Relatos Eróticos Orgias

Vacaciones en Mallorca | Relatos Eróticos de Orgias

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Lo primero de todo voy a presentarme, me llamo José y soy funcionario, trabajo en una ciudad de provincias y estoy casado y tengo dos hijos, mi mujer tiene mi misma edad, 34 años y es muy atractiva, con 18 años hacía frecuentes pases de modelo sin llegar a ser profesional, sus, dos embarazos no le habían modificado apenas el cuerpo, mide 1’80 tiene el pelo castaño y media melena, y sus medidas son las que dan el titulo conocido en España como “una hembra”, ya que va al gimnasio, pero sin excederse.
En lo único en lo que había cambiado era en su pasión por el sexo, no sé si fueron los embarazos o la edad, la cuestión era que había pasado de ser una mujer calentísima,(en nuestros primeros años de casados, habíamos follado en montones de sitos, parques, trenes, playas, etc.) y de mil maneras, le encantaba el sexo anal, hacerlo en el sofá viendo películas porno y un montón de variantes que hacían más agradable la vida, pero el problema está en que no sólo había cambiado en la frecuencia, sino que parecía una mojigata en algunas cosas, criticaba a presentadoras de la tele, por aparecer con vestidos sugerentes, en las pelis porno que ya muy de vez en cuando poníamos para hacer el amor, después de hacerlo, decía que cómo habría mujeres capaces de hacer semejantes cosas, llegando a discutir conmigo, cuando le recordaba, tal o cual polvo o una mamada en un parque público y me decía que eso era otra cosa y que ahora no lo volvería a hacer, yo le contestaba que nunca sabría hasta dónde llegaría con el estimulo adecuado.
Todos éstos temas me hicieron conocer a dos soldados por Chat los dos estaban destinados en Kosovo y lo que comenzó siendo un intercambio de ideas acabó siendo un lugar donde me confesaba, cuando volvieron a España, quedamos a tomar unas copas (ellos ya sabían de mis problemas con mi mujer ) y se empezó a fraguar una idea entre los tres .
Lo más importante de todo, era que no eran unos imbéciles, tenían 25 años y habían conectado con mi forma de pensar, ya que los esfuerzos para ayudarme me demostraron que su interés no era el de un polvo pasajero, entre otras cosas de las que hablamos y siendo ya las tantas de la mañana, les dije que me tenían que ayudar a hacer volver a mi mujer al sexo, ellos se mostraron de acuerdo y quedamos en ejecutar un plan entre los tres, que si salía bien confirmaría mi teoría y si salía mal, ellos se comprometieron a abandonarlo.
El plan y tal como se desarrollaron las cosas fue el siguiente: quedamos en una semana de septiembre para unas vacaciones en Mallorca, en Alcudia precisamente, ya que uno de ellos había trabajado de camarero, antes de ser militar, en esa ciudad. Yo convencí a mi mujer y dejamos a mis hijos con mi suegra y nos hospedamos en el Hotel Carlos V en unos preciosos apartahoteles.
El primer día que llegamos ya coincidimos con Javier y Pedro, Javier era de Burgos y Pedro sevillano, los dos eran bien parecidos y tenían un cuerpo bastante atlético, con el pelo corto y una manera de vestir sencilla, podían atraer a cualquier chica de su edad.
Con el total desconocimiento de mi mujer, después de comer, ya que éramos de los pocos huéspedes españoles del hotel, entablamos conversación y se los presenté a mi mujer como lo que eran, dos soldados españoles de permiso en Mallorca después de una misión en Kosovo, omitiendo por supuesto que ya nos conocíamos. Mi mujer rápidamente mostró interés por el tinte romántico y de aventura que ofrecían sus vidas, alabando su entrega en países extraños y demás, esa misma noche tal y como habíamos quedado aparecieron en la discoteca a la que fuimos nosotros y volvimos a establecer conversación, incluso mi mujer se animó a bailar con ellos en la pista alternativamente, mientras yo hablaba con el otro, continuamos así los tres primeros días, con la diferencia de que ya a la hora de comer y cenar se sentaban directamente con nosotros y nos llamaban para todas las actividades que iban a hacer, como excursiones, montar en moto náutica e ir a la playa.
En este punto, mi mujer ya había cogido confianza con ellos bromeaba y siempre alababa, su buen gusto, educación y cortesía para con ella, así que esa misma tarde vinieron a invitarnos a una fiesta hippy que se celebraba en una cala apartada, al principio mi mujer no le hizo mucha gracia, pero después de un rato de insistir, aceptó, y nos fuimos a comprar un atuendo adecuado para ella, se compró un vestido de algodón blanco que le quedaba perfecto y que transparentaba lo justo .
