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En el camping | Relatos Eróticos de Infidelidad

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Cuando me senté a desayunar no podía sacar de mi cabeza lo que había ocurrido y comencé a darle vueltas a aquello empinándoseme mi polla de una manera alucinante.

Esa mañana decidimos acercarnos a la playa que había cerca del camping y al llegar a ella mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme con aquellas dos muchachas en la playa con sus tanguitas puestos y en top-less exponiendo todos aquellos encantos a todo el mundo.

Se me caía la baba al pensar en lo mucho que aquella joven me había hecho disfrutar. Cómo se me volvía a poner dura y ante la presencia de mi mujer decidí entrar en el agua y nadar hasta una barca que estaba como a unos doscientos metros y hasta allí llegó la muchacha rubia que yo había visto al principio y que me dijo que su amiga le había contado lo acontecido y que ella también quería su parte.

De espaldas a la playa, yo sentado en la barca y ella en el agua, comenzó a menearme mi verga que no tardó nada en ponerse dura y fue entonces cuando se la llevó a la boca y posó sus carnosos labios en mi verga y lamió como una posesa hasta que me corrí dentro de su boca.

Al acabar me dijo que ya nos volveríamos a ver en la ducha esa misma tarde cuando regresáramos. Volví junto a mi mujer y pasé un día de playa alucinante observándolas en todo momento.

Era increíble lo que me pasaba pues me parece que no soy una persona que arrase con las mujeres pero aquellas dos chicas me ponía a cien a cada momento. Cuando llegó la tarde y de vuelta al camping me fui a duchar para luego cenar. De camino a las duchas no vi a "mis amigas" en su tienda.

Entré en una de las duchas disponibles y salieron de una de las duchas de al lado las dos jóvenes y cerraron la puerta detrás suyo. ¡Qué placer para mi vista! Las dos jóvenes se sacaron la toalla que les tapaban sus preciosos senos y quedaron delante de mí con sus diminutos tangas.

Me sacaron el bañador y como dos auténticas alimañas deseosas de verga comenzaron a lamerme de arriba abajo y yo las empecé a acariciar. Aquellos cuerpos eran algo increíble, dulces, suaves las llené de caricias que me eran devueltas en todo su esplendor.

Se pusieron las dos de espaldas con el agua mojándonos y comencé a introducir mi dura verga en su agujeros primero en una y luego en otra, aquellos coñitos depilados eran lo más hermoso que mi verga habían penetrado nunca.

La corrida fue inmensa, las llené de leche y ellas me lo agradecieron con una gran mamada. Nos fuimos, pero aquí no se acabó todo, pero esto es asunto para un nuevo relato.

 

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