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El despertar de fiesta | Relatos Eróticos de Hetero

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Al finalizar el 94’ mi vida estaba llena de conflictos. No me sentía bien conmigo mismo. Había causado involuntariamente mucho daño, me encontraba solo a mis 26 años y mis negocios andaban de mal en peor. No resultó difícil; entonces, que cayese en un profundo estado depresivo y en un insomnio crónico que después de casi 15 días desequilibraron mi personalidad a tal punto que llegue a ingerir hasta 30 somníferos en una sola noche en un absurdo y estúpido intento por quitarme la vida. Por ello siempre digo que la noche del martes 27 de diciembre de 1994 volví a nacer, pues, las pastillas no me mataron sólo me hicieron dormir; ya que, según, los médicos mi sistema nervioso estaba tan alterado que mas bien fue una cura de sueño.

Es por ello, que de los primeros días de enero del 95’ recuerdo muy poco; pero, sé que desde que desperté a pesar de mi estado de somnolencia me dedique a reflotar mi empresa con una campaña publicitaria más agresiva y que fundé una Productora de Programas Radiales; además, me dediqué a dictar clases particulares a niños en edad escolar. Fue precisamente esto lo que me permitió conocer a Federico y a su linda hermanita Felisa.

Felisa era una adolescente muy guapa de apenas 15 años que cautivó mi atención desde que la vi. Recuerdo que todas las tardes llegaba con sus hermanito desde las tres de la tarde hasta las cinco y como era verano siempre vestía con cortas minifaldas o shorts muy pequeños que dejaban al descubierto sus frágiles, delgadas y blancas; pero, bien torneadas piernitas; que me impedían observar el resto de sus atributos y monopolizaban y centraban mi mirada en ellas. Felisa era todavía una niña y aunque estaba conciente de que era 11 años menor que yo no podía evitar el mirarla con deseo; pero, evité que lo notase. Jamás me hubiese acercado a ella si ella no hubiese dado el primer paso.

Una tarde llegó más linda que nunca luciendo un enterizo negro sobre una blusita blanca y desde que lo hizo quedé fascinado; mas aún cuando se me acercó a pedirme ayuda con una tarea y empezó a alabarme; comenzando por mi inteligencia y continuó con mi voz, mi cabello, mis manos, mi rostro dulce y así siguió hasta llegar a avergonzarme, pues, yo de ser el conquistador acabé siendo el conquistado.

El martes 14 de febrero de 1995, hicimos un Programa Especial por el Día de los Enamorados y ella se apareció en la cabina de la radio llevando una cinte de cassette para grabar parte de mi programa en el que quería que le enviase saludos. El gesto era un tanto usual entre mis oyentes; pero, viniendo de ella me resultó muy agradable.

Durante el tiempo en que se quedó en la cabina de transmisión permaneció sentada sobre la mesa de conducción y como llevaba puesta una de sus minifaldas tuve frente a mis ojos sus hermosas piernitas quinceañeras por mas de una hora. Durante ese tiempo ella bromeaba y jugueteaba como una niña traviesa dejándome realmente excitado.

En el momento en que escuchábamos el tema ECLIPSE TOTAL DEL AMOR, Felisa, mirándome tiernamente, se puso a entonar algunas partes de la canción y nuevamente me sentí abochornado. Ella lo notaba y parecía disfrutar con su juego; sin embargo, no dejaba de hablarme "de usted" y jamás llegó a "tutearme". Se arriesgó preguntarme si tenía novia y al saber que no, sonrió y añadió "Que bueno; pero debo irme ahora."

Nuestro encuentros siempre fueron esporádicos y nunca pasábamos de eventuales coqueteos más de su parte que de la mía. Nunca aceptó salir conmigo a pesar de que se lo pedí en repetidas ocasiones y eso hizo que nunca intentase nada con ella; pero, cada vez que estábamos juntos algo importante ocurría en el ambiente, creo que era lo que algunos dicen "Había química entre nosotros".