Después de cenar y tras un par de copas, salimos hacia la cala y llegamos en veinte minutos, había tres hogueras, y unas cuarenta personas bailando y bebiendo, nos unimos a una de ellas y sentados en una manta que habían traído ellos, nos pusimos a charlar, en un momento dado comente que sería bueno acercarse hasta Alcudia a por alguna botella de refresco, para mezclar con el licor, ya que habíamos cometido el fallo (premeditado) de no traer nada para tomar (excepto una botella de Baileys, la bebida preferida de mi mujer), diciéndole a mi mujer que creíamos que allí servían bebidas, así que me ofrecí voluntario, sin que sospechara nada mi mujer, ya que había cogido confianza con Javier y Pedro, con los que la dejé hablando animadamente tumbados en la manta .
Me dirigí hasta donde habíamos dejado los coches y me alejé en el mío para aparcarlo 500 metros más arriba y bajé por la ladera, escondiéndome en unos arbustos en un lugar que previamente me habían señalado, a los diez minutos llamé al móvil de mi mujer diciéndole que había pinchado dos ruedas acortando por un camino; al principio se preocupó y me dijo que iban a buscarme a lo que yo le dije que no, que ya me había puesto en contacto con la casa de alquiler y me mandaban una grúa y seguidamente me trasladaban a la sucursal y arreglaban el coche, eran las 23’30 y yo le dije que no se preocupara que en un par de horas estaría solucionado, ella pregunto “¿tanto?” a lo que yo le respondí que no pasaba nada, que estaba en buena compañía.
En ese momento, empezaron a pelearse dos jóvenes de la hoguera a la que nos habíamos aproximado en un principio, propiciando más nuestro plan, Javier y Pedro cogieron a mi mujer de la mano y se trasladaron a unos 20 metros de donde yo estaba y con un poco de leña hicieron otra hoguera, tendieron la manta y se tumbaron los tres, en los 15 minutos que había faltado ya, habían derivado la conversación a llenar a mi mujer de piropos, como “vaya suerte tiene tu marido”, “eres una de las mujeres más atractiva que hemos visto”, etc. a los que ella halagada sonreía y contestaba, “Pues vosotros no estáis nada mal, no sé qué hacéis con una mamá como yo, pudiendo estar ligando con jovencitas por ahí”.
Javier que llevaba la voz cantante, se sentó detrás de ella que estaba sentada con las piernas extendidas y comenzó a masajearle el cuello mientras arrimaba su paquete a la espalda de mi mujer, ese era el momento crítico y excepto por una tensión momentánea en el rostro de Julia, todo fue bien, Ella comentaba “ Oye que estoy casada y José puede llegar en cualquier momento y se puede pensar cualquier cosa”, a lo que Javier respondió con un suave masaje en la nuca y la aproximación de Pedro hacia sus piernas, masajeándole los pies, mientras él comentaba “no te preocupes que todavía tardara más de una hora y esto es un masaje relajante”.
Yo estaba totalmente excitado y alucinando y confirmaba mi teoría de que en un momento dado, todo el mundo puede caer en el placer por mucho que reniegue en frente de todo la gente, en un momento dado mi mujer recostó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos con un suspiro, aprovechando Javier para aproximar su boca y juntar las lenguas, acercándose Pedro a cuatro patas y besar las tetas de mi mujer por encima del vestido, Julia tenia los brazos caídos inertes mientras, sin despegarse de su boca, Javier la iba tumbando encima de la manta y Pedro empezaba a desabrochar los botones de su blusa y sacarle un pecho fuera del sostén; ellos se habían despojado de sus camisetas y se encontraban con el torso desnudo y pantalones vaqueros, mi mujer tumbada con las piernas abiertas y la falda arremangada y ya sin blusa ni sostén, recibiendo una comida de coño, por parte de Pedro que apartándole el tanga con los dedos le paseaba la lengua por toda la raja y con Javier chupándole las tetas y besándole alternativamente.
Yo oía los suspiros claramente y por su sonido era una de las veces en que más excitada la había oído, estaba deseando entrar en acción, pero también quería darle más tiempo, para que se asentasen las cosas, Javier, aproximó sus caderas a la cara de mi mujer y se bajó los pantalones y los calzoncillos, dejando ver una polla de buen tamaño, en ese momento parece que le volvieron a entrar remordimientos a Julia y con la polla a dos centímetros de su boca, murmuró “¡no podéis hacerme esto, estoy casada!”, pero sin darle apenas tiempo, Javier le paseo su glande por los labios y le dijo “No te preocupes, tómatelo como una sesión de placer, que te vamos a regalar, sin más implicaciones, sólo disfruta y nosotros te proporcionaremos el placer”, acto seguido mi mujer engulló la polla y se dedicó a hacerle una mamada de campeonato, mientras Pedro seguía con su comida de coño, que tras unos pocos minutos le llevo al orgasmo.
