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Hermosa noche en el campo | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Hola a todos, mi nombre es Damián y les contaré mi experiencia en el campo de la provincia de Chaco, en Argentina. Trabajo para una ONG y tenia que viajar a un lugar alejado en medio del monte chaqueño a donde no llegan buses ni ningún medio de transporte rentado, pero de otra ONG me habían ofrecido llevarme en una camioneta 4x4 porque pasarían por esa zona, pero no volverían por mi hasta el día siguiente, así que tenia que dormir en alguna casita precaria que en mi país llamamos “ranchos”.

Llegamos cerca del mediodía, me dejaron en el lugar y ahí me quedé solo sin saber a donde ir y con un sol que parecía quemaba hasta los árboles. Pleno verano y yo con pantalones largos vaqueros, solo quería desnudarme y buscar un río o cualquier cosa que se parezca al agua. Además tenía mucha hambre y sobre todo sed, así que busqué el rancho donde debía hacer mi trabajo, que simplemente era hacer una encuesta sobre animales, y de ahí a hacer nada hasta el otro día que pasarían a buscarme.

Afortunadamente encuentro el rancho enseguida, me invitan a comer como suele suceder en el interior que la gente es muy amable, y el dueño de la casa, un campesino de unos 60 años, se fue a dormir la siesta con su mujer.

Yo me acuesto pero el calor era insoportable, no podía dormir. Tampoco había llevado pantalones cortos y no quería quedarme en slips porque en el cuarto de al lado estaba esta señora y las paredes eran tan precarias que se podía ver todo. Decidí ir afuera al pozo de agua para refrescarme, rogando que estuviera limpio y fresco. Cuando salgo del rancho me encuentro con los tres hijos del matrimonio. Todos varones, me había dicho el campesino, pero no me había dicho que eran tan lindos. Estaban los tres a caballo, con pantalones cortos raídos y sin nada arriba, sus cuerpos desnudos y sudados, llenos de músculos, sus manos grandes y marcadas por el trabajo que realizan, la simpatía de estos chicos, uno de 19. otro de 22 y el tercero de 25 años, según me había comentado el padre. Los tres me saludaron con sus amplias sonrisas. Yo no podía evitar verles sus cuerpos, cual de los tres era el mejor, los tres se quedaban con el titulo de “perfectos”. Me parecía que mi pene estaba a punto de estallar viendo semejantes monumentos. Ellos notaron que transpiraba pero no sé si se dieron cuenta que era de excitación y no por el calor. Uno de ellos me dijo que se iban al canal a darse un baño, que me podían llevar, a lo que accedí sin dudarlo, y además porque no había un cuarto caballo así que uno de ellos me llevaría. Estas invitaciones jamás hay que rechazar. El de 22 años se acercó con su caballo y me tendió su brazo para que me subiera, así lo hice, me parecía que estaba actuando yo para una película, o quizás esto es el paraíso. Subí detrás de él y los tres comenzaron en una carrera alocada hasta el canal, parece que es un juego que siempre realizan para ver quién llega primero. Para evitar caerme me sujeté fuertemente de mi guía. Y para tocarlo, obviamente. Y así lo hice, comenzando por su cintura y aprovechando cada salto para subir y bajar mis manos y tocarle su sexo. Estaba tan erecto como el mío. Me pregunté si era normalmente así, o por los golpes del galope se le paraba el pene o si le excitaba tanto mi presencia. Le pedí que frenara un poco para quitarme mi camisa, con la excusa del calor. Así lo hice y continuamos sobre el caballo, sus hermanos ya nos habían pasado y no había rastros de ellos. Disimulé que me caía del caballo para abrazarlo con todo y sentir mi cuerpo mojado con el de él. Se dejó sin quejarse ni apartarse, al contrario, se tiró un poco hacia atrás, hacia mí, y yo aproveché para abrazar su cuerpo caliente. El se reía y me comentaba algo de sus hermanos y que suelen hacer esas corridas a caballo, pero yo no lo oía, solo buscaba acercarme y tocarlo y olerlo todo lo posible, sentir con todas las partes de mi cuerpo su cuerpo ardiente. Quería romperle su pantalón y meterme su pene en mi boca y saborearlo por horas. Noté que su pantalón estaba mas roto de lo que parecía, así que podía ver que entre sus agujeros se asomaba sus bolas. Bajé mis manos hasta su bragueta y sentí el calor que salía de ahí, era un horno prendido a la mayor temperatura. Acaricié como pude su vientre, metí mis dedos como pude, llegué a sentir sus pelos y me sorprendí sentir el fuerte calor que salía de ahí. Desgraciadamente los golpes del galope hacia que sacara mis manos y tenia que intentar de nuevo. Yo aprovechaba tambien para abrazarlo muy fuerte con la excusa de que podía caerme. Mi nariz recorrió gran parte de su pelo y cuello y orejas, hasta me di el placer de pasar mi lengua por su cuello, estaba yo tan caliente que pasaba mis manos por sus axilas para sentir su transpiración, su fuerte olor a hombre de campo. Mi pene quería saltar, romper mi pantalón, atravesar mundos de la calentura que tenía.