Durante el tiempo en que nos veíamos lo único que me pidió fue que le regalase un cassette de INDOCHINA, un grupo francés de rock de los 80’ y nada mas. Y el mayor acercamiento al que llegamos fue los masajes que me dio en los hombros una tarde en que me encontró muy cansado y al terminar me dejó besar una de sus manos en señal de gratitud; aunque después de ello salió casi corriendo aduciendo que estaba apurada y que su criada llegaría a recoger a su hermanito.

Pasaron los días y Felisa no regresó, incluso llegué a creer que mi gesto de gratitud la había espantado; así que, a riesgo de ser delatado, interrogué a Federico sobre la ausencia de su hermana y me explicó que estaba en cama con una fuerte amigdalitis y que no estaba molesta conmigo, pues, había notado que a todas sus amigas que llegaban a saludarla las hacía escuchar la cinta que grabó de mi programa en donde yo le enviaba saludos. Esa noche a través de mi Programa le deseé una pronta recuperación y al día siguiente me respondió con su hermano que pronto llegaría a verme.

El sábado 13 de mayo de 1995, como a las 5.30 de la tarde, cuando recogía mis cosas para cerrar mi oficina y prepararme para el Programa que emitiría esa noche desde la radio; se apareció Felisa inesperadamente. Llevaba puesto un vestido negro sin mangas y a la mitad del muslo, bastante descubierto para estar convaleciente; pero, evité comentárselo y sólo le dije después de saludarla efusivamente...:

- Que gusto verte tan..... recuperada.

- Gracias.

- Pero, pasa Feli toma asiento.

- ¿Cómo estás?, Te extrañé mucho,

- Y yo a usted.

Dijo esto mientras abandonaba su asiento y se aproximaba lentamente a mí que permanecía de pié frente a ella y ligeramente apoyado a mi escritorio para colgarse de mi cuello y besarme con una mezcla de inocencia y de pasión nunca antes advertido por mí en una mujer; pero, que recibí con agrado y asombro a la vez.

El cuerpo de Felisa emitía un inusual temblor mientras la estrechaba entre mis brazos y sus manitos intentaban acariciarme con cierta torpeza. En un momento la sentí sollozar y aparté su rostro del mío para interrogarla:

- ¿Qué ocurre Feli, estás llorando?

- No es nada.

- Vamos linda, que te ocurre.

- Es la última vez que vengo....... ya no vendré más y jamás lo veré.

- ¿Por qué, qué te pasa...no te entiendo?

- Iré a terminar mis estudios a Trujillo y no volveré porque toda mi familia se

mudará también para allá.

- Y eso ¿te entristece mucho?

No me respondió y cerró mis labios con sus besos cada vez más intensos y más apasionados. Sus manos cogieron a las mías y luego de besarlas las colocó sobre cada uno de sus juveniles y torneaditos muslos tan deseados por mí y desde entonces las palabras sobraron y fueron nuestros cuerpos los que hablaron el lenguaje de la piel y del deseo.

Ella sólo besaba mis labios sujeta de mi cuello y yo masajeaba sus muslos en movimientos ascendentes hasta ver perderse mis manos baja la corta falda de su vestido negro; mientras me invadía el deseo de poseer aquel frágil cuerpo de la niña que empezaba a convertirse en mujer entre mis brazos; pero, no queriendo ser vil me detuve un instante y buscando su mirada la interrogué:

- Feli, ¿Estás segura e querer seguir?...¿Aún hay marcha atrás?

- Mañana me iré y quizás nunca vuelva a verlo y quiero que con usted se

quede mi.....virginidad.

Sus palabras nublaron mi entendimiento y no pensé en las consecuencias ni en que Felisa era menor de edad; sólo sentí el deseo de saborear ese delicioso manjar y de verla gozar. Era mi nueva amante y aún antes de hacerla mía sabía que después se iría y que volvería a quedarme solo; tan solo como antes; pero, al parecer ese era mi destino y ya nada me importaba.

