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Fiesta de fin de año | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Siempre había querido hacerlo, vestirme de tía y follar con un hombre muy maduro centraba todo mi morbo desde hacia muchos meses. Ya me había cansado de ponerme la lencería de mi mujer de vez en cuando, y pasearme vestido así por mi casa, fantaseando en ser cogido por algún maduro dominante. Cuando vi. El anuncio de aquella fiesta de disfraces de noche-vieja, en un local al que solo acudían parejas de jubilados y gente mayor, mi morbo se disparó al máximo y aunque no había tenido más que alguna experiencia esporádica con tíos, mi cabeza empezó a concretar, sin poder evitarlo, todos los detalles para conseguir asistir a aquella fiesta.

Le dije a mi mujer, que me habían propuesto unos amigos del despacho salir de cena en noche vieja y empecé a conseguir toda la ropa, zapatos y complementos que me harían falta para convertirme en la putita de algún maduro.

Cuando salí de casa llevaba toda mi ropa de mujer en el maletero del coche y estuve deambulando hasta que se hizo bastante tarde, no quería entrar en la fiesta antes que empezara el baile y la gente terminara de cenar.

Cuando llegó el momento me vestí en el coche, me puse mis pantys hasta el muslo, mis braguitas tanga, mi falda de vuelo, mi sostén y pechos de silicona, un top por la cintura muy ajustado de lycra, mi peluca y me maquillé un poco. Me veía un poco ridículo, pero estaba tan caliente de verme en esa situación, que nada podría hacer que me volviera atrás.

De todas formas tomé algo de alcohol antes de entrar para darme los últimos ánimos y como pude debido a mi poca experiencia con los zapatos de tacón me dirigí a la puerta de aquel salón que se encontraba a las afueras de la ciudad de Valencia, en una zona bastante solitaria.

Creo que nunca pasé tanta vergüenza como en el momento de la entrada y tuve que aguantar alguna mirada risueña por mi aspecto. Dentro todo mejoró, la sala estaba bastante en penumbra y había bastante ambiente en la pista.

Me pedí algunas bebidas en la barra y estuve viendo con agrado que casi todos los hombres allí presentes, eran bastante mayores. Después de un par de cubatas me encontraba tan caliente y animado que salí a bailar a la pista. Bailaba sin mirar a mi alrededor intentando moverme lo más sensualmente posible y notando como de vez en cuando me tocaban el culo. Al cabo de un tiempo pusieron algunas canciones lentas y un hombre disfrazado de romano, me invitó a bailar. Yo acepté sorprendido y poco a poco pude darme cuenta que era un hombre de unos sesenta años de pelo blanco, más alto que yo y con bastantes kilos de más. Aquel romano me apretaba con fuerza y de vez en cuando baja su mano hasta mi culo apretándomelo con descaro. Me trataba como a una tía y ante mi falta de resistencia, empezó a tocarme el culo por debajo de la falda. Yo hacía tiempo que había perdido el control de mis actos y cuando me dijo al oído si quería que saliéramos a tomar el aire, yo solo pude asentir con la cabeza, mientras lo seguía por la pista como una perra en celo.

Cuando salimos me llevó hasta su coche porque hacía bastante frío, lo arrancó y nos dirigimos a un lugar más apartado. Él tocaba mis piernas y mi cabeza mientras me decía lo buena que estaba y yo en esos momentos ya tocaba su polla por encima de su faldita de romano deseando que la sacara para mí. Aparcamos, se levantó el traje de romano y me mostró su polla peluda y gorda, nos besamos y me llevó la cabeza hasta ella para que se la chupara. En esos momentos ya me decía lo buena puta que era, lo que le gustaba que se la chupara y como iba a disfrutar de mi culo después.

Yo jugaba con mi lengua en su polla tragándomela lo más adentro posible y lo miraba indecente, en un momento determinado subió mi cara, me besó y me dijo que me pusiera de espaldas a cuatro patas que quería enseñarme como follaban los machos.

Yo me di la vuelta obedeciendo sus órdenes sin rechistar y él subió mi faldita, apartó a un lado el tanga que llevaba y me acercó la punta de su polla a mi agujerito. Lo humedeció con saliva un par de veces y me fue metiendo dedos mientras yo movía el culito en señal de aceptación. El me preguntaba si me gustaba y yo decía que si con una voz un poco débil. El me gritó “Dilo más alto puta, ¿te gusta?” y yo le dije “si papito me gusta mucho”. Luego se puso un condón que parecía llevar encima y empezó a metérmela poco a poco, hasta que sus huevos tocaron con mi culo.

Me pegaba palmadas en el culo mientras me follaba diciéndome lo puta que era y como me iba a follar a partir de entonces cuándo y dónde quisiera. Después de follarme a su gusto me la sacó, se quitó el condón, me dio la vuelta tumbándome en el asiento del coche y me soltó un increíble chorro de semen en mi cara y boca. Cuando ya se había corrido se limpió y vistió como si nada, me pidió el teléfono y me abandonó allí mismo con la ropa desarreglada y llena todavía de su semen, a un par de kilómetros del lugar de la fiesta.

 

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