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La Calentura de mi Esposa, parte 3 | Relatos Eróticos de Infidelidad

Publicado por Anónimo el 29/01/2019

Tal y como les ofrecí una tercera parte de éstas para mí, vivencias excitantes que nunca olvidaré les narraré algunas anécdotas que me tocó vivirlas, sufrirlas y gozarlas. Ya que como les he anticipado, yo fui cornudo y no porque mi esposa Chayo hubiera sido pajuela, ofrecida o nalgas prontas. No. Yo la induje, yo la trabajé mentalmente hasta que aceptó hacerme realidad las fantasías que yo tenía. Claro que ya después y, encarrilada y con mi total consentimiento actuó por su propia cuenta, pero eso si, yo tenía que estar enterado de todo.
Acá, en Guadalupe que es un área conurbada de Monterrey es donde suceden todas estas vivencias. Sucede que a mí, me sale la oportunidad de irme a trabajar a los Estados Unidos y, yo no queriendo dejar pasarla y después de hablarlo con mi familia que ya para entonces eramos, mi esposa, tres hijos y yo, decidí que si me iba. Al fin que iba a estar trabajando cerca de la frontera, a cinco horas aproximadamente. y ´sólo estarían sin mi entre semana. Los fines, estaría con ellos. Todo transcurría bien, sin ningún problema. Luego a mi me trasladan más adentro y ya no pude venir a verlos cada semana. Dejaba pasar una o dos y venía a verlos.
Es en este lapso que mi esposa, me empieza a echar de menos por las noches, y yo a ella, desde luego. Y en las pláticas que teníamos por teléfono nos lo confesábamos. Yo le dije; no batalles, ya sabes lo que tienes que hacer, sólo que debes ser muy discreta y debes platicarme todo.
No pasó mucho tiempo cuando me dice; fíjate que hay un tipo que me está echando los perros y, la mera verdad si me simpatiza, pero no le he dado entrada.
Quién es¨?, Me dice; Ya ves que yo soy la encargada de recolectar todo el dinero aquí, y hacer el depósito.
Si, eso lo sé.
Bueno, no te vayas a reír. Es el Guardia de seguridad.
Ujule, que bajo estás cayendo.
Déjame decirte. Ya ves que ellos son policías. De la policía bancaria, son los que custodian los valores en los camiones blindados que van a los bancos a dejar y a transportar el dinero en valijas.
Si, ya sé.
Bueno, el caso era que éste hombre José Luis era un tipo alto, robusto, atlético y bien plantado y con su uniforme, pues impresionaba. Empezó a platicar mucho con mi esposa, porque se iba a esperar que preparara el depósito hasta con una hora antes de lo convenido Y mientras se la pasaban platicando. Es ahi cuando mi vieja le cuenta que yo trabajo fuera, muy lejos y que solo por teléfono hablo con ella. Y es cuando el muy cabrón le empieza a decir, que a lo mejor yo andaba por allá con otra vieja y cosas así. Desde luego que mi mujer, como ya sabía por dónde iba, lo dejaba hablar. Es cuando le digo yo, bueno pues; al cabo es nomás para que te bajes la calentura y, no te vayas a andar exhibiendo con él.
Está bien. Le voy a dar entrada, me voy a hacer la facilita para ver que pasa.
Dicho esto, no tardó él en invitarla a cenar o a comer, y Chayo aceptó. Le dijo ven por mí a la hora de salida. Y, ya después de ésta ocasión ella me platicó como es que le fue. Desde luego que cuando pasó por ella, ya andaba de civil, sin arma y sin uniforme. Fueron a cenar y después la llevó a la casa, pero antes de llegar estacionó su carrito, un VW, en el parque que está cerca de la casa, y allí estuvieron platicando y se dejó agasajar leve por él. No había que ceder tan pronto.
Todo esto me lo contó Chayo por teléfono. En ése tiempo yo la llamaba una vez cada fin de semana. Las llamadas salían a un dólar el minuto. Muy caras. Así que me compré un beeper, e inventamos unas claves que me daban a entender cosas que yo debía saber. Ya si se ofrecía, le llamaba, si nó, pues hasta que yo fuera o, hasta el fin de semana.
Es así que me cuenta que una vez que rompieron el hielo, y agarró mas confianza. Me cuenta que una noche, pasó por ella al trabajo y se encaminaron para el aeropuerto. Se parqueó a un lado de la carretera y se dispusieron a ver los aterrizajes y despegues de los aviones. Ese lugar, como estaba oscuro muchas parejas lo usaban para cachondear o fajar en los carros. Alli no iba la policía, era zona federal. Me cuenta que al llegar y empiezan a fajarse, él le pide que le dé una mamadita. Bueno, no con ésas palabras pero eso quería, este cuate. Mi vieja, que era la primer vez que se la miraba, se quedó sorprendida. Estaba bien gruesa la verga de éste cuate. Era chica, mediana; mejor dicho, pero gruesa. No la abarcaba con su mano. Así que a ella le gustó. Jamás había visto una así. Dice que se la empezó a jugar y a darle besitos, nomás pues ni de chiste le cupo en la boca. Y como el vocho es un carro muy incómodo para hacer eso, se salieron y siguieron fajándose en la oscuridad de la noche; él recargado o sentado en las polveras del carrito y ella frente a él sobándose el uno contra la otra. Hasta que se calentaron y allí mismo la acomodó en el cofre y se la cogió. Ese fue un palo memorable, dice mi vieja.
