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Nuestra primera cita a ciegas | Relatos Eróticos de Intercambios

Publicado por Anónimo el 08/02/2007

Muchas veces habíamos comentado en nuestros momentos de pasión que a los dos nos gustaría tener una experiencia distinta, y después de valorar los tríos (dos chicas y un chico o dos chicos y una chica) decidimos que lo mejor seria hacerlo con otra pareja, ya que seria más excitante para ambos.


Comenzamos a chatear en Internet con otras parejas que disfrutaban de los mismos gustos y después de muchas dudas, decidimos ahondar más con otra pareja que tenía rasgos similares a los nuestros. Mi mujer está excelente, pechos duros, de punta y turgentes, un culito impresionante y una boca que besa de ensueño, yo algo mayor que ella soy de talla normal tanto de cuerpo como de pene, pero soy de los que les gusta que la mujer disfrute y tengo una polla de buena talla.


Tras andar varias semanas chateando con la mencionada pareja decidimos proponer una cita sin compromiso, a lo que accedieron de inmediato. Quedamos un sábado para cenar en un restaurante y concretamos que cada uno elegiría como iba vestida la pareja contraria del sexo opuesto, es decir mi mujer indicó como iría vestido él, yo como iría vestida su mujer y ellos hicieron lo mismo.


Mi mujer eligió que él fuera con un tanga y un pantalón de vestir con una camisa ajustada negra en la que se marcara su torso. Yo dije que ella fuera con unas medias negras con liguero un tanga rojo y una camisa transparente con botones y que no estuvieran abrochados hasta arriba. Él dijo que mi mujer llevara unas medias de rejilla con liguero con un vestido negro lo más corto posible sin serlo demasiado y un buen escote.


Mi mujer y yo así lo hicimos y cuando llegó la noche de la cita estábamos tan excitados que tuvimos que hacer el amor antes de acudir a la cita. Cuando llegamos al restaurante, allí estaban, tal y como habíamos indicado. Nos presentamos, nos sentamos y empezamos a disfrutar de la cena mientras cada vez más orientábamos nuestras conversaciones hacia el sexo.


Me quedé sorprendido cuando advertí que mi mujer que era la más reacia, hablaba y reía sin ningún pudor de lo que nos gustaba hacer.


Después de la cena nos dirigimos a una discoteca cercana para tomar unas copas y allí la cosa se calentó más todavía. Estábamos bailando y Robert (El marido de ella) preguntó si queríamos tomar algo. Se dirigió a la barra y Geni (mi mujer) le acompañó. Mientras bailaba con Sofía (la mujer de Robert) nos acercábamos y restregábamos cada vez más, mientras vimos a Geni y Robert en la barra muy pegaditos dándose unos restregones que nos estaban poniendo calientes a los dos.


Al momento volvieron y comenzaron a poner lento, de inmediato Robert pidió de bailar a mi mujer y se fueron a la pista, yo quedé con Sofía sentado y comencé a acariciarle la espalda diciéndole al oído que estaba muy buena y que me estaba poniendo cachondo, a lo que ella respondió con un impresionante beso en la boca. Cuando dejamos de besarnos ambos miramos a la pista y vimos como Robert besaba a mi mujer en la boca apasionadamente, mientras con una mano le tocaba su espectacular culo, metiendo un dedo por debajo de la falda. Ella a su vez se apretaba contra él para notar su pene erecto.


Esto nos puso más cachondos todavía y Sofía empezó a tocarme la polla por encima del pantalón mientras yo le metía mano en sus duras y grandes tetas. A los pocos minutos ellos dejaron de bailar y se sentaron junto a nosotros y tras unas breves miradas cómplices decidimos irnos a nuestra casa.


Cuando llegamos, pusimos unas copas, luz tenue y música para el momento, y comenzamos a bailar cada uno con su pareja, Geni me estaba diciendo que estaba muy excitada cuando sintió la mano de Robert que se metía por debajo de su falda y empezaba a masajearle el coño. En ese momento cambiamos de pareja y comencé a tocar el culo de Sofía mientras ella me desabrochaba el pantalón y empezaba a frotar mi polla dura.


