Relatos Eróticos Lesbicos

La fuga | Relatos Eróticos de Lesbicos

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Que los deseos de una mujer tan sensacional como Elena se hubiesen encausado hacia su hermano , me parecía un desperdicio de la naturaleza.
Siempre había envidiado a mi amiga esa conducta psicomotriz ante la cual parecían sucumbir sin remedio cuanto hombre pasaba por su lado . Ella, con su presencia, ocasionaba un cambio en el ambiente como si hasta el aire se erotisara y los hombres comenzaban a respirar deseos que no podían ocultar.
Yo estaba espantada cuando ella me dijo que necesitaba huir de su casa, porque de permanecer allí, era evidente que una de esas noches, habría de precipitarse en la cama de su hermano para consumar un destino que habría desencadenado un escándalo gigantesco.
Yo le ofrecí mi casa para la inevitable fuga y ella pareció tranquilizarse, pero la verdad es que su tranquilidad tenia como precio mi inquietud ante tamaña revelación.
Elena se negaba sistemáticamente al análisis de cuales eran las circunstancias que la habían llevado a ese estado. Ella no había tenido romance alguno al salir de la universidad y aunque estudiaban en el mismo pueblo, no se veía con Felipe sino los fines de semana en la casa de sus padres.
Fue allí donde, al parecer, su hermano la colmaba de bromas acerca de su anatomía seductora y aunque ella se daba cuenta que eran solo alusiones inocentes, comenzó a mirarse y a percibirse de una forma diferente, analizando su cuerpo de mujer en forma intencionada.
No solo había comenzado a mirarse al espejo y ha vestir ropas mas reveladoras sino que había dado con la costumbre de tocarse los pechos y los muslos en cuanta oportunidad tenia de estar sola en cualquier rincón de la casa. Se sentía exuberante y ardiente y todo eso era únicamente por lo que su hermano le decía.
Felipe, en cambio, aparte de decirle esas cosas, nunca trató de acercarse a ella en actitudes insinuantes y un buen día dejó por completo de decirle nada y su conducta se torno normal.
Fue entonces que Elena trató por todos los medios de hacer que Felipe volviera a excitarla con sus frases y no reparaba en los métodos para provocarle.

Me contaba con detalles lo que inventaba.

Había comenzado con actitudes simples , como inconscientes. Así por ejemplo se sentaba de forma despreocupada para mostrar sus muslos , usaba escotes pronunciados que permitían ver casi completos sus pechos, abandonaba a su vista su ropa intima, esperaba la presencia de su hermano para salir de la ducha a medio vestir.
Aprovechando la confianza que los unía, sentada en la falda de su hermano, lo abrazaba como en un juego y ponía uno de sus pechos en su rostro. Fue así como desesperada, ardiente e insatisfecha había decidido una noche ir hasta el cuarto de Felipe para entrar en su cama.
Desnuda y palpitante, había caminado por el pasillo que conducía al dormitorio , en medio de la oscuridad y el silencio de la casa, absorbiendo el aroma intenso de hembra en celo que manaba de su sexo y estaba a punto de empujar la puerta del dormitorio de Felipe, cuando no pudo soportar mas la tensión y un orgasmo fenomenal se desencadeno desde sus profundidades haciendo vibrar su sexo . Sintió que el placer doblaba sus rodillas y sin poder sostenerse comenzó a derrumbarse lentamente aferrada a la pared del pasillo . Allí soportó en silencio las contracciones casi dolorosas del placer que la estrujaba y ya mas reflexiva que caliente retorno a su cama para dormirse .

Cuando despertó sabia que tenia que huir.

