Relatos Eróticos Infidelidad

Follada con mi jefe | Relatos Eróticos de Infidelidad

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Por razones de trabajo un grupo de compañeros nos trasladamos a otra ciudad y ahí llego nuestro líder sindical. Teníamos que estar quince días, y yo venia preocupada por la infidelidad de mi marido con su secretaria. Durante los primeros días, el y yo habíamos intercambiado miradas, me gustaba, un tipo bien parecido, atlético, con dinero y poder. El no disimulaba que yo le gustaba. Una mujer de senos grandes, buen cuerpo, unas piernas sensacionales.

El primer fin de semana coincidimos en la pista de baile del hotel. Ahi bailamos un buen rato, el casado y muy conocido, debía de disimular. Lo mismo que yo, casada y con mis compañeros, no podíamos hacer otra cosa que platicar. Al día siguiente, después de un paseo por la ciudad, algunas compañeras y yo, salimos a bailar a otro lugar y sorpresa, estaba él, con otras personas. Nuevamente, ya sin tanta presión, comenzamos a beber y a bailar. Hasta que él, por fin se dispuso a bailar conmigo, ya nos teníamos más confianza, además, que yo necesitaba un ascenso en mi trabajo.

Sin embargo, de la practica un tanto seria, pasamos a cuestiones más intimas, personales y el se me acercaba más, me acariciaba las manos, con el alcohol nos habíamos puesto románticos. Después la música romántica y con nosotros quedaba solo mi amiga Mercedes. Ahí estuvimos hasta que por fin, era de madrugada y decidimos salir.

Subimos a su vehículo y el me comenzó a acariciar mis manos y me admiraba las piernas, que apenas eran cubiertas por una minifalda roja y me comenzó a acariciar mis muslos, pasaba sus manos sobre mis medias, jugaba con mi liguero, hasta que con sus dedos jalaba mis bellos, jugaba con mi diminuta tanga, me hacia cosquillas en la entrada de mi vagina. Yo sentía rico, sabroso, mientras sonreía y trataba de platicar. En cada roce yo abría las piernas y las cerraba, ya no aguantaba, pero Mercedes iba en la parte de atrás. Mientras de repente me atreví a acariciar encima de su pantalón, ahí donde estaba su pene y se lo había sacado entre su bóxer y lo tomaba con una de mis manos, le bajaba y le subía el glande, de reojo veía la cabeza, quería comerme su enorme verga, unos cinco centímetros más grande que la de mi marido, se veía súper y quería meter mi boca.

Llegamos al hotel, Mercedes y yo bajamos, nos llevo hasta nuestra habitación, había algunos compañeros, yo estaba caliente y mareada por el alcohol. Entramos a la habitación y toda la noche tuve sueños eróticos.

Por desgracia no lo vi en el inicio de semana y hasta el jueves, que nuevamente nos encontramos en el centro de la ciudad. Yo vestía un minivestido color negro, con broche enfrente, mis medias, liguero, tanga y mi bra de encaje, zapatillas de tacón alto, que estilizaban más mi figura. Y el se quedo sorprendido. Me saludo y saludo a mis compañeras. El también iba acompañado, casi obscurecía, caminamos y de repente nos habíamos perdido. El ahora me tomo de la mano, caminamos como enamorados, me beso, me invito a cenar en un lugar alejado del centro, nos besamos, estando en el restaurante sentados acariciaba mis piernas, yo jugaba con su verga. Y ahora si nada nos detenía. Subimos a su vehículo, mientras conducía, saco su verga, la mire y la comencé a mamar, toda, al fin era mía.

Ingresamos a un Motel, estaciono su vehículo, me continuo besando la boca y los pechos dentro del auto, al fin bajamos. Me tomo en sus brazos, me cargo, subió las escaleras y me arrojo en la cama, y se echo encima de mí, me beso en la boca, de ahí bajo al cuello, me bajo el cierra de mi minivestido, se comía mis senos, y yo explotaba, mientras buscaba s verga para tocarla. En el cuarto del motel había varios espejos y uno en la parte del techo. Lo podía ver, como boca abajo gozaba de mis senos, besaba mi ombligo, y luego me quitaba la tanga, solo tenia mis medias sujetadas con el liguero y mis zapatillas. Besaba mi clítoris, mi concha, y yo sentía morirme. Hasta que al fin, el estando parado lo desvestí. Le quite su camisa, mientras lo besaba en el cuerpo, baje su pantalón, y admire como estaba parada su verga, que se veía fabulosa encima de su bóxer, se veía voluminosa, y así la acaricie con la boca. Le pedí se recostara y con mi boca busque su pene, al fin era mío, lo saboree hasta las bolas.

Comencé a decirle que me penetrara, que me gozara, que yo era suya, que me cogiera, que me follara, hasta que por fin, con delicadeza, boca arriba, le abrí las piernas, me doble, las recargue sobre sus hombros y comenzó por vez primera a penetrarme. Primero la cabeza, después poco a poco introdujo su verga, hasta que no podía entrar mas, pues ya estaba toda, me alzo mas las piernas, y mientras besaba mi boca. Después me puso boca abajo, yo estaba recta, y el así, comenzó a meterme su verga, encima de mí por atrás, con ansia mi vagina era suya, una y otra vez; al rato, me recosté sobre uno de mis lados y pude ver en el espejo del techo como su enorme pene se acercaba a mis nalgas y se iba introduciendo en mi concha, yo me movía y gozaba de placer, le movía todas las nalgas. Después le dije, que me cogiera y que sentara en una silla. Lo hizo, mientras besaba mis pechos, yo me veía como una loca en su parada verga. Después me voltee dándole la epalda y nuevamente me senté en su verga, como gozaba y sus manos parecían mi sostén, sentía sus labios en mi espalda. Era de noche y el cuarto del motel tenia balcones, me llevo hacia allá, y estando parada sentí por atrás como su verga comenzaba a introducirse en mi ano y yo era virgen de esa parte, pero estaba tan caliente que no me importo el dolor al sentir su pene en mi culo, lo quería tener también ahí, mientras veía los automóviles que llegaban con otras parejas.

Al fin, sin sacarme su verga me llevo nuevamente a la cama, me quito el pene de mi culo y me lo comenzó a morder, y de repente, se comenzó a vestir, me dio mi ropa me dijo me la pusiera nuevamente, yo no comprendía, estaba caliente y no me podía dejar así, no había que hacer, yo ardía de pasión, me vestí, bajamos a la parte de la cochera y ahí, sin más, me inclino sobre la parte trasera del auto y me comenzó a follar nuevamente, era tanto el placer que sentía que al fin adentro su chorro de leche en mi vagina, y no se cuantos orgasmos tuve, pero fue un gozo increíble, aunque quedo mi ropa manchada de su semen, regresamos a la cama, y nuevamente ahí dos veces más, bajo las sabanas me volvió a coger, por mi vagina y por el culo, el resto de la semana, lo hicimos varias veces.

Ahora somos amantes.

 

Relatos Porno
Los relatos eróticos más leídos

 

ENVÍA TU RELATO ERÓTICO

 

Más relatos eróticos

Relatos eroticos