Porqué¨? le pregunté. Es que ya cuando te acostumbras a la oscuridad y miras lo que está pasando en los otros carros, si se distingue lo que uno está haciendo. Y mi miedo era que alguien me fuera a reconocer y pues prácticamente yo estaba desnuda de la cintura para abajo. Mi esposa, siempre usaba falda , por que así era su uniforme. Pues ya caliente, le importó poco o nada. Dice que le levantó las piernas y la penetró. Me dijo es de las pocas veces que me he sentido llena, apretado apretado. Pues cómo no. Tamaño trozote de carne, muy apenas me cupo en mi panocha, y vaya que no han sido pocas las vergas que me he metido. Bueno, pues yo sólo vi las de Hector y la de Frank, y si las dos estaban grandes y gruesas. No,pero la de José Luis si está rica, rica. Bueno pues me dijo que sólo una vez eyaculó adentro de ella, pero se tardó como hora y media. Con las piernas al hombro, ella encima del cofre. Después la puso empinada,ella agarrándose de la defensa del carrito, luego él se sentó en la polvera del carro y ella se trepó encima de él y se re arremolineaba, tratando de sacarle la leche, pero a la vez queriendo tardarse lo más que se pudiera, pues lo estaba disfrutando como nunca. Esta fue la primer vez que cogió con José Luis. De ahí en delante, no se lo quitó de encima, y como todos los días iba a la oficina, hasta se iba más temprano para platicar con ella. Y, dice que todos los días quería cogérsela. Pero, pues no era posible. En ese tiempo, mi esposa pagó muchas veces el hotel. Ella estaba encantadísima con él. Dice que le echaba dos palos, cada vez. Llegando, luego luego le echaba uno. así como desesperado. Ni la dejaba quitarse la ropa. Ya el otro, mas tranquilo, se bañaban juntos y volvían a hacerlo.
Tanto me platicaba de José Luis que, le dije oye; me gustaría conocerlo. Me dijo; estaría bien, yo ya le platiqué de ti, pero no sabe como eres. Una vez, le sacó copia al libro donde aparecen las identificaciones de todos los polis que están autorizados para transportar valores y ví, como era, su cara nadamás.
Entonces planeamos como hacerle para que yo lo pudiera ver, aunque fuera de lejos, sin que él supiera que yo era el esposo cornudo. Desde luego que él no sabía que yo estaba al tanto de todo y que Chayo tenía mi autorización para andar con él. Una vez, de esas que yo vine en fin de semana, mi esposa quedó de verse con él en la estación del metro Cuahutémoc y a de allí ellos se iban a ir a un motel. Así lo hicimos. De nuestra casa salimos en mi carro. Lo dejé en una estación del metro y lo abordamos para dirigirnos a ´donde estaría José Luis. Como él no me conocía, y entre tanta gente, yo dejé a mi esposa que al bajar, ella se encaminara sola y yo atrás, a una distancia corta de ella. Ahí estaba donde quedaron de verse. Se saludaron de beso, y mi esposa lo entretuvo un poco platicando para que yo los mirara y, discretamente me hizo la seña que ya se iba con él. El tenía su carro parqueado en la otra esquina y yo los ví alejarse. Esa vez, fue para mí una ocasión en que disfruta uno la cornudez. No podía regresarme a la casa, porque me iban a preguntar por ella. Anduve deambulando por ahí, mirando aparadores y pensando en que le estarían haciendo a mi mujercita y, a veces se me paraba el pito nomás de pensarlo. Como quedamos que con dos horas, o máximo tres, estaríamos de regreso. Anduve por ahi matando el tiempo y tomé el metro para irme a donde había dejado mi carro.
Chayo, duró bastante saliendo con él. Una vez, sólo una cogieron en nuestra casa, en mi propia cama. Cómo fue posible eso¨?
Resulta que había que hacerle algunos arreglos al baño de la casa, y él se ofreció a llevar a mi esposa a comprar el material y todo lo necesario. Mi esposa le dijo que si. Mi camioneta estaba aquí en la casa y nadie la manejaba. Así que un día vinieron por ella y fueron por el material. Para esto, mi mujer les dio permiso a los hijos para que fueran a la casa de la abuela y que al regreso pasaba por ellos.
Llegan, José Luis descarga todas las cajas del material y como sudó, mi mujer le dice que si se quiere bañar. El acepta y ya fresco y encuerado mi esposa no pierde la oportunidad. Atranca la puerta y se encierran en mi recámara. Lo hicieron con toda la calma del mundo y salió a relucir toda la lujuria que mi esposa tenía escondida. Cuando me lo quiso platicar por teléfono, le dije; no, espérate a que vaya yo, allá me cuentas.
Perdí la noción del tiempo. Ya no recuerdo cuánto tiempo estuvieron de amantes. El caso es que se empezó a alejar de mi esposa. Ella cree que la esposa de él lo pescó en mentiras y ya no pudo continuar con mi vieja. Lo que si e cierto es que ya ella no tuvo otro querido. Se aplacó y fue todo lo que se hizo en este estilo de vida. Con el tiempo, fuimos dejando de lado esas cosas y nos dedicamos a seguir con nuestras vidas y las de nuestros hijos.

 

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