Relatos Eróticos Lesbicos

Entre la arena y el agua, Coronas | Relatos Eróticos de Lesbicos

Publicado por Ivan Vorpatril el 06/09/2023

La playa siempre se me hizo un lugar perfecto para ligar, pero nunca pensé que allí otra chica consiguiera ligar conmigo. Básicamente yo era heterosexual practicante, a ser posible muy practicante, vamos que me encanta el sexo. Pero entonces encontré más de lo que pretendía.


Tomaba el sol en top less para provocar a los chicos y esperar que alguno se me acerque. Mis braguitas de bikini se habían ido reduciendo a la mínima expresión. Procuraba ponerme el bronceador de la forma más sensual posible, acariciando mi propio cuerpo.


Cuando alguien a mi lado extendió una toalla y se tumbó en la arena. Miré hacia allí de reojo para no ser demasiado descarada. Vi una chica rubia y voluptuosa, de amplias caderas y muy generosos senos apenas cubiertos por su bikini. No me importó, podía ponerse donde quisiera.


Yo soy pequeña morena y como hago mucho ejercicio mis músculos se marcan en la piel muy bronceada. La verdad es que tengo un aspecto un poco masculino. Pero mis pechos pequeños y firmes están ahí para mostrar una feminidad desatada. Mi cadera es estrecha y el culito respingón, los muslos largos con los músculos definidos.


El minúsculo tanga blanco procedente de un sex shop hacia resaltar aún mas el moreno de mi piel o el negro azabache de los abundantes rizos del pubis que la poquedad de la licra no llegaba a contener.


Decidí mostrarme como buena vecina, la saludé y me presenté. Ella se llamaba Coronas y está verdaderamente buena, una chica maciza, una curvy sexy. Parecía que me miraba con deseo. Después de haber provocado esa mirada en muchos chicos sabía reconocerla.


- ¡Hola! Soy Olga, ¿te vas a poner aquí?


- Si no está reservado, si claro.


- No, para nada, adelante.


Y le dediqué una sonrisa. Pensaba que las dos juntas con nuestros cuerpos casi desnudos, atraeríamos más miradas, a más chicos.


Mirando mis pechos al descubierto. Mi oscura piel haría un bonito contraste con la suya más clara para los chicos que pasaran cerca de nosotras. Mientras ella estaba pensando en cómo acariciar la mía.


Había gente a nuestro alrededor y ella tenia que empezar con cierta prudencia. Pero en algún rincón de mi mente ya sabía que ella iba a entrarme. Me dijo que le vigilara sus cosas mientras iba al chiringuito cercano a por unos refrescos.


- Voy al chiringuito, ¿me vigilas mis cosas?.


- Pues claro.


- ¿Quieres algo?.


- No gracias, tengo de todo.


Al volver yo estaba sentada mirando hacia el mar despistada y pasó una de las latas heladas por mi espalda. Me rei de la broma pues la verdad es que necesitaba refrescarme un poco. No solo por el calor del sol. Y acercamos un poco mas las toallas hasta que quedaron pegadas.


- ¿Me pones bronceador?


- Pues claro, túmbate.


Luego me pidió que le diera bronceador por la espalda. Lo que cumplió su misión nos permitió un mas intimo conocimiento aparte de las primeras de inocentes caricias.


Solté el nudo de su sujetador para no mancharlo. Pude masajear sus dorsales con fuerza y parecía que le gustaba. Cada vez que me inclinaba hacia un lado veía sus preciosos y voluptuosos pechos sobresalían por sus costados aplastados sobre la toalla.


La braguitas de su bikini tampoco era muy grande. Apenas tapaba su culo poderoso. Así que también tuve que poner bronceador por allí. Y estaba claro que le gustaba.


- No te cortes, nena. El culo también se quema.


Al poco rato ya charlábamos como viejas amigas y allí comenzó nuestra relacion. Yo le contaba como me gustaban los chicos, como me encanta follar, en todas las posturas posibles y de donde había salido el tanga.


- Es un tanga muy bonito, parece casi trasparente.


- Es una travesura. ¿Te cuento la verdad?.


- Pues claro. Mientras voy a atarme el suje.


En estas era ella la que me estaba poniendo crema a mí. Desde luego se cortaba mucho menos que yo. Aprovechó para sobar mi cuerpo por todas partes. Y esas caricias me estaban gustando, mucho.


No sé si lo de volver a ponerse el suje lo hacía adrede para provocarme. Ocultar sus pezones a mi vista. Mantener el misterio unos momentos más.


- Compré el tanga en una tienda erótica. En realidad no sé si es un bañador. Pero a quien le importa y ¿a que me queda bien?.


- Te queda fantástico. Estoy pensando en buscar algo parecido para mí.


- Menos mal que me echas un piropo por fin.


Ella me contó una triste y no del todo verdadera historia sobre una prima suya lesbiana. Un cuento, vamos, sobre cómo a ella le habían empezado a gustar las chicas. A mi me picó la curiosidad.


