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Noche de cine, erotismo y mucho sexo | Relatos Eróticos de Hetero

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Todo había empezado como una noche normal. Habíamos quedado para ir al cine. Éramos amigos de hacia tiempo, nos había presentado un amigo en común, por Internet. La ultima vez que nos vimos hacia cuatro meses, la despedida de esa noche fue un beso robado por su parte. Desde entonces, en nuestras conversaciones, siempre salía el tema, y nos picábamos mutuamente. Era divertido. Por fin habíamos decidido volver a quedar. En principio al cine y a casa, porque había que estudiar.

Durante la película, empezamos jugando con las manos, ambos queríamos sentir la presencia del otro. Aunque era de esperar que acabásemos liándonos esa noche y varias veces. Me encantaba como besaba, tierna y dulcemente y el lo sabia también. Pues empezó besándome así, aun íbamos poco a poco, como pensando lo que hacíamos. Después de la segunda vez se empezó a mostrar la confianza que nos teníamos. Nos besábamos con mucha pasión y nuestras manos no paraban quietas. Las mías estaban sobre su cara, me gustaba acariciarle mientras me besaba. Las suyas recorrían las partes de mi cuerpo a las que era fácil acceder, como mi pelo, mi espalda, mis piernas y mi trasero. Parecíamos dos amantes que hacia mucho que no se veían, en medio de un cine y sin reparo a que nadie nos viese. En una de aquellas cogió mi mano, la empezó a besar, paso mis dedos sobre sus labios y empezó a lamerlos y morderlos. Como me conocía! Eso me volvía loca. Pero yo también sabia lo que le gustaba, (tantas horas en el Messenger durante tanto tiempo, pues hacen que sepas todo de la otra persona) así que me acerqué a su oreja. La besaba, pero también la mordía, la lamía... Me hubiese encantando estar sola con el, en ese momento, quería desnudarle y dejar volar parte de nuestra imaginación. Así transcurrieron parte de las tres horas que duro la película, y como no era muy interesante, pues no nos preocupamos de prestar mucha atención.

Al acabar la película eran mas de las dos de la noche. Después de todo el día en la universidad estábamos con sueño, así que me llevo a casa enseguida. Paró el coche enfrente de la puerta de mi casa y empezamos a hablar pero no nombramos lo que había pasado ni dijimos nada sobre lo que queríamos que pasase. Era tarde, le di las buenas noches y le bese como despedida, pero el beso se alargo mas de la cuenta. No queríamos parar ninguno de los. Disfrutábamos mucho. Igual como antes, empezamos tiernamente pero enseguida pasamos a hacerlo con mucha pasión. Mis manos volvían a recorrer su pelo, su cara... y las suyas acariciaban mi espalda, mi escote, rozaban mis pechos y terminaban en mi culo.

Pasados unos minutos le dije que nos fuésemos de la puerta de mi casa, a otro sitio un poco mas alejado. Aceptó y nos dirigimos a las afueras de mi pueblo, allí paramos el coche. Yo no podía resistirme mas, así que me abalancé sobre el. Quería pasarme horas y horas besándolo. Se sorprendió, pero rápidamente me cogió el ritmo. Nos deseábamos. Pasó a besarme el cuello, y el escote. Sus manos se pusieron por debajo de mi jersey y me acariciaron los pechos. Para facilitar me quite el suéter y ya se encargó el de desabrochar el sujetador. Incliné mi cabeza y recorrió mi torso con su boca. Sus manos se encargaban de mis piernas, no dejaban ni un centímetro por recorrer.

Pasamos al asiento trasero, para mayor comodidad. Le quité el jersey y besé parte de su cuerpo. Entonces mis manos recorrían su cintura, que pronto se pusieron sobre su pantalón y notar así la erección que tenia. “Llevas así desde mitad de película” le dije, a lo que respondió “ y ya te has encargado tu de controlarlo” pues durante la película mis manos le habían rozado ‘accidentalmente’. Mientras tanto no nos dejábamos de besar ni tocar, me gustaba sentirle cerca y supongo que a el también. Le quité los pantalones y me quite yo los míos. Me senté sobre el a horcajadas, su cabeza caía justo entre mis pechos, sus manos en mi espalda y mi trasero, y yo no paraba de moverme. Solo paré para cambiar de postura. Deseaba tener su miembro en mis manos, en mi boca, besarlo y chuparlo y acariciarlo delicadamente. Para variar, cumplí con mis deseos y no opuso resistencia. Estuve así un largo rato. Mientras el me había apartado el tanga y jugaba con sus dedos en mi vagina, que debía estar muy húmeda a estas alturas.

Me cogió de la cabeza y con un gesto me indicó que subiese la cara, me propuso cambiar de postura. Me tumbé y el se situó entre mis piernas. Empezó a jugar en mi clítoris con su boca y a tantear el terreno con sus manos. Estuvo tiempo haciéndolo, y cada vez yo estaba mas caliente. Sabia hacer maravillas con solo la lengua y un par de dedos. Le advertí de que si seguía así acabaría conmigo, pero eso no le detuvo. Siguió y siguió. Yo no paraba de gemir. Estaba a punto de llegar y al final, pues llegué. Fue un orgasmo precioso, largo e intenso. Le tuve que rogar que parara.

No pensaba dejarlo ahí, yo había acabado pero el no, así que le empuje hacia mi. Pude comprobar que su erección no había bajado, y cogí su pene y lo pase rozando todo mi cuerpo incluida mi boca. Me detuve en mi vientre y bajé hasta mi entrepierna. Estaba empezando a volverme a calentar. Empuje su culo hacia mi, lo que hizo q me penetrara toda de una sola vez. Una vez dentro, el fue quien cogió el ritmo; primero lentamente, pero luego ya con mas rapidez y fuerza. Mientras me miraba y me dedicaba una preciosa sonrisa y por supuesto me seguía besando. Estuvimos así poco tiempo, ya que era normal que no le quedase mucho. Por fin noté como aceleraba el ritmo y como se corría. El orgasmo fue un grito ahogado pero ver su cara ya valía la pena. Yo también tuve un pequeño orgasmo a la vez que el.

Después nos abrazamos desnudos como estábamos, estuvimos así unos momentos. Al principio no hablábamos de nada, aunque poco a poco volvimos a tener conversación. Cuando miramos la hora eran mas de las cuatro de la mañana, así que decidimos que ya era hora de ir a casa. Nos vestimos y me dejo en la puerta de mi casa. De despedida le volví a dar un dulce beso, era mi agradecimiento por hacerme pasar esa noche. Antes de cerrar la puerta del coche le pregunte: “¿Nos veremos antes de cuatro meses?” Reímos los dos.

 

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