Relatos Eróticos Fetichismo

Rasurado perfecto | Relatos Eróticos de Fetichismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

La siguiente narración, acaeció hace tres meses, yo tengo una amiga, Paula, ella es castaña, cara corriente, ojos claros, estatura media, delgada, con pechos medianos, culo normalito, o sea una chica normal, que no está mal, pero que no llama especialmente la atención. Un día, me llamó a mi móvil para que fuera a verla, con algo de urgencia, no sabía lo que pasaba, así que me fui a su casa. Al rato llegué, estaba sola, tras entrar en su casa y saludarla con un par de besos en las mejillas, le pregunté sin ambages qué pasaba, a lo que ella con mucho misterio y tras cerrar la puerta, me contestó casi susurrando que necesitaba que le hiciera un favor, le contesté que lo que hiciera falta con cierta preocupación, Paula me dijo que ella sabía que podía confiar en mí, y que quería darle una sorpresa a su novio por su cumpleaños. Pensé que se trataba de buscarle o recomendarle algún regalo o prepararle una fiesta sorpresa, pero entonces ella me dijo que quería que la ayudase con cierta operación que no se atrevía a hacer, que como yo escribía relatos y estaba acostumbrado a tener relaciones sexuales la podía ayudar con mi experiencia, le respondí que me dijera lo que quería, y Paula me dijo que deseaba que la ayudara a depilarse. Inmediatamente le pregunté por lo que quería depilarse, y ella me replicó que su novio confiaba en mí y que conociéndome como me conocía no me aprovecharía de la situación, que le había costado mucho decidirse, y que le gustaría darle una sorpresa.
Tras un poco más de charla, le expliqué como lo debía hacer, una y otra vez, pero ella siempre me decía que ella no se lo quería hacer, que se lo hiciera yo, que no pasaba nada, que solo era eso que no iba a pasar nada, y que yo estaba acostumbrado a ver coños de otras mujeres. El corazón se me salía por la boca en ese momento, no sabía que hacer, que pensaría el novio con el cual me llevaba muy bien, además cómo iba a mantener la sangre fría para no hacer nada, pero después pensé que con lo que me había dicho y tras el trabajo que le habría costado decidirse a pedírmelo, cómo le iba a decir que no. Al rato le contesté, le dije que sí, pero con la condición de que nadie lo supiera nunca, ella dijo que claro.
Decididos ambos, Paula se fue para el dormitorio y, haciendo caso a su indicación, la seguí, lo tenía todo preparado, un pequeño cortapelos, una toalla encima de la cama, un barreño con agua caliente, espuma de afeitar, cuchillas de usar y tirar y crema hidratante. Ella estaba muy nerviosa, quieta delante mía sin saber qué decir o hacer.
Le dije que lo primero que debía de hacer era desnudarse, hubiera bastado que se desnudara de cintura para abajo, pero yo no la paré y me hizo caso literalmente y se quedó completamente desnuda, mostrándome un cuerpo precioso. Me obligué a no mirarla con lujuria, pero era prácticamente imposible, tenía los pechos firmes preciosos, medianos pero mucho mejores de lo esperado, ella me observaba con mirada cándida.
Seguidamente le dije que se echase en la toalla, se tumbó lentamente aunque incorporada, pude ver su monte de Venus lleno de pelos, después me dijo que le daba vergüenza ir a un sitio de estética, y que tal y como estaba también le daba mucha, esta frase la dijo acompañada de una apertura de las piernas que dejó al descubierto toda su intimidad, tenía unos labios rosados grandes. Me estaba poniendo muy contento, no podía resistirme, entonces me entró un arrebato de responsabilidad y le dije que aquello no podía ser, no podía estar allí de ese modo con la novia de un amigo. Paula me respondió que estaba tan nerviosa como yo por la situación, pero que comprendiera que no estábamos haciendo nada malo, y que además entre nosotros había confianza, finalizó diciéndome que manos a la obra que no teníamos todo el día.
Paula tomó mi mano y la colocó en su vientre, dejándose caer hacia atrás, dándome a entender la única opción que tenía, sin mediar más palabras, comencé a recortar todo el contorno con el cortapelos para dejar el mínimo pelo, aquello empezaba a arreglarse. Después humedecí toda la zona púbica y separé sus piernas con mis manos para hacer lo mismo con el contorno de los labios y las ingles, descubrí que tenía el coñito bellísimo, hinchado, y excitado, se podía ver brillar su vagina, se notaba que la situación le excitaba al igual que a mí, seguidamente pude oler el aroma que emanaba nada más separarse mínimamente los labios de su coño, esto fue un instinto natural y no venía a cuento. Me dediqué a seguir humedeciendo con agua templada toda la zona.