- ¿Tú eres como tu prima ahora?.


- No del todo. He tenido experiencias con chicas y me han encantado. Pero también sigo haciendo cosas con chicos. No eres la única a la que le gusta el sexo. Desde luego.


- Sinceramente creo que eso nos pasa a muchas aunque no se atrevan a decirlo.


Aunque nunca había tenido esas inclinaciones mi filosofia es que hay que probarlo todo aunque solo sea una vez en la vida.


Eso y con la bien fundada sospecha de que Sara quería ligar conmigo me hizo decidirme. Podría probar y ella es muy atractiva. Le di un piquito en los labios con la intención de pasar a mayores en cuanto pudiera.


- ¿Nos bañamos?.


Nos metimos en el agua lo que nos permitió acariciarnos con disimulo y sin que nadie se fijara en nosotras. Pasamos un rato jugando y yo sentia sus manos por todo mi cuerpo. La sensación era muy agradable.


Tampoco se cortó nada durante el baño. En cuanto el agua nos cubrió por encima de la cintura noté sus manos en mi cintura sujetándome y sus labios buscando los míos. Yo había sido la primera que la había besado así que respondí abriéndolos y esperando su lengua.


El ser deseada y acariciada así por otra chica me hacia sentir caliente, aunque para eso no hace falta mucho. Deslizó una de sus manos bajo mi tanga para rozarme el coñito. Estaba muy mojada y no era por el agua del mar. Fue solo un segundo pero me encanté.


Yo le acaricié, por fin, los enormes pechos dejándola en top less como yo estaba. Mis manos se aferraron solas a aquellas dos preciosas masas de carne. Todo el tiempo que ella me dejó estuve amasándolas.


Me llevé su sujetador como trofeo en la mano. Ella me persiguió entre risas y cuando me dejé coger se dedicó a amasar mis tetas mucho más pequeñas que las suyas. Tenía los pezones duros como guijarros de río.


- ¡Que duras las tienes!


Volvimos a las toallas y una nueva ración de bronceador nos permitía seguir acariciándonos casi sin disimulo. Yo deslizaba una mano entre sus muslos cada vez mas arriba hasta el bikini. Lo que me permitían sus piernas abiertas.


- Como separes más los muslos se van a dar cuenta.


Visto que allí no hacíamos nada más "interesante" me decidí a invitarla al apartamento que tenía alquilado durante las vacaciones. Ella se puso un ligero vestido de falda corta y amplios escotes sin preocuparse del sujetador. Yo me puse unos vaqueros muy cortos y una camiseta que dejaba mi vientre al desnudo de los que me libré de inmediato al cruzar el umbral.


- Como si estuviera en tu casa.


La invite a ponerse cómoda, se sacó los zapatos y nos sentamos juntas en el sofá. Se lanzó a por mí casi de inmediato y yo solo con mi breve tanga se lo había apuesto muy fácil.


- ¡Bésame! Cielo.


Me cogió un pecho mientras se sinceraba conmigo y me contaba que era lesbiana desde hacía cinco años. Me dio un beso de amante en la boca poniendo en ello toda la pasión, lengua y saliva, de la que era capaz y era capaz de mucha.


- Adoro estas tetitas.


- Y yo estas tetazas. Coronas.


Yo no pude, ni quise, reaccionar en contra una vez decidida a hacer el amor con esa belleza no me iba a mostrar tímida. Y me encontré entre sus brazos. sintiendo sus caricias en mi piel, en toda ella. Me besaba en el cuello y hombros y comenzó a acariciame los muslos cada vez mas cerca de mi ya por entonces muy húmeda vulva.


- Voy a saborearte.


Yo casi sin darme cuenta le estaba devolviendo las caricias y besos deslizando mis manos por debajo de la ligera tela de la falda hacia su coñito. Se me hacia muy fácil seguir su ritmo o incluso adelantarme a ella. Muy suavemente como hacía con los chicos la besé en los hombros, deslizando los tirantes del vestido y bajé por los pechos amplios hacia los pezones sonrosaditos que me metí en la boca. La hice gemir.


- Pues para ser tu primera vez con una chica me estás llevando al cielo.


Con los chicos eso es automático, la mayoría de ellos no saben que eso podria excitarlos. Con ella fue algo sensacional sentir como se ponían duros bajo mi lengua mientras mis dientes recorrían sus areolas suavemente. Los chupé y mordí con deseo y alrededor de ellos los suaves montes de carne dulce que formaban sus tetas. Solo rozándolas con mis labios y alrededor de ellos por sus costillas, cosquilleándola con mis labios, dientes y lengua.


- Cómemelas, cielo.


Y bajando por su vientre siguiendo la tela de su vestido que bajaba por su cuerpo. Levantó el culito del sofá lo justo para que se los sacara por los muslos blancos y fuertes. y quedara solo con la escasa braguita del bikini. Besé su piel alrededor del breve triangulo de tela que me ocultaba su coño.