En pocos minutos estábamos los cuatro desnudos y mientras mi mujer le hacia una impresionante mamada a Robert y este a su vez se besaba con su mujer yo agarraba a Sofía por detrás cojiéndole los pezones y restregándole la polla por su culo.


Casi sin darnos cuenta, ellas empezaron a besarse en la boca mientras se abrazaban y Robert se acerco por detrás de mi mujer y yo por detrás de la suya y mientras nos restregábamos empezamos a besarnos. Tal fue la excitación que me agaché y comencé a comerle su dura polla mientras su mujer me la comía a mí y mi mujer ponía sus duras tetas en la boca de Robert para que se las comiera.


Robert tumbó a mi mujer y empezó a follarla como un loco, y su mujer empezó a comérmela, cuando más dura estaba la acercó al culo de Robert y la introdujo todo lo que pudo y mientras yo lo follaba ella me puso su coño en la boca para que se lo comiera.


Estaba tan cachondo que me tumbé en el suelo y su mujer se sentó encima de mí introduciendo mi polla en su coño caliente. Mientras tanto Robert se había tumbado en la misma posición que yo y mi mujer estaba sentada encima de él, con su dura polla dentro de su coño. Momento que yo aproveché para lubricarle el culo y follarla por detrás. Esto la puso tan cachonda que se corrió al instante y nos pidió que siguiéramos que quería correrse una segunda vez, a lo cual accedimos y ella consiguió correrse otra vez.


Sofía protestó, y para calmarla me tumbé en el suelo y su marido le introdujo mi polla en su coño, para inmediatamente él follarla por el culo hasta que se corrió. Exhaustos los cuatro decidimos que nos pondríamos más cachondos todavía viéndonos follar cada uno con la mujer del otro.


De inmediato Sofía y yo nos sentamos en el sofá mientras ellos empezaron a bailar delante de nosotros tocándose y besándose. Geni se arrodilló y comenzó ha hacerle una mamada de órdago y mientras le acariciaba los genitales se metía toda su polla en la boca gritándole que quería su leche en su boca. Él la puso a cuatro patas y comenzó a follarla mientras le estiraba de los pezones y cuando se corrió la primera vez se la sacó del coño y se la empezó a follar por el culo hasta que se volvió a correr, fue entonces cuando la metió en su boca y descargó toda su leche alcanzando una corrida increíble, mientras mi mujer gozaba lamiendo su leche.


Por fin nos tocaba a nosotros, ellos se sentaron y yo empecé a comerle el coño a su mujer mientras ella me hacia una mamada espectacular en la postura del 69. Luego empecé a follarla y alternativamente se la metía en el culo y en el coño, hasta que se corrió dos veces seguidas. De inmediato descargué mi leche en su boca y ella se la tragó poniendo cara de viciosa y diciéndome que quería más.


Aunque estábamos satisfechos ellas decidieron satisfacer su sexo más todavía. Y mientras Robert y yo estábamos sentados en el sofá ellas empezaron a tocarse y comerse los pechos y el coño. Los dos nos pusimos muy cachondos viendo el espectáculo lésbico y ellas disfrutaban como locas mientras se masturbaban la una a la otra y se besaban todo el cuerpo, hasta que empezaron a gemir las dos como locas y se corrieron.


Nos pidieron entonces que hiciéramos lo mismo nosotros, y como yo anteriormente ya había penetrado a Robert, fue él, el que después de acariciarnos, besarnos y chupárnosla haciendo el 69, la introdujo en mi culo y me embistió hasta que nos corrimos, lamiéndonos después los penes hasta dejarlos limpios.


Complacidos los cuatro y satisfechos por la noche que habíamos pasado nos fuimos a dormir cada uno con su pareja y cada uno en su habitación y empezamos a follar otra vez hasta que nos dormimos. Pero la sorpresa fue cuando a la mañana siguiente nos despertamos y habíamos vuelto a cambiar las parejas, pero ya en la intimidad. Ninguno sabíamos que había hecho la otra pareja en la habitación de al lado.

 

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