Después le puse espuma y empecé a rasurar con la cuchilla su monte, quitándole lo que sobraba hasta quedar totalmente liso, excepto un pequeño triángulo por encima de su clítoris, lo cual fue idea mía. A continuación me dispuse a afeitar completamente los lados del coño, para lo que tenía que proteger las zonas más delicadas, así que con la mano entera tapé los labios del coñito, estirando la piel para poder afeitar la zona hasta la ingle. Mientras lo hacía la miré a la cara, estábamos callados y tensos, Paula me miraba con tranquilidad, con una media sonrisa.
Seguí afeitando, acabé un lado y levanté la mano para ver cómo quedaba, estaba perfecto, mi mano estaba húmeda, tenía su fragancia, tenía un hilillo blanco que resbalaba hacia su ano de la vagina, se delataba su excitación, me acerqué la mano a la cara simulando rascarme la frente y aspiré el aroma intenso de su coño. Terminé el otro lado volviendo a tapar con la mano y quedó verdaderamente perfecto y apetecible. Para terminar la hice ponerse a cuatro patas, con el culo muy abierto y le afeité todo el perímetro del ano.
Cuando terminé todo, le dije que le iba a dar con la crema hidratante para que no se le irritase, acto seguido, la empecé a acariciar con la mano por todas las partes que le había afeitado, comprobando que la excitación de ella, lejos de extinguirse, había aumentado soltando líquido de su interior hasta formar un cerco en la toalla. Al pasar por la ingle, con los sentidos ya trastornados, le rocé conscientemente el clítoris, notando un respingo y un audible aunque pequeño gemido de Paula. Al rato, ya sin crema, pues su piel la había absorbido, volví a pasar una y otra vez, y al notar su aceptación, sabiendo lo que iba a pasar, le dije que vaya calentón que teníamos los dos, ella asentó con la cabeza, seguí diciéndole que lo mejor era masturbarse, ella dijo que sí con la cabeza, por último le dije que me gustaría ayudarle con el suyo, que no podía resistirme a probar mi trabajo.
No respondió, pero no hacía falta, su mirada volvía a hacerlo por ella, así que me lancé y suavemente deposité la lengua en la entrada de su agujero, saboreando lentamente el líquido que emanaba. Ella se dejaba hacer, le levanté las piernas y dejé aún más al descubierto toda su parte íntima, estaba completamente abierta, exponía también su depilado ano, al que también comencé a prestar atención. Los lengüetazos se hicieron más intensos, me entretenía en su clítoris, penetraba con la lengua sus dos orificios, pasaba la lengua por toda su raja, hasta que cuando observé que comenzaba a estremecerse, me dirigí al clítoris, succionándolo frenéticamente, lo que hizo que terminara casi chillando, no había aguantado mucho, pero la excitación del momento y el morbo, lo justificaba.
Al terminar, abrió los ojos y con ternura me dijo que me merecía un premio, por lo bien que lo había hecho todo. Le dije que no quería penetrarla y que no hacía falta nada más, que me había gustado tanto como a ella y que podíamos dejarlo así, pero ella no quiso y me acarició por encima de los pantalones mi verga, quitándome poco a poco la ropa hasta dejar mi polla al descubierto. Sin decir más nada, se puso en cuclillas y comenzó a chupármela muy despacio, sin dejar de mirarme a la cara, se la sacaba de su boca y la restregaba sobre su lengua, pasaba la mano por todo el humedecido glande, me encantaba ver como me la chupaba mientras me miraba.
Así estuvo entretenida unos minutos, hasta que empezó a introducirse todo lo que pudo en la boca, me agarró por los cachetes del culo, abriéndolos y cerrándolos al mismo compás que la metía y sacaba de su cavidad bucal, me empezó a acariciar el culo con la yema de un dedo. Poco después noté que iba a explotar, se lo indiqué, ella me miró, y con esta me indicó que no importaba, por lo que me dejé llevar y terminé soltando mi leche en a su boca. Al momento, sacó mi polla de su boca y escupió en la toalla lo que tenía en la boca, no se lo tragó.
Minutos después, me vestí mientras ella miraba en el espejo cómo había quedado su depilado y precioso coño, mientras me decía que tenía ganas de que se la metiera. Le respondí que ya su novio mitigaría ese deseo, que prefería que las cosas se quedaran así, porque esto no había pasado. Paula me dijo que sí había pasado, pero que no se lo diría nunca a nadie, que siempre recordaría lo que hicimos, para después darme un suave beso en los labios. Un rato después me fui a mi casa, y todo siguió igual que antes.

 

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