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Mi buena amiga Carmen | Relatos Eróticos de Lesbicos

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Carmen y yo somos amigas desde la primaria, ella siempre se ha distinguido por ser una chica muy sociable, activa y muy buena amiga. En el colegio no era extraño que siempre sea abanderada porque, además de ser una buena compañera, Carmen siempre se destaco por su inteligencia y la facilidad con que resolvía todas las tareas escolares. Era consultada permanentemente por todos los alumnos ante cualquier inquietud. Las profesoras la elogiaban y todos en el curso la apreciábamos mucho. Claro que además de todas estas cualidades Carmen tenía un magnetismo especial, atraía a todos y a ella le encantaba ser el centro de atención.

Para mí era un orgullo ser su mejor amiga. Con el correr del tiempo, ya en el secundario, el desarrollo fisiológico dejo al descubierto un cuerpo esbelto y hermoso. Su pelo largo y dorado con sus ojos azules eran la debilidad de todos los jóvenes. Carmen era tan inteligente y tenia tanto poder de seducción que inhibía a los chicos, solo aquellos que ella quería lograban acercarse. A todas las chicas les daba envidia y en muchas ocasiones le trataban con rudeza y escozor. A mi no me pasaba esto, puesto que la conocía de pequeña y sabia muy bien como era Carmen, que detrás de esa muchacha mujer fuerte y atrapante había una niña sensible, tierna y generosa. Yo lo sabia bien, desde pequeña siempre sentí mucha admiración por ella, pero con el correr de los años me di cuenta que no era solo admiración. Recuerdo en una oportunidad en una fiesta me contó con alegría que Martín un chico muy atractivo del colegio, la había invitado a tomar algo y en el camino se habían besado apasionadamente. Yo no me esperaba la noticia y tras la sorpresa sentí una profunda desazón que no pude disimular. Carmen me pregunto inquieta:

- ¿Que pasa Paula?, ¿Te gusta Martín?

- No, no es eso, ¿Es que? - mi silencio tenso la situación pero, afortunadamente, llegaron las demás chicas y nos fuimos a bailar a la pista.

A partir de ese momento la relación cambio paulatinamente. A Carmen la había descolocado mi respuesta y no supo reconocer que estaba sucediendo. Yo no hable mas del tema; pensé que lo mejor seria dejar pasar un tiempo, hasta saber que pasaba en mi interior. Durante los meses siguientes seguimos viéndonos en el colegio y en par de ocasiones salimos juntas. Yo no lograba saber que sentía, mi cariño y admiración por Carmen me confundían, y durante el tiempo de distanciamiento esta situación lejos de mejorar se agravo. No podía evitar mirarla en los recreos del colegio, sus piernas al descubierto con su jumper verde a cuadrille, hacia acelerar mi corazón, su camisa blanca de mangas recogidas no podían disimilar ese busto firme y circular. En el centro de su cintura delgada mostraba un pequeño ombligo de piel blanca. Las evillas de su pelo le daban un toque sensual que no dejaban concentrarme en nada más. Durante un año las cosas permanecieron así, nosotras un poco distanciadas pero nos seguíamos viendo porque salíamos con el mismo grupo de amigas. En ese lapso muchas veces volvía a mi casa agotada y mareada de tanto pensar en Carmen, muchas noches de soledad me encontré acostada en mi cama pensando en ella mientras tocaba mi cuerpo. Decidí que no podía seguir ocultando lo que me pasaba. Quedaban solo 1 mes de clases y podía ser que jamás la volviese a ver.