Javier se tumbó en el suelo con su polla como un mástil y mi mujer se puso a cuatro patas, cambiando Pedro a comerle el culo, barreándoselo con la lengua como yo le había explicado que le gustaba, ella se dio la vuelta y dijo “Pedro cariño perdona, no he probado tu rabo y tú me has dejado muerta con la lengua” y comenzó a comerle la polla, aprovechando Javier para metérsela desde atrás y ofrecerme una silueta preciosa a la luz de la hoguera, mi mujer a cuatro patas ensartada por los dos lados.
Hubo un momento que casi da al traste con el plan, cuando una pareja se acerco a nuestra hoguera a ver qué había y se encontró el panorama, se quedaron un minuto petrificados mientras observaban a mi mujer cabalgando encima de Pedro y con la polla de Javier en la boca, gimiendo y sudando, yo pensé que a mi mujer le iba a entrar la vergüenza y parar de un momento a otro, pero no fue así, hizo caso omiso de los mirones y siguió con su faena, provocando que éstos se fueran.
Ya había pasado una hora larga desde que yo me había ido y decidí entrar en escena, lo que no sabía era cómo entrar sin provocar al interrupción de aquella sesión, así que me decidí, por entrar por la zona, de espaldas a mi mujer y aproximarme sin ruido. A estas alturas mi Julia se encontraba tumbada de lado, y era enculada por Javier, al parecer sin mucho esfuerzo, a pesar de que llevábamos un par de años sin practicar el sexo anal y se dedicaba a lamer el rabo de Pedro, con los ojos cerrados, de este modo llegué a su altura sin que ella me viera, las sonrisas de Javier y Pedro me indicaban que todo había sido un éxito, Pedro retiro su pene de la boca y yo pasé a besarla. Por el cambio, ella abrió los ojos, pero tardó unos instantes en darse cuenta de lo que pasaba, yo me despegué y le dije “Tranquila, veo que lo estás pasando bien, pero podías haberme avisado” y a ellos les dije “No pasa nada, no parece que la hayáis obligado a hacer esto”.
Javier seguía la enculada a su ritmo y mi mujer intentaba zafarse, mientras me decía “Deja que te explique, ha sido un momento de locura”, a lo que yo, le sujeté las manos y le dije, “Deja que acabe el chico, no seas ansiosa y acaba lo que has empezado”, de esta manera, me desnudé, y le ofrecí mi polla, cosa que en un primer momento, dudó, pero que pasó a chupar, abandonada a su suerte. A Pedro, con todo el disimulo, le dije, “Hombre, no te vas a quedar a medias, te he quitado el sito, pero seguro que Julia, tiene otro para ti”.
Cambiamos de posición y mi mujer, se montó encima de mí, empezando a cabalgar y juntando su boca a mi oreja, diciendo, “Perdona, cariño, no sé lo que me ha pasado”, yo le susurraba, “No pasa nada, has tenido un calentón y lo has llevado a cabo, disfruta que esto no va a ser todos los días”, mientras con una mano señalaba el culo de Julia a Pedro, para que llevase a cabo una doble penetración, mientras Julia murmuraba: ”Gracias” casi con lágrimas en los ojos y sin dejar de gemir, yo abría sus dos cachetes, y la recostaba hacia mi pecho dejando un blanco perfecto a Pedro, que sin muchas posturas, logro enchufársela, mi mujer ya aparecía como desmayada y simplemente se había dejado caer sobre mi pecho con unos gemidos terribles pero a merced de nuestras embestidas, volviendo su cara hacia un lateral, todavía di cancha a Javier, para que arrimase su polla a la boca de mi mujer que con cara de éxtasis, apenas daba unos lametones. Ni que decir tiene que yo me corrí en apenas dos minutos, pues del calentón que llevaba y la situación, no pude retenerme, pasando Javier a ocupar mi lugar, acabando los dos sobre las tetas de mi mujer, que tras tantos orgasmos, parecía como en otro mundo.
Cuando acabamos y miramos alrededor, había varias parejas haciendo el amor en un radio de 100 metros y un nutrido grupo de jóvenes había disfrutado del espectáculo, nosotros recogimos todo y nos dirigimos a nuestros coches, Julia vino conmigo en silencio, mientras yo le quitaba hierro al asunto, diciéndole que la comprendía, que dos jóvenes atractivos, unas copas y demás habían dado lugar a esto, que yo en su lugar y dos mujeres habría caído en la tentación, mientras ella de vez en cuando, comentaba “Eso me pasa por confiada, pero algo me pudo, de todas formas te agradezco que seas tan comprensivo, yo si te veo con dos mujeres, no sé lo que haría” .