- ¿Es tu primer coñito?.


- Si, preciosa.


- No hay prisa, disfrútalo.


Ella misma se lo sacó para permitirme el libre acceso hasta la mas rica almeja que probaron mis labios. Abrí los que ella tiene allí con los dedos no sin antes lamerles de la sal del mar con mi hambrienta lengua que no tardó en introducirse lo más que pudo en la húmeda y caliente gruta de la que brotan todos los placeres. Jadeaba así que debía estar haciéndolo bien.


Encontrando su clítoris al que dediqué grandes atenciones y caricias. Para ser la primera vez que chupaba un coñito no debía estar haciéndolo mal pues ella me regalaba los oídos con los más ardientes suspiros y gritos de goce de los que había disfrutado en toda mi vida. Yo entre sus piernas todavía conservaba el tanga completamente húmedo por mis propios jugos.


- Me he corrido, cariño. Bésame.


Ella lo agarró y me lo saco por las piernas dejándome totalmente desnuda a su vista. Me cogió de los sobacos y me izó con suavidad hasta que mi cara volvió a quedar a la altura de la suya y volvimos a unir nuestros labios en un cálido y apasionado beso. Ella disfrutó su propio sabor en mis labios.


- Me gustan tus caricias.


Deslizaba las manos por todo mi cuerpo. Mi espalda, las piernas y pronto el triángulo de vello negro bien recortado que me dejó encima de mi pubis y el organo de placer que ese pelo apenas esconde. No me depilo del todo. Con sus dedos abrió un poco la entrada y comenzó una lenta penetración sin olvidarse de acariciar por el camino el clítoris.


- Dijiste que te gustan los chicos.


Dijo con una risita. Con uno de los dedos de la otra mano alcanzó el agujero de mi ano que también forzó para completar esa consentida iniciación lésbica, que cada vez me proporcionaba más placer. Desde luego no era virgen por el culito y me encanta sentir algo duro y caliente allí dentro. Incluso puso pasar la lengua durante un rato por mi ano. Pedí la cuenta de las corridas.


Sabia que la estaba mojando los dedos, una y otra vez, igual que ella se estaba corriendo en mi mano que no había dejado de masturbarla, y por las apariencias dándole tanto placer como ella a mi.


- Sigue preciosa.


Mi otra mano acariciaba sus pechos y retorcia sus pezones claros y grandes con el pezón duro y marcado. Se inclinó sobre mi pecho para besar mis tetas y se metió mis oscuros pezones en la boca que mordisqueó suavemente.


Me estiré para alcanzar el cajón de la mesilla. Allí guardaba uno de mis juguetes, un vibrador de silicona anatómicamente bastante correcto. Lo había llevado por si no conseguía ligar o como complemento si la otra persona lo admitía.


El motor es bastante silencioso así que cuando lo encendí Coronas no se enteró. Solo se dio cuenta cuando empecé a pasarlo con suavidad por la piel de su espalda bajando despacio hacia sus poderosas nalgas y a deslizarlo entre ellas.


- Pero si vienes con complementos. ¿Donde me lo vas a poner?.


- Donde quieras.


Me lo llevé a la boca para lubricarlo un poco con mi saliva y al momento tenía su lengua ayudándome. Si hubiera sido una polla de verdad el chico lo hubiera disfrutado.


- ¿Por dónde te lo meto?.


- Ibas bien. Fóllame el culo nena.


Ella misma boca arriba se agarró las rodillas pegadas a sus tetas para exponer bien su cadera. Sus abundantes jugos resbalaban de su xoxito al ano lo que unido a la saliva que le habíamos puesto hizo que el aparato entrara con facilidad en su recto.


Mientras movía el pene de silicona en su interior con suavidad me dediqué a lamer su coñito ya chupar su clítoris. Ahora si que los vecinos tuvieron que oír sus gritos y jadeos si no nos habían escuchado antes. Todavía más cuando lo puse s su máxima potencia. Sus corridas fueron sísmicas. Auténticos terremotos que acudían su voluptuoso cuerpo.


- ¡Joder nena! Ha sido genial. Ningún tío hubiera podido hacer esto sin la ayuda de una tercera persona.


- Pues agárralo que ahora te toca a ti.


Después de lavarlo. Ella me puso a cuadros patas y prefirió metérmelo en la vulva y comerme el culo. Con el vibrador a máxima velocidad el orgasmo parecía continuo. sólo podía disfrutar y ahogar mis gritos en la almohada.


Tras esas intensas corridas en las que demostramos las ganas que nos teníamos conseguimos relajarnos. Dormimos juntas.


Bueno para cerrar la historia, pasamos el resto de las vacaciones juntas. Incluso conseguimos montar algunos tríos. Un par de chicos se unieron y una chica de la localidad que nos pilló morreándonos y acariciándonos en una disco.














......

 

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