Relatos Eróticos Hetero

Universitaria caliente | Relatos Eróticos de Hetero

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Era un sábado al mediodía, mi compañero de clases Sabino me comentó que tenía una fiesta de cumpleaños en Trigueros, que irían gente conocidas nuestras, que si me iba con él, yo no tenía nada que hacer, y le dije que de acuerdo, así que a media tarde del sábado, salimos hacia el lugar de la celebración.
Una vez que llegamos, observamos que la fiesta tiene lugar en una casa de planta baja un poco destartalada, había un recibidor, con unas escaleras a la derecha que comunicaban con la planta superior, aunque estas escaleras tenían una cinta, para sugerir a la gente que se quedara en el piso de abajo, pasamos el recibidor, y nos encontramos a la izquierda una puerta cerrada, y delante de ella un espacio reservado para el dj, un equipo montado sobre tableros. A la derecha hay dos habitaciones, la primera con luz roja y una mesita para poner los abrigos y en la segunda están las bebidas, y al fondo está el patio, donde estaba la mayoría de la gente. Entramos en la fiesta de los últimos, pero nada más estar allí, acude Manu, el primo de Sabino, con unas cervezas para nosotros. Tras una primera visual a la gente que había en la fiesta, Sabino empieza a charlar con conocidos suyos, a los cuales yo no conocía, yo me dedicaba a bajar el nivel de la cerveza observando la gente que allí se encontraba reunida. Momentos después, mi compañero dejó de hablar, y me dijo que fuéramos a la habitación roja, a ver el ambiente, una vez allí, observamos a tres amigas de él, entonces nos dirigimos hacia ellas, y me las presentó, Gloria, Amanda y Alicia. Nos echamos otra copa, y nos fuimos a la pista de baile a danzar un poco.
En esas que veo a una compañera de clase, se llamaba Petra, me acerco y hablamos un rato, hasta que al rato, aparece una amiga suya, me la presenta, se llamaba Vanesa, ella era de Valverde del Camino, tenía una larga melena castaña, grandes ojos verdes, pómulos ligeramente salientes, unos labios rudos, rondaría los veinte años, con un sencillo vestido largo oscuro entallado con el escote justo para sugerir que debajo había algo hermoso. Empezamos a hablar los tres, hasta que al rato, Petra dice que ahora volvía, que iba a saludar a una amiga, seguimos conversando los dos, e incluso empezamos a bailar un poco hasta que al acabar la canción que estaba, ella me dice que se tiene que ir, eran las doce y cuarto, y ella tenía que estar en la residencia en la que se quedaba a la una.
Yo le digo que de acuerdo, que si quería que la llevaba, ella me dijo que de acuerdo, así que la llevé. Una vez en la puerta me dijo riéndose que era una pena tenerse que ir tan pronto, yo le dije que sí, y ella replicó que si no entraba antes de la una, no podría hacerlo hasta las ocho, así que se tenía que ir, a no ser que prefiriera entretenerla hasta las ocho, a lo que le respondo que de acuerdo, que la entretenía si quería, así que empecé a conducir hacia mi casa, para tomarnos una nueva copa, hasta que en el último semáforo antes de mi casa, nos miramos, y empezamos a besarnos.
Abrí la puerta de mi casa, había un silencio absoluto, me excusé para ir al baño, y cuando volví, Vanesa se había quitado el vestido, estaba en braguitas y sujetador, blancos ambos, al verla me quedé sin habla, tenía unas piernas fuera de serie, ella estaba sobre mi cama, tendida de costado y me miraba sonriendo, me acerqué, y la besé, ella se tumbó de espaldas, y comencé a acariciarle los costados y el estómago, cada vez que mis dedos recorrían su vientre, ella temblaba y reía. Le rocé los pechos con los dedos y ella se estremeció y suspiró, después los apreté con los dedos, de abajo hacia arriba, como si los amasara, ella estaba ya bastante excitada. Me coloqué sobre el costado izquierdo, ella estaba tendida