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Acosada por mi jefe | Relatos Eróticos de Lesbicos

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

La historia que van a leer no es nueva, ya que ocurrió hace muchos años, pero la escribí hace 5 y la subí a una comunidad de MSN, en una época en la que vivía desesperada por sexo, por esa razón escribía y me excitaba recordando aquellas aventuras. Hoy estoy cambiada, me he casado y mi vida se tornó más equilibrada, más segura, más serena. No reniego de aquellas andanzas, pero realmente no fueron más que horas de placer, que no me dejaron nada más que eso. Si me preguntan si me gusta recordar todas esas horas, les digo que si, pero no volvería a cometer aquellos excesos, aunque sin embargo, me encanta llenar mi cabeza de vez en cuando de aquellas sensaciones pasadas, total ya no pueden hacerme daño alguno.

Tuve que corregir levemente el texto original porque realmente tenía demasiados errores de ortografía, pero fuera de eso, todo está como hace 5 años. Espero que les guste y si esta tiene aceptación de parte de ustedes, tal vez le mande otras historias de la misma época y hasta quizá escriba alguna nueva, si el tiempo y el pudor me lo permiten.

Desde muy joven traté de aprender todo lo que pudiera sobre sexo, leí varios libros que tomaban la sexualidad con seriedad y apliqué cada conocimiento en mis relaciones y eso me hizo una excelente amante, conocí hombres que me educaron sexualmente, algunos me enseñaron lo que se debe hacer... y otros todo lo contrario, de esa manera los fui estudiando, conociéndolos, sabiendo cuales eran sus deseos más ardientes, sus temores, sus ansiedades, sus fantasías más prohibidas, aquellas que ni locos le contarían a un amigo. Todo esto me llevó tiempo y mucha paciencia, pero los resultados fueron excelentes, porque hoy ellos casi no tienen secretos para mí. Esta "graduación" me llevó a atravesar muchas barreras que quizás otras chicas no se atreverían a pasar, el sexo oral fue una experiencia temprana y tal vez la barrera más sencilla de cruzar. Luego llegó el sexo anal, y aquí sí, marqué diferencias con mis congéneres, ya que muy pocas se atrevían a "entregar la cola", y las que lo hacían, accedían solo por satisfacer a su hombre y no como una experiencia buscada y disfrutada.

En cambio yo siempre lo hice por puro placer y lo gocé a fondo, valga el juego de palabras. Fue justamente este deleite mío por el sexo anal, lo que me hizo tan solicitada por los hombres que se movían en mi círculo de amistades, y a medida que fui creciendo mi cuerpo se fue tornando cada vez más imponente, mis pechos, bien desarrollados, eran muy llamativos y se convirtieron en el centro obligado de las miradas masculinas, y mi cola, firme y bien modelada, era blanco de los piropos más osados. Y yo consciente de mi belleza, potenciaba el efecto que producía mi paso, con blusas semitransparentes, pantalones de hilo súper ajustados, minifaldas cortísimas, o cualquier otra prenda que me permitiera provocar, y les juro que lo lograba, casi siempre usaba colores pasteles o blanco, para hacer resaltar mi negrísimo y largo cabello.

Por supuesto que esta actitud mía me trajo algunos problemas, porque los hombres me acosaban y no querían aceptar el NO tajante que les proporcionaba si no me gustaban, incluso hubo un par de veces que debí recurrir a la amenaza de ir a la policía si no dejaban de insistir, pero en el fondo me divertía. y la otra consecuencia fue el odio que me tenían las mujeres, que veían en mí al mismo demonio, una mujer inescrupulosa que solo quería robarle a sus hombres, y esto sí que no lo hacía, jamás salí con un hombre casado, al menos no me enteré que lo fueran, pero mi fama me jugaba en contra. Y sucedió que un día llegó a la empresa en la que trabajaba, una chica de 29 años, 8 más que yo, que acababa de cumplir los 21, que realmente era muy linda, ahora lo puedo decir, pero en ese momento, ni en sueños lo reconocía, y esta muchacha pronto me tomó antipatía, quizás instigada por las demás chicas que veían en ella a la mujer que me destronaría como la más hermosa del lugar. Muchas veces pasaban a mi lado y ponderaban la ropa de Laura,(ese era el nombre de mi rival), el cabello de Laura , las piernas de ella, su inteligencia, etc, y lo hacían con el solo objetivo de incomodarme y hacerme rabiar, cosa que consiguieron enseguida pero que jamás demostré.

