Relatos Eróticos Sadomasoquismo

Arabia | Relatos Eróticos de Sadomasoquismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Yo vivo en una ciudad del Medio-Oriente, la cual todos conocen como Arabia.

Un día que fui de compras al bazar. Me vestí con un vestido largo ocultando prácticamente la totalidad de mi cuerpo, de acuerdo a las leyes morales del lugar, pero eso no impidió que no llevara nada debajo, solo un pequeño cinturón que amarraba mi pene a mi pierna pues nadie sabia que en realidad era un travesti.

Entré en una pequeña tienda antigua en la que yo nunca había estado antes. Cuando yo estaba curioseando noté un par de pulseras ornamentadas color de plata. Lo curioso sobre ellas era que estaban conectados por una cadena también en color plata. También noté a la propietaria. Ella es de cabello corto obscuro, con un cuerpo espectacular que se le marcaba debajo del igual vestido largo. La encontré muy atractiva.

- Estoy notando que la Señora está admirando las esposas o manillas para los esclavos -, ella me dijo ya que yo no podía apartar mis ojos fuera de ellas.

- ¿Manillas del esclavo? -, Yo pregunté, pero por supuesto yo sabía lo que eran.. La propietaria fue incapaz de apartar sus ojos fuera de mí, sobre todo fuera de mis grandes pechos, los cuales me inyectaba cada mes para realzarlos mas y mas, subiendo e imaginándose como serian bajo mi vestido.

- ¿Porqué están tan adornadas? -, le pregunté, intentando entablar una conversación.

- ¿Por qué no? -, ella preguntó. - Los hombres de tiempos antiguos disfrutaron ornamentando a sus esclavas bonitas. A la Señora le gustaría quizás ¿probárselas? -, ella terminó preguntándome y sin esperar por mi respuesta, escuché los chasquidos de las manillas en mis muñecas al cerrarse.

Yo abrí la boca con sorpresa, sentí el metal que cómodamente abrazó mis muñecas y las manos de la mujer todavía encima de las mías.

- Son... son bonitas -, le dije suspirando, - pero ¿por favor me las quita ahora? -.

- Por supuesto -, ella me dijo y empezó hurgando en los bolsillos del vestido por una llave. - Está en alguna parte por aquí -, me dijo ella observando hacia su escritorio.

Entretanto yo me estaba volviendo más excitada de lo que ya estaba, aunque yo intenté no mostrarlo.

- La llave debe estar en la parte de atrás de la tienda. ¡Venga conmigo! -, ella me dijo y yo la seguí.

Una vez que nosotras estuvimos en el cuarto de la parte de atrás de la tienda, ella cambió a una manera autoritaria, me empujó contra una pared y jaló duramente mi cabello con una mano, volteándome la cara hacia ella me besó. Yo me esforcé al principio para separarme de ella, pero su beso me hizo debilitar las rodillas. Ella se dio cuenta de mi debilidad y me tiró sobre un montón de alfombras Orientales.

- ¡Mi hermosa esclava rubia! -, me dijo mientras me rasgaba la parte superior de mi vestido hasta que ella pudo alcanzar mis grandes pechos. Ella agarró mis pechos, pellizcando los rosados pezones, entonces arremolinó su lengua alrededor del pezón y alrededor de todos ellos y aunque no tengo mucha sensibilidad en el contorno si mucha en el pezón, los cuales mordió hasta que yo gemí. Entonces ella los mordió duro. Yo chillé con una mezcla de dolor y placer e intenté apartarme no se si por el dolor o por la pena de que descubriera que realmente no era yo mujer sino un travesti.

- ¿Intentando resistírseme, esclava? -, ella me dijo, -¡Yo te enseñaré una lección! -, Ella se rodó rápidamente encima de mi, alzando la parte de atrás de mi vestido y empezó a zurrar sobre mi nalga desnuda. Elle me pegó ligeramente al principio, después más duro y más duro. Yo abrí la boca y deje escapar un lamento, me sorprendió su fuerza para ser ella una mujer, me manipuló a su gusto hasta que logró que me retorciera del dolor.

Estaba yo odiándola y amándola al mismo tiempo. Simplemente cuando ella pensó que yo no podía recibir más nalgadas, ella se detuvo.

- ¡Ahora mi esclava estás lista para mí! -, me dijo

Ella tuvo razón, estaba yo increíblemente caliente. Mi falo estaba enorme y goteando de la excitación y aun anhelando para ser soltado de su amarre que lo tenia prisionero. Yo siempre tuve fantasías de que me trataran de esta manera, y ahora estaba pasando.

- Sí, tómame, por favor -, le dije casi llorando por la excitación.

Ella tiró fuera de si su túnica y yo miré fijamente su hermoso cuerpo, parecía una escultura de porcelana, pero lo que mas me sorprendió era que tenia amarrado a su cintura un falo de plástico obscuro y robusto, se veía tan natural que el músculo se le distinguía en el cuerpo fálico, ella tiró de lo que quedaba de mi túnica y se sorprendió al ver mi falo duro y pugnando por reventar la correa que lo unía a mi pierna,

- De manera que no eres mujer -, me dijo pero sin dejar que yo le respondiera terminó diciendo, - Pero como te gusta verte como tal yo te haré sentir como tal -.