boca arriba y le pase el brazo izquierdo bajo la nuca y volví a la carga sobre el seno. Poco después, mi mano se había colado bajo el sujetador, y pellizcaba los pezones. Ella me besaba la boca y el cuello, yo despacio bajé la mano y le acaricié los muslos, primero por el exterior y luego por el interior, acercándome cada vez más a su cosita. Al poco tiempo, decidí ir más allá y le froté la rajita con los dedos de la mano que estaba abierta, ella gimió levemente en mi oído y sus muslos se elevaron unos centímetros, volví a acariciarla, y ella continuaba gimiendo. Vanesa se echo sobre el costado derecho, quedando frente a mí, hice que levantara un poco la pierna izquierda, y seguía acariciándola con la mano hasta que después pasé mi pierna derecha entre las suyas y la utilicé para rozar su coñito dándole vaivenes, su respiración se acompasó rápidamente al movimiento. Ella me besaba con ansia, yo subía la mano para acariciarle las tetas. En un momento dado, noté que su respiración se aceleraba, sus muslos apresaron el mío y sus caderas se movían solas, embistiendo contra mi pierna, sus gemidos eran algo más fuertes, hasta que al cabo de un rato, se detuvo, y se quedó agarrada a mí, era obvio que había tenido un orgasmo. Mi erección estaba a media asta, pero Vanesa se quedó agarrada y no dijo nada en media hora.
Pasado ese tiempo, me puse encima de ella, Vanesa estaba boca arriba y yo a cuatro patas encima, bajé la cabeza y le besé el pecho por encima del sujetador, luego se lo quité hasta descubrir los senos y le besé los pezones, para después lamerlos y mordisquearlos deliciosamente, me metí uno de ellos en la boca, todo lo que pude, y chupé con fuerza, Vanesa arqueó la espalda y gimió con fuerza. Aproveché este momento de extrema excitación de ella y me quité la camisa y los pantalones, Vanesa me acarició el pecho con sus manos. Lentamente, bajé besando su vientre, hacia abajo.
Pasado un rato, ella me tiró de encima suya, y se colocó a horcajadas sobre mí, sonrió y me besó el pecho, el vientre, las costillas, su pelvis descendió para frotarse con la mía. Metí las manos bajo las bragas, por detrás, acariciando las nalgas redondeadas, empujándola contra mí. Vanesa después se tumbó a mi lado, y mi mano se deslizó por debajo de la parte frontal de sus bragas, ella contenía la respiración, con suavidad, froté mis dedos índice y medio contra su abertura, luego deslicé uno de ellos por su raja, que estaba perfectamente lubricada. Besé la parte interna de sus muslos, lentamente, ella con los ojos cerrados se limitaba a gemir, le quité las bragas, y quedó ante mí su pubis, el cual estaba recortadito, solo manteniendo un triangulo de pelos encima del clítoris. Besé la parte superior, luego, muy despacio, con la punta de la lengua recorrí su hendidura hasta que la introduje en su interior, rozando el clítoris, nada más notarlo, sus caderas saltaron hacia arriba, como desesperadas, Vanesa gemía cada vez más seguido y fuerte, yo continuaba, hasta que ella dio un fuerte brinco con sus caderas y se quedó inmóvil, se había corrido, su voz ronca me decía que la madre que me parió, con una sonrisa de placidez.
Tuvimos un leve implas, pero seguidamente, ella se colocó sobre mí, a horcajadas, muy despacio ella descendía, empalándola con mi verga, ella emitió un sonido de placer, ella estaba muy excitada y comenzó a moverse, arriba abajo, delante detrás, su respiración se había transformado en una sucesión de resoplidos, cada vez eran más bestiales las penetraciones, hasta que no pude aguantar más, y lancé las caderas hacia arriba, como si quisiera atravesarla, y expulsé todo mi semen, ella se quedó un instante paralizada, para después abalanzarse sobre mi pecho. Dormimos abrazados el resto de la noche, y al día siguiente cada uno tomó su camino.

 

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