Relatos Eróticos Infidelidad

Después de más de un cuarto de siglo de fidelidad | Relatos Eróticos de Infidelidad

Publicado por Torquemada el 11/02/2008

Llevaba 26 años casado "felizmente" y sin haberle puesto los cuernos a mi señora, por mucho que lo hubiera deseado en muchas ocasiones. No lo buscaba y sucedió, fue la mujer de un amigo, un día que lo llamé y no estaba, ella empezó a contarme cosas familiares que me pusieron cachondo, que sus hijos eran la leche, que le preguntaban cómo nacían los niños y ella le enseñaba en la ducha por donde salían, que cuando le decían que por allí no cabía un bebé, ella les explicaba que se dilataba mucho, como mi polla al oirla supongo. Pasados unos días la llame sabiendo que el marido no estaba, pero pidiendo por él, nos volvimos a poner a hablar y, creo que fue ella, la conversación se condujo hacia la indeferencia de los hombres por el placer de las mujeres. Yo le expliqué que, para mí, lo más placentero era conseguir el placer de una mujer, y lo triste que resultaba que una mujer, con más de 25 años casados, no sintiera pasión y nunca estuviera dispuesta a probar cosas nuevas. Ella se quejaba de que su marido iba directo a metérsela y se corría muy rápido, aunque lo decía de una forma mucho más suave, mientras yo paseaba una erección de mucho cuidado, pero me daba corte tocarme como si fuera a verme. Al día siguiente la llamé y le dije que me perdonara pero que me había puesto muy cachondo el día anterior y que me había tenido que hacer una paja, y le pregunté si ella se había excitado, me confesó que se había masturbado hasta conseguir tres orgasmos. Era como tener sexo por teléfono, me ponía como loco. Le confesé que estaba loco por correrme en la boca de mi mujer y que no me dejaba, ella me dijo que le parecía un pelín egoista no pensar en ella, le dije que yo llevaba más de 25 años lamiéndole el coñito, las pocas veces que me dejaba, pero que no había manera de que se corriera con la lamida, que se ponía muy caliente y me pedía que se la metiera para correrse enseguida y varias veces sin dificultad. Tampoco servían los dedos, la irritaban si le daba por fuera y prefería mi polla si le metía los dedos, más bien la reclamaba. Yo creo que sicológicamente no podía correrse sin la penetración, y le encantaba que me corriera a la vez que ella. Le expresé, a mi nueva amiga, mi preocupación por si resultaba que, a mi edad, no sabía manejar ni mis dedos ni mi lengua, ni los consoladores que le había comprado, y que la ponían muy cachonda pero muy nerviosa y siempre me pedía que la penetrara con la polla, mientras yo deseaba follarla con el consolador mientras me la mamaba como si estuviera con dos tíos. Mi amiga telefónica me confesó que, al oirme, se acabó pajeando en el baño mientras sus hijos alborotaban por la casa, mientras me decía que estaba segura de que lo sabría chupar y pajear y que había mujeres que no podían correrse con el clítoris. Que mi mujer tenía una suerte enorme y no parecía enterarse. Que le encantaría tener alguien así. Me contó que le ponían muy caliente las películas porno, yo alucinaba, mi amigo tenía una joya en casa y no sabía aprovecharla. Me contó que le puso como una moto una escena de una peli no porno en la que el prota le metía los dedos en el coño a la prota y se los ofrecía para chuparlos, fue en ese punto cuando me salió la leche a borbotones llenándome los calzoncillos. Hasta ese momento no se me había ocurrido que entre nosotros pudiera pasar nada, pero me empecé a obsesionar, y empecé a llamarla al móvil en los horarios que estaba sola, comentábamos escenas eróticas muy calientes y empezamos a barajar que nos podríamos ver, para hablar un poco, nada más. A los pocos días la llamé y me dijo que estaba aparcando en un hipermercado, sin decirle nada, me dirigí hacía allí, pues no estaba lejos, mientras la enrredaba con el teléfono, y cuando menos se lo esperaba, le toque en la ventanilla de su coche, después de dar un par de vueltas buscándola. Salió y nos dimos un beso en las mejillas, y nos quedamos muy cortados, hablamos un ratito y me despedí, me asustaba lo que estaba a punto de hacer, después de 26 años casado y siendo fiel. Al despedirnos, le dí un beso en la cara y ella me lo devolvió en los labios, y en ese momento supe que estaba perdido, o ganado, según se mire. La hice subir a mi coche y me la llevé al campo, a un camino recóndito, ella parecía que estuviera a punto de llorar, como si estuviera emocionada, le puse la mano en el muslo mientras íbamos de camino no sabía a donde, simplemente me la llevaba como si la secuestrara, con su consentimiento, más o menos. Era muy desconcertante. Cuando llegamos a un sitio donde nunca había estado, aparque al final de un camino, y empezamos a besarnos apasionadamente, ella me respondió muy caliente, no recordaba que mi mujer me hubiera besa nunca así, ni de novios. Le metí mano en las tetas, duras con los pezones erguidos, que rápidamente empecé a chupar, se derretía, y empecé a meter la mano en sus pantalones, me ayudó a desabrocharlos como si tuviera prisa, y le pusé los dedos en el coño, y aluciné, estaba chorreando jugos como una loca, y le metí dos dedos sin dificultad, al momento noté que se corría, no paré, le metí tres dedos y empecé a bombear hasta que se volvió a correr. Saque muy despacio los dedos y se los puse en la boca, como en la película, y me los estuvo chupando hasta que no quedo ni rastro de sus jugos maravillosos. Por aquel día lo dejamos, lo cierto es que no había pensado ni un momento en mi polla, sólo en acceder a su coñito, que resultó ser un pedazo de coño. Por cierto que me había dicho que lo llevaba rasurado en nuestras conversaciones y era mentira, porque lo llevaba peludito. Ella lleva como 20 años casada y parece ser que soy su primera infidelidad, en cierto modo nos hemos estrenado juntos, y llevamos viéndonos más de año y medio. He descubierto que sé manejar mis dedos de maravilla, que no me cuesta nada conseguir que una mujer como Dios manda se corra a lo bestia en mi boca mientras le como el coño, y que me encanta que, después de follarla y arrancarle varios orgasmos, si le pongo la polla en la boca, me la chupe hasta que me corra y se trague toda mi leche sin dejar ni rastro en mi polla al lamerla amorosamente. Me encanta que le encante todo lo que le hago, sin excepción, hasta el punto de tener que ir al médico de urgencias por un desgarro que le provoqué al intentar meterle la mano entera, no pude, sólo le caben cuatro dedos, con los que se corre como una posesa mientras rezuma jugos como una loca. Me encanta la pasión que derrocha con todo lo que hacemos juntos. Además, es posible que la situación que provoca la infidelidad añada un morbo muy erótico. Con medio siglo de edad y ella 39, creía que acabaría mis días sin resolver mis dudas sobre mis capacidades amorosas. Gracias cielo por haber despejado mis dudas, voy a morir más macho de lo que me sentía hasta ahora. No hay ni una sola mentira e todo el relato, es todo verdad, hasta donde yo sé, y me gustaría saber si os gustado. ytanaltavidaespero@hotmail.es

 

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