Relatos Eróticos Intercambios

El departamento | Relatos Eróticos de Intercambios

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

No podía dar crédito a lo que veía, no solo se trataba de un besito, era todo una bacanal digna de Sade, mi mujer tras 10 años de matrimonio estaba teniendo su primer relación lésbica y la estaba disfrutando enormemente, ver esos dos cuerpos hermosos revolcándose por las sabanas blancas era un gran cuadro digno de cualquier pintor famoso, pero este pintor debería ser muy pervertido para poder plasmar con su pincel esas cuatro tetas frotándose, con los pezones brillantes por el aceite que les habíamos untado unos minutos antes, esas bocas que se besaban con avidez como saciando una sed de sexo, haciendo chasquidos mezclados con gemidos y palabras de gusto, esas cabelleras que se confundían en una sola esas manos que con gran destreza se recorrían como serpientes recorriendo un árbol, y se metían en los lugares más erógenos y privados con la gracia de un ballet, pero con el instinto salvaje de dos felinas revolcándose con gran belleza, como en cámara lenta, de vez en vez se veían pero no directamente, sino a través del espejo que se encontraba en el techo, justo encima de la cama.

Estábamos esa noche nuevamente en casa de nuestros amigos Gerzon y Layla, en su departamento de solteros, para sus desmadres, un pequeño departamento en la Colonia Condesa de la Ciudad de México, decorado con gran gusto para noches de sexo, con pinturas eróticas, plataforma con tubo, velas, películas porno, disfraces, tina, todo diseñado única y exclusivamente para organizar fiestas privadas con sus mejores amigos, y sin duda nosotros éramos sus mejores amigos.

Desde que los habíamos conocido, nunca habíamos llegado tan lejos, y en realidad, habíamos intercambiado en forma soft, sin penetración solo besos y caricias se tenían permitidas, pero Gerzon y yo, animábamos a las mujeres a bailar juntas y tocarse, rozarse los pechos mientras bailaban era sumamente erótico para ambos, y parecía, bueno, ahora es seguro, que les encantaba.

Porque la forma en que se besaban, y se acariciaban era como la de un ave que de pronto esta fuera de la jaula y solo quiere volar, volar y volar mas... ya había valido madres... ahora nada puede detenernos, probablemente eso pensaban ambas, se acariciaban los pechos con una pasión y una dulzura mezclada con salvajismo pues sus manos con sus uñas perfectas y pintadas los apretaban como si quisieran reventarlos, pero sabían, como que se trata de mujeres, el punto exacto, el toque exacto entre suavidad y dureza, entre dolor y placer.

Lograron un orgasmo simultáneo maravilloso, no cabe duda que las mujeres son lo más hermoso de la creación, ver aquello, ha sido algo de lo mejor que he visto, pero seguían con ganas, y Layla fue bajando poco a poco hasta llegar al ombligo de Nadia, abrió sus piernas y le ponía aceite en la parte interior de las piernas, acariciándolas y después pasándose a su rajita, dejándola brillante por el aceite y empezó a besársela, primero, la parte exterior, besando sus labios exteriores uno por uno como de hace con una boca cuando besas el labio de arriba o de abajo, lo succionas y lo disfrutas.

Después se fue a la entrada de la vagina, húmeda y dispuesta, hasta ir subiendo poco a poco y jalando con el pulgar la parte superior hacia el pubis, puso al descubierto su clítoris, como una cereza deliciosa esperando ser devorada, pero con deleite, con suavidad y concentración, empezó a lamerla con la punta de la lengua teniendo como respuesta un gemido a cada contacto de la lengua, hasta que el movimiento de la lengua se fue haciendo más continuo y rápido, las dos gemían de placer, una besando y otra siendo besada, Nadia tuvo un segundo orgasmo todavía mas intenso que el primero, ya unas gotas de sudor se veían entre sus redondos pechos. La posición que Layla había adoptado para hacerle sexo oral a mi mujer me había puesto muy caliente porque estaba de rodillas en la cama hundiendo su cabeza en la panocha de Nadia quien estaba acostada boca arriba, por lo tanto yo la tenía muy cerca, viendo como su rajita se humedecía cada vez más, casi como suplicando... cógeme, cógeme!.

Para ese momento tenía ya una erección fabulosa, me encontraba totalmente desnudo sentado en un taburete, con los pies cruzados, apoyados en la orilla de la cama, y Gerzon estaba del otro lado con su trago en las manos disfrutando del show, sin dar crédito a lo que estábamos viendo, me hizo una señal con su cabeza y sus ojos, moviéndola hacia el lado, "adelante", me hice el disimulado, como si no hubiera entendido, pero se levantó y se acostó en la cama besando a mi mujer a medio orgasmo de una forma riquísima y ella correspondió a su beso. Fue entonces que tomé del tocador un condón, lo puse hasta atrás de mi pene, durísimo para ese momento y sosteniendo con una mano la base del pene y con la otra abriendo las nalguitas duras y redonditas de Layla la penetré por primera vez después de dos años de compartir con ellos noches de desmadre, debo admitir que mi amiga tiene un cuerpo deliciosa además de ser una dama de la cual me siento orgulloso de ser su amigo, pero en ese momento era la puta más caliente del mundo, empujaba sus nalgas hacia atrás para sentir una penetración profunda, una y otra vez, mientras Nadia mi mujer, le abría las piernas a Gerzon para que se la cogiera, estaban ambas muy calientes y no tuvimos ningún problema en llevarlas al orgasmo, se movían rico, y gritaban y nos pedían más y más.

Estábamos los cuatro juntos en la misma cama, cualquier movimiento que hiciera alguno lo sentíamos los tres, como conectados por el deseo y la pasión, una pasión que nos hacía flotar, sintiendo mi verga dura como nunca, sentía que tenía una erección perfecta, y estaba en transe, sentía perfectamente como entraba y salía de la panochita de Layla quien lo agradecía con un gemido y enderezando su cuerpo me hizo besar su boca con sabor a sexo, a sexo dulce y aquello me hizo sentir un cosquilleo por todo el cuerpo que recorría mi espalda haciendo que me contorsionara en espasmos animales que hacían que moviera mis caderas lo más rápido que podía, aquello era una verdadera pirotecnia de gemidos y movimientos, llegando los cuatro al orgasmo, las mujeres lo disfrutaban y celebraban besándose en la boca mientras Gerzon y yo seguíamos moviéndonos para disfrutar hasta el último segundo de aquel momento...

Y ahí estábamos los cuatro, desnudos, en silencio, acostados uno al lado del otro, con las miradas fijas en el espejo ubicado en el techo de la habitación.

 

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