Ya en el Hotel se acostó y durmió como un ángel, Javier y Pedro tuvieron la delicadeza de no coincidir con nosotros a la llegada al Hotel y después no bajaron a comer, pero a eso de las 10 de la noche depués de la cena, se escuchó un timbre en el apartamento y, al abrir, allí estaban los dos, mi mujer se encontró un poco violenta en un principio, pero los dos con cara de niños buenos, le dijeron, “Venimos a disculparnos por lo de anoche, no era nuestra intención molestaros” y le regalaron un ramo de rosas y un precioso colgante, yo les invité a pasar y saqué unas copas, diciéndoles, que ya me imaginaba que lo habían hecho sólo por el alcohol y la situación y que no lo tomaba como una ofensa, pues Julia había disfrutado de lo lindo.
Julia comenzó a decir que había sido una locura pasajera y que no la tomasen como una puta, sino que había sido un hecho puntual, que ella me quería a mí y me agradecía la forma en la que me lo había tomado, ellos contestaron que en ningún momento habían pensado eso, que simplemente la situación derivó en una noche fantástica y que si habían servido de algo para hacerla disfrutar se contentaban.
Julia estaba vestida con un vestido, de botones por la parte delantera y los dos estábamos sentados en un sofá amplio y ellos en sendas sillas enfrente, así que decidí probar suerte otra vez, le dije “Bueno, Julia, no me dirás que no disfrutaste y te sentiste a gusto “ y subiéndole la falda aparté un poco la braga y todos pudimos ver como estaba llena de flujos, ella al principio intento impedírmelo, pero se relajó y me dijo: “Bueno, José ¿es que no tuviste suficiente ayer?” a lo que yo le contesté: “Yo no, porque llegué tarde y de todas formas había mucha arena y estábamos un poco incómodos y por lo visto tú tampoco, porque estás bastante mojada, no pasa nada porque te liberes por segunda vez, hazte a la idea de que esto es un regalo, siempre que no quieras mezclar el amor y el sexo “.
Ya con la falda subida entramos en un pequeño debate, sobre diferenciar el amor y el sexo y a medida que su respiración se aceleraba, pase a sacarle un pecho y jugar con su pezón, ella cerró los ojos y dijo “Hoy tengo una condición, ya que sólo os interesa mi placer, según vosotros, el culo no me lo toquéis, si no es con la lengua, porque me lo dejasteis escocido “, Javier y Pedro se desnudaron como rayos y con un irónico “Con permiso”, se dirigieron uno al coñito de mi mujer y otro a la otra teta, su estado de excitación era tal que al cabo de dos minutos, con unos espasmos nos indicó que había tenido el primero de sus orgasmos. Nos dijo a Javier y a mi que nos sentáramos juntos y ella de rodillas nos chuparía las pollas, mientras Pedro desde atrás le iba trabajando el ojete con la lengua, se entregó magistralmente a la tarea y parecía una actriz porno, al rato se colocó en el sofá, con las piernas abiertas y la fuimos follando por turnos, mientras no dejábamos su boca libre, lo que me ha indicado que para un maratón de sexo, igual tres hombres para una sola mujer son demasiados, ya que siempre uno se quedaba mirando. Cambiamos a diferentes posturas y mi mujer ya comunicó que le dolía la boca de chupar, así que sentó a Javier y se colocó encima, yo aproveche par abrirle los cachetes y con la lengua trabajarle el culo, mientras, Pedro se dedicaba a sus tetas juntándolas y logrando meterse los dos pezones en la boca, cosa que a mi mujer le encanta .
Julia estaba como loca y ya le habían venido varios orgasmos, Javier y Pedro se habían corrido una vez (pero volvieron con más fuerzas),y yo no, porque me había hecho una paja antes de que ellos llegaran y hacía esfuerzos sobrehumanos por contenerme, cuando me dijo, “Venga, con cuidado, métemela por el culo y hacedme otro sándwich’’. Aquello fue una de las estampas más preciosas de mi mujer, su espalda arqueada, empujando hacia atrás, para sentir los dos rabos a la vez y Pedro follándole la boca, al poco tiempo mi mujer estaba tendida en el sofá, llena de leche y diciendo, “Lo siento majos pero no puedo más ”, Javier y Pedro se despidieron y aunque volvimos a vernos en los tres días que quedaban, sólo lo repetimos la noche de despedida .
Ellos volvieron a Kosovo y sé que ahora están en España y que Javier se echó una novia búlgara, que en las pocas veces que hablamos por teléfono me ha dicho que es una fiera en la cama y que tiene deseos de conocer a Julia .

 

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