Un viernes por la noche decidimos hacer una salida de mujeres puesto que habíamos aprobado un par de exámenes muy difíciles y, estando próximos a la finalización del año lectivo, sentíamos que merecíamos una salida para celebrarlo. Esa noche comenzó en un Púb, de la ciudad de Tijuana en el que solíamos reunirnos. Carmen fue más hermosa que de costumbre, su pelo rubio brillaba como oro al sol, sin opacar sus grandes y hermosos ojos azules, estaba vestida de sport pero no por eso perdía elegancia. Su pantalón blanco y ajustado resaltaba una cola firme y parada, que traslucía una pequeña bombacha casi imperceptible salvo por el opaco contorno de delgadez. Su blusa verde marina era una musculosa ajustada que tensada por sus grandes pechos captaba las miradas de todo el local. Hasta el pequeño detalle de las hebras transparentes de su corpiño le daban un toque mágico y sensual.

Las rondas de cerveza no se hicieron esperar y para la 1 de la madrugada teníamos unas cuantas cervezas en el haber y su efecto etílico comenzó a desinhibirnos. Las risas no se hicieron esperar y entre comentarios y anécdotas decidimos partir hacia el boliche. Al llegar notamos que era temprano, pues no había mucha gente aun. Para seguir celebrando decidimos acercarnos a la barra para pedir algún trago. Las chicas se dispersaron y sin darnos cuenta terminamos Carmen y yo en la barra del boliche. Nos miramos y yo, para no demostrar mis sentimientos corrí rápidamente la vista. Carmen me encaro y me dijo:

- Paula, hace mucho que quiero hablar con vos.

- Si que pasa? - dije yo mostrando desinterés, sabiendo que si me alejaba por un instante mi postura reticente no podría evitar caer en las garras de un impulso frenético por besarle los labios.

- Mira, yo te aprecio mucho pero no entiendo que nos paso todo este tiempo, siempre fuimos muy amigas pero de repente te alejaste, no supe que hacer, muchas veces intente acercarme pero vos estabas distante y fría, quizás hice algo que te molesto discúlpame, pero realmente,...

- No, no es eso, en serio - interrumpió Paula - Simplemente que cada uno va cambiando y? - no sabia que decir, no podía reprimir por mas tiempo este sentimiento, Carmen estaba radiante mas hermosa que nunca - Yo es que, no se como decírtelo, yo estoy...

En ese instante vuelven las chicas y comentando una anécdota del colegio, se desvió la conversación, pero no podía evitar sentirme culpable por no haber dicho lo que sentía.

La noche trascurrió rápidamente, tomaron varios tragos mas y para las 6 de la mañana el reflejo del sol en el ventanal de la disco, las hizo caer en la cuenta que era demasiado tarde ya. “Vamos chicas, ya es tarde, en mi casa me van a matar”, empezaron a alejarse una por una, mientras yo espere hasta que saliera Carmen y le dije:

- Ven Carmen acompáñame a casa que te quiero decir algo.

Carmen me miro fijo y asintió

- Bueno, pero déjame avisarles a mis viejos que me quedo a dormir en tu casa.

En el trayecto nos distrajimos conversando de las chicas, de lo bien que la habíamos pasado, de que terminábamos el secundario, y sobre lo que haríamos el año que siguiente. Para cuando nos dimos cuenta estábamos en casa tomando un vaso de agua en la cocina de mi casa.

- Mira Carmen, mis viejos no están así que podemos dormir en la cama grande.

Al decir esto no pude evitar mirar con libidinosos ojos a Carmen, pero ella no se percata de mi osado comentario, puesto que me miro con gracia y me dijo:

- Dale! mejor y se rió inocentemente.

Al llegar al cuarto le dije:

- Carmen - ella se dio vuelta y me miro, estaba cansada pero su belleza seguía intacta - Mira, lo que yo te quería decir es que me gustas, y mucho?.

