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Con un rubio en el tren | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Experiencia gay el 02/02/2015

Comenzaba una nueva etapa en mi vida, siendo yo del interior del país, me encontraba en una ciudad desconocida, La Plata, para realizar el ingreso a la facultad de medicina. Con 18 años, las hormonas a full, no había tenido hasta la fecha ninguna experiencia sexual en el tema que realmente me interesaba, los hombres. Soy, y era en ese entonces, un flaco varonil, no dominante pero varonil al fin (No me va la onda maricona). Físicamente: 1,78 m., 78 kg., morocho rapado, fibroso, buenas patas, abdominales y oblicuos bien trabajados y el resto (tubos, hombros, pecho y espalda) definido pero no voluminoso. Siempre me apasiono la natación, el running y el gym.
Los días pasaban, y yo cada vez más caliente. Los flacos que se veían en aquella ciudad eran dignos de ser modelos de fitness. A parte de bellos, machos y con unos cuerpos tremendamente carnosos. Mi situación era tensa, no me animaba a exponer mis apetitos sexuales, así es que solo me limitaba a mirar. Algunos fines de semana, aprovechaba y me iba en tren a Buenos Aires, la capital de mi País.
Para los que no conocen, les digo que el servicio de tren era un desastre, bastante estropeado y en general nunca nadie que controlara nada. Cuestión que en uno de mis regresos, cuando estaba en la estación de trenes, esperando la salida del mío, lo veo: …era un culo, ”el culo”. Era tan musculoso que aún enfundado en jeans, podía verse su forma perfecta. Lo recuerdo como si fuera hoy, eran como dos pelotas de rugby y junto a él, su propietario, un rubio, pelilargo, despeinado, de mas de 1,80 m. (ya que era mas alto que yo) con las manos en su chaqueta, también de jeans. Se encontraba con un grupo de flacos, 5 mas o menos, charlando junto a la parte donde se unen el anteúltimo y el ultimo vagón, como esperando para subir. No lo dude, ya que ese era mi tren, subí al ultimo vagón y me dirigí al primer asiento, con la ventanilla que daba al lado de ellos. Asomado por la ventana, miraba la estación hasta que finalmente clave la vista en él. Su actitud y la forma en que interactuaba con sus amigos, a lo macho, me habían puesto la pija dura. Me miró y comencé el histeriqueo: mirar para otro lado y luego volver a mirarlo. Así estuvimos un rato, hasta que se acercó y me pidió fuego, pero tuve que decirle que no tenia (yo no fumo…) y al rato sus amigos se alejaron. El no subía, se quedaba agarrado de la baranda del tren, en la escalerilla, a un metro de mí. Así es que lo volví a mirar pero esta vez cuando me devolvió la mirada, baje la vista hacia su bulto, quería dejarle en claro que lo deseaba. Al rato, sus amigos vuelven, el tren arranca y suben. La puerta corrediza de entrada al vagón se abre, era él que se dirigía a sentarse junto a mí. Mi corazón a mil, cuando uno de sus amigos lo llama y le dice que ahí no, que iban al vagón siguiente (maldita sea!!). Tenía tanta bronca, pero me dije: -ésta es la mía, no la voy a dejar pasar. Me levante y fui a buscarlo. Llego al cubículo ese que separa un vagón de otro (tendría 3 por 2 metros, con una puerta doble a cada costado por donde los pasajeros suben y bajan del tren, y una puerta corrediza en el frente para acceder a un vagón y otra atrás para acceder al vagón siguiente), y logro verlo a través de la ventanita de la puerta corrediza. Estaba sentado mirando hacia mí, así que al rato me vio y en un rato más ya estaba abriendo la corrediza para estar conmigo. No podía creer que un rubio así me diera bola, ¿como podía mi suerte haber cambiado tanto?… como respuesta, se abre la corrediza del vagón de donde yo vine y entra un tipo, …a cagarme el clímax. Estábamos los tres sin decir nada y empecé a preocuparme ¿Este tipo se quedara todo el viaje acá?¿El rubio se bajará pronto?... Por suerte el tipo captó la situación y volvió de donde vino.
Yo: -¿Hasta dónde vas?.
Rubio:-A La Plata (Por lo menos, eso dijo). Voy con unos amigos a un cumpleaños.
Yo: -¿Tenés cuerpo de deportista, jugas a algo?
Rubio: -Soy futbolista…
Seguimos hablando, le conté de mi y luego …la charla murió. Como nunca lo había hecho antes, no encontraba la forma de decirle a este hombre que lo deseaba, que me hiciera suyo. El tiempo pasaba y de pronto uno de sus amigos vino a buscarle. Uf!!, este flaco estaba tan o mas bueno que el rubio. Era mas bajo que yo pero parecía un toro, por su cara y su terrible tórax, cinturita de mina y un culo igual al del rubio. Sus patas estaban mas desarrolladas y con unos gemelos enormes, los mas grandes que yo haya visto jamás: -¿Qué haces acá?, le pregunto. Y ahí empezaron a cuchichear pero pude escuchar que el rubio le dijo: -No, si ya estuvimos hablando… lo que pasa es que no sé como encararlo. Su amigo me mira y me dice de una:-¿Que te pasa a vos con mi amigo?. Me puse rojo y mire al piso. Entonces, se acerca y me dice: ¡Que linda putita que sos!. Y como putita, clave la mirada en esos gemelos maravillosos. El tomo mi mano y la puso sobre su chota. ¡Esa zona irradiaba calor!, cuando la apreté, me di cuenta que solo estaba abarcando su “cabeza”, ¡que animal!, nunca pensé que alguien