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Mi mujer se atrevio con otro | Relatos Eróticos de Infidelidad

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Mi esposa Carmen y yo nos llevamos muy bien en todo y en la cama no iba a ser menos. Respecto a nuestras fantasías sexuales fui yo el que comenzó a iniciarla en los temas de tríos, tanto así que incluso me confesó que se masturbaba pensando en que me tiraba a otra tía delante de ella. Yo al contrario me pongo como una moto pensando en que nos la tiramos entre otro tío y yo. Esto último se lo he comentado para ver hasta dónde es capaz de llegar e incluso lo utilizamos como recurso de fantasía a la hora de hacer sexo. Pero siempre pensé que la cosa quedaría en fantasías. Que mi mujer nunca follaría con otro, que lejos estaba de la verdad.

Cierto día de Junio no me encontraba bien y decidí pedir permiso para irme a casa antes de la hora. A eso de las once de la mañana me presenté en casa y abrí la puerta con cuidado para no asustar a mi mujer por lo inesperado de mi llegada. Al entrar escuché ruido en el dormitorio y pensé que estaba haciendo la cama o limpiando. Fui despacio para ver qué hacía pues cuando hace calor se pone un vestido corto que deja su culito al agacharse y quería comprobar si era así ese día. Cuando miré por la rendija de la puerta vi a mi mujer cabalgando encima de un tío y metiéndose una enorme polla en su peludo coño. No supe qué hacer, si montar el lío o hacerme una paja. Esto último me sedujo y decidí mirar mientras mi polla comenzaba a ponerse dura.

Carmen se movía de arriba a abajo con embestidas tan fuertes que su amante gemía cada vez que su culo golpeaba los testículos de este. Vi cómo tenía su cuerpo volcado hacia delante mientras aquel tío le chupaba las tetas y con sus manos apretaba el culo de mi mujer contra sus testículos. Escuchaba el chup, chup, típico que indicaba que mi mujer está derretida y vi que por sus muslos resbalaba el flujo que salía de su coñito.

Yo sin apenas darme cuenta me estaba magreando mi verga y no podía quitar ojo al espectáculo. Carmen se desmontó y poniéndose a cuatro patas abrió sus piernas para que la volvieran a empalar. Su coño estaba muy dilatado, el follador desconocido agarró su enorme polla, ahora comprobé qué tamaño tenía y con una mano la enfiló al coñito de Carmen. La fue metiendo poco a poco mientras la zorra de mi mujer se mordía un puño de gusto y con la otra mano apretaba la almohada contra la cara. Agarrándola por las caderas comenzó un mete saca suave que fue acelerando mientras el culo de mi mujer temblaba a cada embestida. Nunca pensé a que aquél coño admitiera tanta verga pues entraba enterita y al menos eran 20 cm y mucho más gruesa que la mía.

Mientras le agarraba desde atrás sus tetas, escuché como él le decía que dónde le echaba el polvo y la zorra le dijo que dentro no que se la comería cuando llegara el momento. Al poco él dijo que se corría y tumbándose de espaldas le ofreció a mi mujer la enorme polla. Ella comenzó a masturbarla y metiéndosela en la boca provocó que un gran chorro de leche saliera de aquel rabo. El tío gemía de gusto mientras apretaba la cabeza de Carmen contra sus huevos y ella continuaba chupando sin dejar de meneársela.

Al retirar la cara vi que no salía nada de leche de su boca, por lo que deduje que se lo había tragado todo menos el hilillo que resbalaba por su labio. Continuó durante un rato meneando el rabo de su amante hasta que este se puso de nuevo tieso. Ahora le dijo que se la metiera por el culo pues ya se había corrido y no quería usar condón. Este agarró una caja de vaselina que Carmen tiene para los labios. Untó la polla y pensé que ahora si que la rompía por la mitad. La fue metiendo poco a poco y la dejó dentro para que se amoldara el culito al tamaño. Mi mujer fue la que comenzó a moverse indicando que ya estaba dispuesta. Así estuvieron un buen rato hasta que él con un gemido comenzó a correrse de nuevo dentro del culo de Carmen que se meneaba de un lado a otro como exprimiendo aquella polla mientras miraba para atrás y se mordía los labios. Al sacarla se la exprimió con las manos hasta que se le quedó floja y recogiendo el resto de la leche encima de su vientre. Fue entonces cuando mi mujer se dispuso a levantarse y yo me escondí en la cocina.

Vi que se despedían que un gran beso y una buena trincada de tetas y huevos. El amante se vistió y se largó. Yo no sabía que hacer y cuando mi mujer se metió en el baño hice como si acabara de llegar pero con la polla como un tronco y deseando follarme a aquella zorra. Al entrar en el baño se sorprendió pero no le di tiempo y cogiéndola en brazos la llevé hasta la cama. Se quedó tumbada mientras yo me quitaba la ropa y con una burlona sonrisa se me abalanzó a la polla que chupó como si hiciera meses que no follaba. Ni que decir tiene que el polvo fue de antología y no sabe que conozco su secreto. Quizás me consideren un cabrón consentido pero si pudierais comprobar cómo follamos ahora seguramente harían lo mismo que yo. Algún día le propondré un trío y creo que aceptará pues le contaré que lo sé todo

 

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