Ella tiró mis piernas por encima de sus hombros y entró en mí trasero con su falo plástico. Yo clamé de dolor, aullé al sentimiento de que rompía mi esfínter anal, era mi primera vez, después el dolor se convirtió en algo maravilloso. Ella me cogió duro y rápido, y yo estaba tan entusiasmada que yo me vine casi inmediatamente. Ella sonrió, bajo mis piernas sin sacar el falo plástico de mí, entonces empezó un golpe lento, rítmico con sus palmas sobre mis nalgas y piernas, volví a excitarme, Ella se agachó y me besó profundamente, y yo abrí mi boca ávidamente al sondeo de su lengua. Yo comprendí lo que ella quería, sincronizando los golpes de su mano en mi culo y su lengua en mi boca empezó nuevamente el vaivén. Yo me sentí con la presión de su cuerpo sobre mi falo, como si yo estaba en una cogida doble, siendo yo la parte de en medio del emparedado, yo estaba tan excitada que le grite - Dámelo -.

Yo quise abrazarla, pero todavía no podía con mis manos limitadas en apertura y movimientos debido a las esposa que aun amarraban mis manos. Sabiendo que yo estaba prácticamente encadenada agrego a mi persona un mundo de excitación. Yo empecé a jadear y eché hacia ella mi cabeza para sentir sus labios, pero sin dejarme besarlos me gritó:

- ¡¡¡Zorra Sumisa!!! -, y aceleró sus golpes, el de sus manos contra mis nalgas y el de su falo plástico contra mi ano yo grité y ella arqueando su cuerpo hacia atrás, gimiendo y tirando de mi cabeza jalándome los cabellos hacia atrás hasta que nosotras nos venimos juntas.

Después de un beso final ella se retiró, dejándome amarrada aun sobre las alfombras persas y yo me quedé allí atontada, se levantó y retiró de si el falo plástico tirándolo junto a mi cara, el cual pude apreciar mucho mejor al volver la cara, tenia en la parte posterior un pequeño falo lleno de erizos punzantes que ella tenía en parte dentro y en parte sobre su clítoris lo cual me hizo comprender el motivo del enorme orgasmo que tuvo junto conmigo.

Me miro y se hincó junto para gritarme:

- ¡¡¡Zorra Sumisa!!! -, zaz, sentí un bofetón sobre mi mejilla al momento de mirarla, zaz otro y otro mas, la miré y siguió con otros dos, tres, cuatro, luego se acomodo dándome la espalda sobre mi cara colocando su gatito sobre mi boca y me obligó a meter la lengua al grito de: - ¡¡¡Zorra Sumisa fóllame con tu lengua!!! -.

Ella nuevamente alcanzó el primer orgasmo y sin dejar de gritarme:

- ¡¡¡Zorra Sumisa, sígueme follando con tu lengua pero ahora mi trasero!!! -, se inclinó y desamarró mi falo de mi pierna, lo tomó entre sus labios y manos, lo sorbió y mordió a su antojo, me hacía aullar y meter mas mi lengua dentro de ella cuando me mordía fuertemente y me causaba dolor, ella no tardó en dejar escapar sus jugos en mi boca pero aun así me seguía gritando - ¡¡¡Zorra Sumisa, sigue, sigue, sigue y no te atrevas a parar!!! -.

Ella intentaba resucitar mi falo con sus manos y dientes pero no lo lograba, así que alcanzó el falo plástico con una de sus manos y lo metió sin compasión nuevamente en mi trasero, después volvió a gritarme:

- - ¡¡¡Zorra Sumisa, no te atrevas a parar aun cuando me vuelva a derramar en tu boca!!! -.

Acto seguido con su trato verbal, manual y bucal tuve la erección mas grande que hubiese tenido antes, colocó un anillo de plata envolviéndome el falo el cual nunca supe de donde saco y otro mas alrededor de la bolsa que contiene mis testículos, eso me excito mucho mas y aunque mi semen estaba a punto de salir el aprisionamiento lo impidió.

Ella se levanto no sin antes restregar sus nalgas sobre mi cara y se sentó a horcajadas encima de mi introduciéndose mi falo en ella, subió y bajo, subió y bajo, colocó sus dedos sobre mis pezones y los pellizcó, hasta hacerme sentir dolor no me dejo aullar pues cuando empecé a hacerlo, zaz, sentí nuevamente su mano golpear mi mejilla y me dijo:

- ¡¡¡Zorra Sumisa, no te puedes quejar ante mis caprichos hasta que veas y sientas que yo termino!!! -.

Aguanté sus pellizcos sobre mis pezones y los golpes sobre mis mejillas hasta que ella se inclinó sobre mi cuerpo pegando el suyo al mío y dejándome sentir su piel contra la mía y acercándose a mi oído me dijo:

- ¡¡¡Ahora, ahora, Zorra Sumisa, dámelos, dámelos, dámelos todosssss!!! -.

Entre sus quejidos sentí como enterró sus dientes en mi cuello y hombros, pero la excitación pudo mas que el dolor que pude haber sentido y una lava de leche candente salió de mi a borbotones para estrellarse hasta el fondo de su vagina.

Ambas quedamos desmadejadas, después de 5 minutos, la propietaria se levantó de encima de mi y entonces halló la llave y me soltó de las manillas de esclavo que abrazaban mis muñecas, pero sólo después de que yo tuve que prometerle regresar de compras de nuevo a su tienda la semana próxima.

 

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