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Mi primera vez con un primo | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Cuando yo tenía como dieciséis años, ya no era virgen en el aspecto sexual; a esa edad la más puta de las chicas de la secundaria ya me había enseñado a coger. Me había dejado penetrarla incluso por el ano, así que yo me sentía muy experimentado. Tuve un par de novias con las cuales aplicar mis conocimientos sexuales, y así pasaba mi adolescencia muy tranquilamente.

Hasta que un día, mis padres renovaron su amistad con unos tíos que hacía años no les hablaban, y tomaron la costumbre de salir cada viernes a bailar con ellos, así que todas las noches de viernes las pasaba en casa de mis tíos, compartiendo la cama con mi primo Arturo, quien en esa época tenía veinte años. Arturo era un chico normal, o eso pensaba yo, y las primeras noches las pasábamos contándonos nuestras experiencias en el terreno sexual, así que fue muy natural que él consiguiera películas pornográficas.

Veíamos cintas en las que una chica cogía con dos o tres hombres, así que era penetrada por vagina y ano, y además mamaba gruesas y largas vergas. Esas imágenes nos calentaban mucho, y al principio nos daba pena masturbarnos uno frente a otro, pero nos poníamos tan calientes que fue inevitable que acabáramos haciéndolo. La primera vez que me atreví a hacerlo frente a él, noté que se fijaba mucho en mi miembro, y que pasaba más tiempo viendo mi pene que la película.

Por ese ejemplo, me atreví a ver su pene, que era mucho más desarrollado que el mío, y llenaba la habitación de un olor muy penetrante. Una noche, al terminar la película y acostarnos, él me preguntó que si nunca había sentido deseos sexuales hacia los hombres. Yo le respondí la verdad, o sea que no, porque un hombre, según me parecía, no podía competir con una mujer en la cama. Él sin más me confesó que si tenía a veces ganas de tocar una verga, y me dijo que si yo tocaba la suya, el tocaría la mía. No me pareció el trato, y nos dormimos sin que pasara nada.

A la próxima semana, todo ocurrió normalmente, pero a la hora de masturbarnos él me dijo que si yo no quería, pues que al menos lo dejara masturbarme a mí. Accedí y él puso la película, y yo me senté frente a la televisión, con los pantalones y calzones en las rodillas, mientras él arrodillado frente a mí, masajeaba mi verga con ambas manos. Lo hacía con mucha suavidad, y a veces una de sus manos jugaba con mis huevos, calentándome mucho.

Por momentos mis ojos dejaban la pantalla y se encontraban con los suyos, y me sentía tan caliente, que pensaba que nunca había tenido un placer así, a pesar de que mi novia me hacía lo que yo le pedía. Él se había desnudado, y yo notaba su erección, que era terrible, lapiel de la cabeza de su verga parecía que iba a reventar en cualquier momento.

Sin decirle palabra, con un gesto, lo invité a acercarme ese miembro, y comencé a masturbarlo suavemente, sintiéndolo caliente en mis manos. Yo fui el primero en eyacular, llenando las manos de Arturo de un chorro de caliente leche, que se bebió inmediatamente, así que yo le imprimí mayor velocidad a mis manos para hacerlo venir a él, y cuando lo logré, por la posición en que estábamos su esperma me cayó en el pecho, pero yo no lo tomé, sino que fui al baño a limpiarme.

Nos acostamos, y él me preguntó que si me había gustado. Yo le dije que si, pero que tenía sueño, así que en sus brazos me dormí muy feliz. El próximo viernes, ya ni siquiera rentamos película, sino que desde que nos quedamos solos, corrimos a la cama a desnudarnos y repetir la escena de la semana anterior, al terminar, él me preguntó que si quería que hiciéramos el sesenta y nueve. La verdad es que una cosa era tocar, y otra muy diferente mamar, así que le dije que no me sentía listo para eso. El me dijo que estaba bien, que no quería presionarme a nada, me besó en los labios (cosa que no me disgustó nada) y nos dormimos muy juntos.

A la semana siguiente, él en vez de masturbarme, me hizo la mamada más deliciosa de la vida, a pesar de que yo le dije que yo no haría lo mismo por él; pero pasó igual que con la masturbación: acabé deseándolo, y al fin me atreví a meterme esa verga en mi boca. Me arrodillé frente a él, y al principio sólo la olí, y como el olor me gustó, pues procedí a meterla entera en mi boquita, mientras que con mi mano izquierda masajeaba sus huevos y con la derecha lo masturbaba. De repente una ola caliente llenó mi boca, y desde ese momento decidí que lo mío eran los hombres.

Terminé con la novia que tenía, y empezamos a buscar pretextos para vernos a media semana. Claro que no terminó ahí, pero dejaré lo demás para otras ocasiones. Si quierenescribirme háganlo a esta dirección.
Espero sus comentarios, gracias.

 

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