La primera reacción de Carmen fue la de esbozar una sonrisa, pero al haber mi rostro y mis ojos que hablaban completamente en serio, se quedo sin palabras. No sabia como interpretar mis palabras, yo la mire fijamente a los ojos y me acerque, no sé que le habrá empujado a reaccionar así, quizás mis ojos, mi cuerpo, el cariño que había entre ambas, o simplemente los tragos bebidos durante la noche; No lo se, la cuestión es que nos miramos y unos segundos después besándonos como hembras en celo. Nuestras lenguas se tocaban y estallaba un fuego contenido por años, nos besamos, de todos lados, refregándonos nuestras lenguas, saboreando nuestra saliva, sintiendo un sabor especial único de nosotras. La tome de la cara y la apreté contra mi boca y, al tiempo que ella me abrazo, la empuje contra la pared, luego nos tiramos encima de la cama y nos revolcamos dando vueltas y giros completos, mis manos no bastaban con su cara comencé a tocarle su cola, su cintura sus piernas, sus pechos, no podía creer lo que estaba sucediendo, era el instante que había imaginado una y mil veces sola en mi cama, y ahora se hacia realidad, éramos una para la otra, nos tocábamos sin parar con delirio y frenesí; ella sintió mi calor y también bajo sus manos a mi cuerpo, mi cola y mi cintura.

La temperatura de mi cuerpo subía y, completamente agitada, comencé a sacarle una a una las prendas mientras Carmen me miraba como incrédula que tanta pasión y fuego, podía salir de mí y ella disfrutarlo a mi par tanto como yo. Le levante su blusa verde y observe totalmente excitada su corpiño que cobijaban ese fruto divino. Le saque los breteles y comprobé absorta que sus senos eran más grandes de lo que parecían, introducí mis manos a ese sabroso cúmulo de carne y manoseé deliberadamente con fervor, mi lengua impaciente no se hizo esperar y atravesó sus pezones redondeándolos y saboreándolos con locura. Carmen cerró los ojos y disfrutaba, gemía, sin parar. Lentamente comencé a bajar mi lengua hacia el pequeño ombligo, para después desabrochar el primer botón del pantalón. Al sacarle observe incrédula que las hermosas largas y finas piernas de Carmen eran más suaves aun de lo que jamás hubiera creído. Pasé mis manos por todo su largo, desde los tobillos hasta la bombacha. Esta era de un pálido rosa con un pequeño corazón rojo en el centro que termino por volverme loca. Me abalancé desaforadamente sobre el estampado y lo bese con pasión lamiéndolo una y otra vez. Los gemidos y goces de Carmen se mostraban con incipientes sonrisas, que me excitaban aun más. La di vuelta y no podía creer tener esa cola redonda y firme para mi sola, casi como hipnotizada balbuceé:

- Sois hermosa... te amo.

La diminuta bombacha enardecía su cola, y sin sacarla introduje mi lengua y mi boca a ese ser, lleno de vida. Luego de unos segundos Carmen, balbuceo casi inocentemente:

- Déjame probar a mi también.

Con una picara sonrisa en sus labios, me desvestí lentamente para que pudiera verme y acerque mi cuerpo desnudo al de ella. Carmen lo tomo con maestría y comenzó a succionar mis senos como una experta, luego bajo a mi sexo y, recostadas una sobre la otra, nos quedamos disfrutando de nuestros cuerpos hasta ya entrado el mediodía.

Luego de esa experiencia que decidimos mantener en secreto, nuestras vidas siguieron su curso habitual. Luego de haber complacido mi deseo mas intimo con Carmen, las dos seguimos nuestros caminos, terminamos el secundario y nos fuimos a vivir a ciudades distintas. Yo me puse de novia y estoy viviendo con Federico hace ya un año y estoy muy bien. Carmen se recibió de abogada y esta en pareja con un muchacho. Nos hemos vuelto a ver en un par de ocasiones, y cada vez que nos encontramos hay entre nosotras una mirada cómplice que nos hace reír, recordando aquella noche de placer, fantaseando que ese encuentro de pasión pueda repetirse. Nunca he vuelto a estar íntimamente con una mujer pero siempre recuerdo con cariño y satisfacción aquella madrugada.

Muchas noches, mientras mi novio me hace el amor, me imagino que en ese instante suena el timbre, y es Carmen que viene de visita a casa, por unos días.

 

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