Estábamos sentadas en el living de mi casa y el rostro de Elena se había encendido con su relato No me era posible permanecer fría ante la narración de una experiencia que sabia verdadera porque Elena seria incapaz de mentir en algo así.
Yo estaba dispuesta a brindarle a mi amiga toda la comprensión posible pero también me daba cuenta que lo que ella sentía no era fácil de extinguir con meros consejos. Así que pensando algo practico y sintiendo la intimidad en que había entrado muestra conversación le conté algunas intimidades mías.
Le dije que yo tampoco había tenido experiencias sexuales significativas, que yo era una mujer ardiente pero que había encontrado satisfacción muy placentera en la masturbación solitaria en mi cama o en mi cuarto de baño. Le conté las diversas formas como yo lo hacia y el descanso placentero en que me sumía después de mis sesiones .
Ella me escuchó en silencio mientras agitaba su piernas como si tuviese premura por ir al baño . Se lo pregunté y me dijo que si entonces yo caminé junto a ella para indicarle donde estaba el cuarto de baño.
Ella no cerró la puerta y me dijo que la esperase. Con naturalidad levanto su falda mostrando sus muslos en toda su perturbadora belleza , debí reconocerlo. Luego escuché extasiada el sonido de su chorro seguramente caliente azotando el agua del fondo , yo no me movía y estábamos allí en silencio, hasta que el ruido continuo fue substituido por un goteo calmado y entonces Elena se puso de pie. En el vértice de sus muslos su sexo poblado de vellos rubios se veía perlado de gotas doradas y brillantes.
Elena tenia un trozo de papel en la mano y me lo pasó, no me dijo nada, pero yo estaba como hipnotizada. Con la toalla de papel en mi mano, comencé a empapar su sexo mojado y al hacerlo sentí el calor húmedo y fascinante de su intimidad. Con un deleite novedoso secaba su sexo , y cuando el papel ya no recibía sus gotas, lo arroje y seguí ahora acariciando su sexo con la palma de mi mano . Entonces sentí su mano acariciando mis cabellos y percibí que ella se movía placenteramente al ritmo de mis caricias. Luego salimos del baño.

Había sido una experiencia de gran intensidad pero plena de ternura y sobre todo muda. Ninguna de nosotras había dicho nada pero ese extraño calor se mantenía en mi mano como un recuerdo táctil imborrable.

Desde ese momento yo había comenzado a mirarla de una forma totalmente distinta, la miraba con interés evidente y deseaba en mi interior que nunca se fuera de mi casa porque me parecía que algo mío se había incorporado a ella.