Separé a Feli de mi lado y la despojé de su corto vestido negro y regalé a mis ojos la imagen de una bella mujercita llena de deseo y de ansiedad casi desnuda. Recuerdo que llevaba puesto un delicioso conjunto de lencería blanca de encaje que la hacía lucir aún mas sexy y angelical que de costumbre. Ella se me acercó y con un cierto rubor disimulado me quito el saco, la corbata y la camisa haciendo gala de la agilidad de sus dedos. Palpó y recorrió con sus labios sin pintar mi dorso desnudo y al llegar a mi cintura me despojó con mi ayuda de mis pantalones hasta que quedar en mis bóxer que inútilmente ocultaban mi erección.

Pronto caímos en la alfombre azul de mi oficina en donde ya desnudos recreé mi vista con el contraste del color oscuro de la superficie y la blancura de su piel. Mis manos y mis labios disfrutaron nuevamente del calor de una virgen mujer y disfruté viajando por su frágil silueta hasta detenerme en ese par de senitos que sin terminar de madurar recibían las viriles caricias de mis manos y el succionar ansioso de mis labios. Mis lascivos tanteos provocaron en mi amante sin estrenar sus primeros suspiros y gemidos de placer. Descubrí el rubor en sus mejillas como prueba irrefutable de su calentura y eso me excité aún más.

Seguí entonces mi viaje descendente por su vientre plano y acaricié su monte de venus como quien acaricia a un tibio pichonzuelo antes de su primer vuelo y separé sus piernesitas para descubrir la flor de su sexualidad y al hacerlo se la lamí con tanta pasión que yo mismo me sorprendí y que a ella la desquició, pues, comenzó a jadear tan fuerte que de haber estado alguien cerca nos hubiesen descubierto y sentí las contracciones de su sexo en mi rostro y tuve la certeza de que aquella chiquilla estaba disfrutando su primer orgasmo.

La mesa estaba servida y el manjar prohibido estaba en su punto , sólo restaba saborearlo con lentitud para disfrutarla más y gozarlo mejor. Por unos segundos me levanté y masajeé la hinchada cabeza de mi herramienta mientras la observaba desnuda y abierta de piernas como una inocente niña disfrutando de su sueño infantil. Me acomodé con sutileza felina sobre ella casi sin rozarla, separé sus humedecidos labios vaginales y deslicé mi miembro por aquella estrecha hendidura de su anatomía y con un mínimo esfuerzo lo deposité en el fondo de su intimidad y ella apenas si se sobresaltó. Y pensé "En cuanto la hembra es mas joven su desfloración es mas placentera".

Ella me recibió sin molestias y con su aprobación y ayuda inicié el rutinario y cada vez más acelerado "mete y saca" que acabó llenándonos de un placer indescriptible que elevó el volumen de sus gemidos y jadeos a niveles descontrolados. Felisa y yo estábamos envueltos en la magia de la pasión y después de varios minutos acabamos estallando en un tremendo orgasmo que dejo a nuestras piernas llenas de nuestros propios jugos.

Debimos haber nos quedados dormidos unos pocos minutos antes de incorporarnos simultáneamente, nos miramos y.....

- Estuviste deliciosa.

- Eso debería decir yo de usted.

- ¿Seguirás tratándome de usted?

Sólo sonrió, nos incorporamos, nos limpiamos, nos vestimos y me pidió que no saliésemos juntos. Me besó y mientras me abrazaba dijo con cierta tristeza –"Nunca lo olvidaré"-. Mientras la esperaba que se alejase recordé la tarde en que me contó que la habían vacunado contra el tétanos en el colegio y bajó un poquito su faldita para que le viese si no le habían dejado rojita su caderita y río mucho viéndome abochornado por tal encargo.

Se había ido y tal vez tampoco jamás la vería. Nuevamente estaba solo y me preguntaba que extraño maleficio alejaban de mi vida a las mujeres que me amaban; entonces, ni sospechaba que en unos días mas conocería a quien me acompañaría el resto de mi vida.

 

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