La cuestión es que está señorita me trataba bastante mal, además era sub jefa de personal, por lo que estaba bajo su mando( yo era secretaria), y cuando estábamos solas siempre me hacía referencias sobre un ex-amante mío que en ese momento salía con ella y siempre remataba su comentario con una sonrisa burlona y mirada sobradora. Yo por dentro me mordía para no insultarla pero por fuera era un estanque de agua calma, ya que no mostraba ningún signo de interés. Esto siguió así por mucho tiempo, casi un año, y a medida que el tiempo corría ella aumentaba su animosidad contra mí, y esto hizo eclosión un día mientras estábamos solas en un ascensor, ella entró detrás de mí y se quedó en un costado mirándome, cuando comenzó a subir ella lo detuvo y me preguntó porque no me iba de la empresa, ya que nadie me quería ahí, y que les haría un gran favor a todos si me retiraba. Yo me la quedé mirando un poco asustada porque noté odio en su mirada, y no le contesté, entonces ella siguió acercándose hasta quedar casi cara a cara conmigo, y me dijo que si no me iba, ella tenía maneras de hacerme renunciar, todo esto sin dejar de sonreír sobradoramente, yo me sentía confundida y furiosa al mismo tiempo y no sabía como reaccionar, traté de mantener la calma, al menos exteriormente y creo que lo logré, casi la agarro de los cabellos, pero eso le daría la excusa para echarme, fue un instante en que no sabía como iba a reaccionar, yo estaba entre ella y la pared, ahí casi pegadas, y ella con su maldita sonrisa, sentí deseos de borrársela, pero no sabía como, pensé en insultarla, en amenazarla, pero esto no daría resultado, y casi sin pensarlo y sin saber porqué, le di un furioso beso en la boca.

Ella retrocedió confundida, como si no entendiera lo que había pasado, (de hecho, yo tampoco lo entendí, lo juro) y trató de accionar el ascensor, cosa que logró después de varios intentos, se quedó en un costado, sin mirarme, y eso para mí fue maravilloso, ¡Había borrado aquella sonrisa!, me sentí tan eufórica que en ese momento no había reparado en lo más obvio, por primera vez en mi vida había besado la boca de una mujer, y eso no me disgustó para nada, a pesar que lo imaginaba como algo que me repugnaría. Antes de que se abrieran las puertas del ascensor miré a mi rival, que seguía con la mirada en el piso, todavía confundida, y noté algo de lo que no me voy a olvidar nunca, debajo de su blusa, se marcaban nítidamente sus pezones, y recién ahí entendí el motivo real de la confusión de Laura, aquella mujer ¡estaba excitada!, y para mí fue como tocar el cielo, ¿sería posible que yo hubiera logrado vencer a mi enemiga de aquella manera?. Antes de salir la miré y le dije- Por favor, no me persigas más, me pone de muy mal humor, y cuando me enfado no sé como voy a reaccionar, ¿Entendés, mi amor?, deje caer el "mi amor" con suavidad y mirándola con aire de inocencia, y dicho esto me salí del ascensor con tal tranquilidad que aún hoy me asombro de mi misma.

Laura tardó mucho tiempo en volver a hablar conmigo y aparentemente nunca le contó a nadie lo que pasó en aquel ascensor, y yo guardo el mejor de los recuerdos de aquella tarde, en que por primera vez, tuve el primer contacto lésbico, que aunque inocente, ya que fue solo un beso, estuvo cargado de emoción. Y pensar que una vez un amante me propuso formar un trío con otra mujer y yo le respondí con un soberbio cachetazo, al tiempo que le gritaba- ¡Yo no soy tortillera!, pero bueno a veces las cosas se dan así, sin proponérselo. Y sobre Laura la cosa no termina allí, después de aquella vez, hubo otro encuentro, aunque eso lo dejo para la próxima.

 

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