A media tarde de ese día extremadamente caluroso decidimos ir de compras y adecuadamente ataviadas para enfrentar el calor tomamos el bus en la esquina mas próxima a mi casa. Muy poca gente circulaba debido a la hora y la temperatura. Vimos que un ventilador funcionaba al final del bus y nos dirigimos a los asientos traseros , solo un par de viejas eran el resto del pasaje. Me senté y Elena se quedo de pie para recibir el fresco chorro de la ventilación . De pie allí , frente a mi me parecía una mujer monumental. Podía ver el perfil de sus muslos en la diáfana transparencia de su falda y me parecían casi mas seductores que el en cuarto de baño, pero de pronto me había extasiado en la curva diabólica de su trasero- Esos globos perfectos de sus nalgas estaban allí casi tocando mi rostro. Pensaba que si ella me había dejado acariciar su sexo casi estaba autorizada para intentar lo mismo con su trasero . Mi mano comenzó a subir por sus muslos y como no encontré resistencia subí sin temor. Y comencé a deslizar en forma experta sus calzones hasta llevarlos a la mitad de su muslos.
Ahora tenia todo su grandioso culo para mi. Lo recorría sin pausa y sin prisa , los movimientos del bus me iban proporcionando al asar presiones distintas en mi mano y Elena adoptaba un movimiento cómplice encantador. Allí experimenté unos niveles de excitación desconocidos e imaginé que a ella le pasaba lo mismo pues mi mano comenzaba a recoger un flujo de liquido denso y viscoso que manaba desde su sexo seguramente abierto como yo percibía el mío Yo distribuía ese liquido sobre sus preciosas nalgas en un juego que en ese momento llego a su fin porque teníamos que descender.
El sensual movimiento de Elena como respuesta a mis estímulos, había deslizado sus pequeños calzones blancos hasta sus rodillas y me di cuenta que era mas expedito sacárselos que volverlos a su lugar natural . Así los llevé hasta sus pies y ayudada por un ágil movimiento de mi amiga logré tenerlos en mis manos y descendimos del bus.
Ya sin el efecto del aire acondicionado del vehículo una potente ola de aire caliente nos invadió cuando estuvimos por fin sobre la acera.
Ahora caminábamos tomadas de la mano – Lo sucedido en el bus había producido en nosotras una forma de acercamiento que en medio de nuestro silencio estábamos compartiendo . Ninguna conversación que pudiéramos haber tenido nunca nos habría acercado de ese modo.
A medida que nos acercábamos al centro comercial, mas gente caminaba junto a nosotras y cuando entramos en el recinto estábamos rodeadas de cuerpos presurosos que se movían como una masa sin voluntad propia, En medio de esa multitud caminábamos sin que ninguna de las dos supiera hacia donde . Yo apretaba fuertemente en mi mano los pequeños calzones húmedos de Elena como si de esa forma quisiera responder a la presión que ella ejercía amorosamente en mi otra mano.
No se si la gente nos miraba y tampoco nos importaba. Caminábamos llevando nuestro propio mundo de sensaciones prohibidas disfrutándolo mas intensamente cada minuto, haciendo crecer ese calor interno que comenzaba ahora a devorarnos. A veces nos deteníamos frente a una vidriera , casi sin saber que era lo que allí había, sino que simplemente para comprobar al mirarnos, que éramos dos mujeres que estábamos compartiendo la audacia de pasar el limite de lo convencional para vivir una forma embriagadora de sexo.
Al fondo del gran espacio central había un espejo monumental cubriendo por completo el muro. Allí vi reflejada la masa humana y a medida que nos cercábamos fui centrando mi mirada en nosotras, cuyas figuras poco a poco fueron ocupando mas espacio.
Vi ahora la belleza rutilante de Elena, su andar elegante y elástico y percibí su conocida desnudez . Sus pechos se agitaban con un suave movimiento que seguía el ritmo de sus pasos y me vi a su lado y me di cuenta que mi calentura descomunal estaba reflejada en mi rostro . No podía ser de otro modo. Yo misma me estaba devorando por dentro con una intensidad desenfrenada que me hacia desearla con impudicia.
Seguíamos caminando hacia el espejo como si algo allí dentro nos estuviese atrayendo con una fuerza que me tenia amarrada desde mis genitales .
Nuestras imágenes habían crecido y ahora estábamos apenas a unos metros del espejo que parecía llenarse con nuestra lujuria y entonces nos detuvimos como si hubiésemos llegado a muestro destino. Allí estábamos tomadas de la mano , con los ojos brillantes , sintiendo el compás de nuestra circulación , respirando agitadamente , separando lentamente las piernas como para mantener el equilibrio alterado por la embriaguez del deseo que ahora se desencadenaba libremente.
Y comenzó en la parte posterior de mi cuello como un golpe que se fue extendiendo por mi espalda, como un escalofrió de placer y descendió hasta mis caderas que percibí pesadas y calientes y se adelantó hacia mi sexo que ya no era oculto testigo sino un actor desbocado que latía con voluntad propia, mientras mis muslos estaban relajándose y mis rodillas querían doblarse. Entonces me volví hacia Elena tan solo para comprobar que ese orgasmo también la estaba devorando y levanté lentamente mi mano para compartir con ella el intenso aroma de sus pequeños calzones y fue ese estimulo el que desencadeno los profundos latidos que acompañaron a nuestro beso allí en medio de la gente.
Estábamos unidas . La fuga de Elena había terminado.

 

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