los fluidos preseminales me alcanzaban ya a pasar mis pantalones, lo que no me preocupaba porque en mi posición nadie alcanzaba a notarlo.

En alguna de las levantadas de mi concuñada, la mire de manera tan descarada ya que los tragos estaban bastante subidos (especialmente en mi hermano), que se dio plena cuenta de ello y mi sorpresa fue que en lugar de taparse o hacer defensa de su pudor, abrió un poco mas de la cuenta las piernas y se levanto entrando a la cocina la cual estaba separada del lugar donde estábamos por una puerta de correr con cristal templado. Mi sorpresa llego al extremo cuando ella junto al lavaplatos dándole la espalda a mi hermano fingió que algo se le derramaba tras lo cual levanto por completo su falda ante mis ojos sin mirarme para supuestamente limpiarla con una toalla de cocina.

En ese momento estuve a punto de cometer una locura y de abalanzarme sobre ella para limpiarle con mi lengua su “accidental derrame“, pero me contuve porque mi hermano aunque estaba bastante ebrio, aun se encontraba despierto, además porque mi moral me decía que no debía hacerlo. Finalmente después de tantas calenturas, ella se retiro a su cuarto en la segunda planta de la casa a acostar a su ebrio esposo y yo me quede allí tan empalmado que tenia que hacer algo. Rápidamente entre en el cuarto de ropas y vi. que sobre las cuerdas se hallaban tres de sus panties colgados pero ya secos. Sin pensarlo dos veces y sin medir las consecuencias de lo que sucedería si me descubrieran, tome unos transparentes color Beige, baje mis pantalones y cubriéndome el pene con ellos comencé a masturbarme lo cual no tardo mucho por el grado de excitación que tenia. Solo recuerdo que sentí cuando cerro la puerta de su cuarto y entro al baño social de arriba, seguramente para no despertarlo a el; en ese momento sentí terror pero simultáneamente los espasmos de una impresionante eyaculacion, la cual fue tan abundante y tan intensa que casi no logro limpiar por completo con los panties.

Rápidamente los deje en un cesto que se encontraba en el piso con todo mi semen y corrí al sitio donde habíamos estado durante toda la noche. Ella bajo y me ofreció una copa mas sugiriendo que fuera la ultima, a lo cual le dije que si, que ya estaba bastante cansado y que era suficiente.

Al día siguiente yo tenia que viajar a las horas del medio día, pero ni mi hermano ni yo nos levantamos en toda la mañana, mientras ella estuvo organizando el desorden de la noche anterior. Cuando recordé que había dejado sus panties en el cesto ya era tarde para hacer algo, solo esperaba el momento del reclamo pero no me dijo nada. A la hora de vestirme para irme tuve un momento en que ella se encontraba en la cama en un pequeño descanso y me dirigí rápidamente al patio de ropas pero ya no estaban en el cesto, se encontraban lavados y colgados y entonces aproveche y tome unos de los que había visto la noche anterior y rápidamente los metí entre mi pantalón tratando de que no se notara.

Cuando me despedí de los dos al darle un abrazo, me dijo en voz baja al oído “jamás creí que fueras tan pillo y tan osado” tras lo cual me dio un beso en la mejilla y se retiro.

 

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