pudiera estar así. La mía parada, llega a los 17-18 cm así que muerta me entra en mi mano, junto con los huevos. ¡Este flaco no era normal!. Volvió a tomar mi mano y la guió hasta su tronco:-Es ahí ves, dijo. Y empecé a sobarlo, a llenar mi boca de saliva, a sentir mi corazón a full… -Vení, haceme de campana Tincho, le dijo al rubio. Y el rubio se puso delante de mí, dándome su espalda y mirando hacia uno y otro vagón por si alguien venia. Su amigo me agarro desde atrás y me apoyo con fuerza, tanto que me tire sobre el rubio …y lo abrace. Todo su cuerpo era una piedra, realmente lo entrenaba mucho. Y yo, me moría de amor: -¡que rubio buena onda!, me dejaba abrazarlo, pensé. Así es que luego me aproveché y terminé apoyándole la chota en ese culo glorioso (vi las estrellas, ¡eso era un culo!), recosté mi cabeza sobre su espalda y de lo fuerte que lo abrace, me fundí en el, éramos uno. No quería que ese momento terminase. Pero los dedos de su amigo que empezaban a penetrarme, me recordaban que lejos de terminar esto recién comenzaba. Yo estaba extasiado, podían hacer de mi lo que quisieran. …El vago prácticamente ya me había violado con sus dedos, sentía mi culo dilatado, …latiendo. Al rato paró, volteo para verlo y me encuentro con “eso”: una pija, del tamaño de un tubo de insecticida (casi) y estaba poniéndole un forro. En un lapsus de sagacidad me escuche decir: -¿Me vas a coger?. Se sonrió y me lo afirmó con la cabeza. …Comenzó a puertearme, primeramente me estaba gozando, humillando pero luego ya eran intentos bruscos por introducirla (Hasta la fecha, lo único que había entrado en ese agujero eran mis dedos, cuando a la vez me masturbaba). Pero finalmente entró, no fue tan doloroso pero sentía un volumen enorme en mi recto, como si fuera la tapa de un desodorante masculino. Entonces empecé a preocuparme, ¿si eso era su glande como entraría el resto?, y el resto empezó a avanzar, muy lento pero firme. Lo estaba gozando, estaba entre medio de dos machos. …–¿Va bien?, pregunto. Para que, le dije que sí y ahí avanzo mas brusco. Empuje al rubio, necesitaba lugar, instintivamente empecé a masturbarme tratando de atenuar el dolor en mi recto. No hizo falta mucha puñeta, terminé eyaculando como nunca y con cada chorro que expulsaba, mi culo se contraía. Pero era tan gruesa esa chota, que mis glúteos no llegaban a la contracción total, podía sentirlo y el también por que empezó a gozar como loco con mis contracciones: -¡Si, si, así bebe, así!. Me dijo. Cuando acabé, la bestia me empezó a bombear sin piedad. …-¡Mas despacio, mas despacio!, le suplicaba. Pero nada, el vago me ignoraba totalmente, seguía en la suya. Hasta que me dijo: -¡Pajeate, pajeate!, acabemos juntos. –Ya acabe, dije yo. –¡Pajeate de nuevo, putita!, me ordeno. Así lo hice, seguro quería volver a sentir mis contracciones. Pero no llegue, el se vació adentro mío y lo sentí, su preservativo se infló y presiono en alguna parte de mi intestino. La saco, y tuve que llevar rápidamente la mano a mi agujero, para taparlo, lo sentía enormemente abierto. …Allí me encontraba yo, con los pantalones a medio bajar y una mano en el orto, mientras dos machos me observaban. Me sentí raro, con bronca y culpa por haber entregado el orto, y que a partir de ahora estaría roto por siempre. Levante la vista, el rubio me miraba serio y curioso por como me estaba comportando. La bestia de su amigo estaba terminando de guardar su verga, se encontraba abotonando su bragueta y yo, como idiota, quede de pronto hipnotizado, viéndolo. -¡Que putita sos!, me parece que queres que te coja de nuevo, me dijo. De pronto, hizo un ronquido, junto moco y saliva, y me largo un garzo en la jeta. -Vamos Tincho, Déjalo. Y se fueron.
No pasaron unos minutos, que de la culpa ni me acordaba. Lo único que se venía a mi mente era ese abrazo eterno que le di al rubio y su culo, carnoso, frotando mi chota (que ya estaba dura de nuevo). No hubo mucho que pensar, abrí la corrediza y me quede mirándolo. La bestia de su amigo, el que me había desvirgado, al verme se río y luego le dijo algo al rubio, cargándolo y acariciándole el pelo. Me corrí entonces para que no me vieran. …El rubio no venia y yo me estaba inquietando. Me asomo de vuelta y se estaban parando …los 5 flacos!!!. El culo se me lleno de preguntas, pero no, en vez de enfilar hacia donde yo estaba se fueron hacia adelante. …los seguí, el rubio era mi obsesión. Llegaron al próximo cubículo de salida del tren, justo cuando este paro. Habíamos llegado a una estación pero en vez de bajar por la salida normal, sus amigos empezaron a saltar hacia el otro lado, hacia las vías. Me apuré, quería decirle al rubio que se quedara (iluso!!) pero cuando llegue, justo había saltado. Y ahí me quedé, viéndolo irse: -un espíritu libre, un macho hermoso, pensé. Al subir a la plataforma de la estación de enfrente, me ve. Se da la vuelta, y se queda ahí, mirándome, sorprendido, ¿invitándome a que lo acompañe, quizás?. Pero ya era tarde, este sería el último tren, ¿Cómo volvería a La Plata?, además si saltaba, el tren de la otra vía podría estar por venir… En fin, lo de siempre, el tren comenzó su marcha, alejándonos.

 

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