Llegamos al canal pero estaba seco, un hombre de la zona comentó que habían derivado al canal por otra zona por la sequía. Me lamenté mucho porque aquí los hombres cuando están entre hombres nomás, se desnudan completamente y mi imaginación volaba pensando en esta compañía que yo tenía y tenerlos todos juntos desnudos en el canal.

De todas maneras nos quedamos debajo de un árbol, charlamos un buen rato hasta que cayera un poco el sol. La conversación era amena, me preguntaban de la ciudad, de mi trabajo, etc. y ellos me comentaban de qué cosas hacen en el campo.

Uno de ellos se quedó dormido, estaba boca arriba acostado y me sorprendió ver su bulto que crecía. Ellos tambien lo notaron y trataban de no reírse fuerte para que su hermano no se despierte. Entonces prepararon una soga y la ataron al árbol, luego y en forma veloz lo ataron de las manos y lo levantaron hasta que quedó de pie con su espalda contra el árbol. Sus hermanos se reían a las carcajadas y éste otro protestaba pero sin convicción, aparentemente siempre hacían este tipo de juegos. Entonces ya atado de brazos lo sujetaron de las piernas y con mucha fuerza porque se quería escapar, entonces me pidió uno que le quitara su pantalón, todavía se notaba la erección que tenia. Cuando dijeron eso pareció que se le hinchó más su pene. No lo dudé, ya nos comportábamos como amigos íntimos, así que le baje el pantalón y los tres nos quedamos contemplando la erección que tenia. Su polla parecía que iba a explotar de semen en cualquier momento. Yo me quise tirar sobre él para besarle cada rincón de su cuerpo pero se me adelantó el hermano menor y comenzó a masturbarlo. Los tres ya se reían con todo. Mientras lo hacia con una mano, con la otra sacó tambien su polla erecta y tambien se masturbaba con fuerza, lo mismo hacía el tercer hermano. Me miraban mi cara de asombro y uno me dijo: ahora vas a ver. No termino de decirlo que los tres acabaron litros de leche caliente que inmediatamente la tomaban con sus manos como podían y la metían en la cara del hermano que estaba atado, le refregaban la leche por todo su rostro, el pelo y trataban de meterle el semen en su boca. Esa era su diversión. Yo sin necesidad de tocarme me di cuenta que estaba a punto de acabar una buena cantidad de leche por el solo hecho de ver todo esto, así que pregunte si podía tambien jugar, me dijeron que obvio que sí, me saqué el pantalón y el slip y apunté directamente con mi polla al rostro del campesino atado. Nunca tuve tan buena puntería, la leche saltó a borbotones y voló por los aires directamente a la cara de los tres, que como respuesta me tiraron a la tierra en una lucha de cuerpos enredados en medio del tierral. Fue una lucha excepcional e inolvidable, los cuatro desnudos, sucios, embarrados, con semen en nuestros cuerpos, transpiración y olores mezclados. Ellos peleaban con fuerza, sus manos fuertes lograban dominarme, yo me dejaba. Quería llegar a más pero algo me lo impedía, presentía que no era el momento.

Terminamos extenuados en el piso y así sucios volvimos al rancho. Cambié de compañero de viaje, me busqué al de 19 años, con su cara angelical y su cuerpo de dios. Lo toqué “distraídamente” pero no respondió a mis caricias. No insistí demasiado, quería reservarme para esta noche. En la habitación había solo dos camas grandes, o sea que dormiría seguro con uno de ellos. Y ya estaba anocheciendo.

Cenamos todos juntos, busqué con la mirada a mis tres compañeros de habitación, necesitaba el apoyo de uno de ellos, quería saber con cual dormiría o con cual podría llegar a tener alguna aventura nocturna. Pero los tres me contestaban por igual, sonrisas preciosas pero no era lo que esperaba, sino algún guiño de un ojo, alguna otra señal. Esa tarde en éste lugar, cerca del canal, debajo de aquel árbol, nuestros cuerpos desnudos, sucios de semen y barro, me habían dejado con muchas ganas de que algo fuerte pase esa noche, podía dejarme amar por los tres al mismo tiempo, estaba dispuesto a hacer lo que ellos quisieran. Mi mente volaba altísimo, mi imaginación pasaba de una situación a otra, cuál de ellas mejor, en donde los cuatro nos revolcábamos bajo la luz de la luna. Mi polla me palpitaba con todas sus fuerzas, mi culo ardía con solo imaginarme a la noche en esa habitación.

 

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