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Folladas por turistas | Relatos Eróticos de Sadomasoquismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Llamé a mi amiga Verónica ese mismo día. Le conté mi ultima aventura con tres turistas en un hotel. Vero siempre fue la más alocada de mis amigas. Es más joven que yo, y siempre ha admirado e imitado mi estilo de vida, así que pensé que no sería difícil convencerla para que me acompañara al hotel el día siguiente. La verdad es que dudó bastante, me comentó que jamás había llegado tan lejos y que quizás no estuviera preparada para algo así. De todos modos, el morbo hizo que se decidiera a acompañarme.

La tranquilicé comentándole que había tenido que ponerme dura en todo momento con los tres chicos, que no mostraban mucha decisión y que , por lo tanto, nosotras tendríamos el control de la situación en todo momento. Me equivoqué. Y hasta que punto.

Había quedado con los chicos a las siete, pero Vero y yo decidimos llegar un poquito más tarde a propósito. Entramos en el hotel cerca de las siete y media. Subimos a la habitación, y en el espejo del ascensor nos retocamos el maquillaje, Vero estaba realmente nerviosa, y yo tampoco era capaz de ocultar mis nervios.

Juan nos abrió la puerta de la habitación. Llevaba un cubata en la mano, y su rostro reflejaba que no era el primero, ni mucho menos. Me saludó con un beso en la boca, y después de presentarle a Vero, hizo con ella lo mismo, lo que provocó una leve risa de mi amiga. Los otros dos ni se levantaron para saludar, eso sí, se mostraron muy agradables, y un poco trompas. Nos comentaron que nos habíamos puesto muy guapas, y no les faltaba razón, Vero llevaba un vestido corto gris, cuyo cuerpo lo constituían los rostros de las actrices más glamurosas a modo de collage, y yo repetía mis vaqueros, con un top rojo bastante ajustadito. Los chicos no eran el colmo de la sofisticación, pero guapos si que eran (jiji).

Vero se sentó en un sofá entre Pedro y Tom , yo compartía el sofá pequeño con Juan. Nos ofrecieron una copa, cosa que aceptamos y necesitábamos, para calmarnos. Como el día anterior, se mostraron muy tímidos para empezar nada, les temblaba la voz al hablar y no eran capaces de construir una frase de más de tres palabras. Sorprendentemente, Vero tomó la iniciativa, con una mano sujetó la mandíbula de Pedro, giro su cara y le dio un argo beso, y a su vez con la otra mano sobaba el paquete de Tom. Al ver esto, Juan se me pegó, me besó el cuello por detrás y con sus manos levantó mi top hasta que mis pechos quedaron al descubierto. Me los pellizcó con fuerza, no había olvidado el grado de violencia que alcanzáramos el día anterior, y se ve que quería llegar a él lo antes posible. Mis pechos se pusieron muy rojos, ? me escuecen?, le dije. Mis gemidos ya más de dolor que de placer, hizo que parara, para luego ordenarme que me los lamiera yo misma, en tono amenazador. Le obedecí encantada por que veía que la cosa iba a ir por donde a mi me gusta. Consolé mis dolidos pezones con la lengua, mientras Juan simplemente miraba el espectáculo. Verónica seguía compartiendo besos y caricias con los otros dos chicos, hasta que estos la agarraron con bastante ímpetu, cogiéndola por sorpresa, e inmovilizándola.

A partir de aquí la situación se nos escapó de las manos a Vero y a mi. Vero se vio atrapada, y me miró como queriéndome decir que esto ya era nuevo para ella. Para sorpresa de las dos, la levantaron del sofá y le dijeron:?ahora serás tú la que consuele a Raquelita?. Se quedó de piedra, y yo también. Yo ya había tenido experiencias con chicas, pero creía que Vero no, y su cara de acojone la delataba, no las había tenido nunca. Tom y Pedro la sujetaban de las manos y del pelo, a la vez que la acercaban a mis tetas Le empujaron la cabeza hacia mi pecho, hasta que sus labios se fundieron con mi rojizo pezón. Yo, en realidad, estaba disfrutando mucho, pero no sabía si Vero disfrutaría lo mismo, y me aterraba pensar que se enfadará en medio de todo aquello. En principio se mostraba bastante sumisa. Me comía los pezones con devoción, e incluso gimio de placer cuando Pedro le levantó el vestido y , después de quitarle un bonito tanga azul celeste, comenzó a penetrarle el culo con dos dedos. Lo movía despacio, alternando movimientos bruscos, y Vero respondía a estos mordiéndome fuertemente los pezones, infringiéndome una buena dosis de dolor. Pedro y tom se turnaban el culo de mi amiga, y comentaron a Juan lo fácil que había sido llegar a meter cuatro dedos dentro de él.

Los tres inmovilizaron de nuevo a Vero, y se la llevaron l otro sofá, dejándome a mi sola en el pequeño. Vero besó a Pedro y luego a Juan, mientras Tom la descalzaba. Luego le quitó el vestido, a lo que Vero le respondió con su correspondiente intercambio de saliva. La pusieron a cuatro patas sobre el sofá, con sólo un sujetador puesto. Tom comenzó a meter el puño dentro del ano de Vero. Lentamente, ante la mirada de los otros dos. Ella gritaba y gemía a la vez, no era la primera vez que hacía eso, seguro. Yo seguía observando desde el otro sofá, hasta que Pedro sustituyo a Tom, y este vino hacia mi para que limpiara su mano con mi boca.

Obedecí a Tom, a la vez que liberé su polla para masturbarla un poco. Al rato apareció Juan , que me quitó los pantalones al igual que había hecho el día anterior. Me quedé tan solo con un tanguita blanco que me había puesto para la ocasión (y que me queda muy bien, por cierto). Tom condujo mi cabeza a su verga, y también como el día anterior, me torturaba haciendo chocar ésta con lo más hondo de mi garganta, a lo que o respondía apretando los dientes, provocando su agonía. Noté como Juan me liberaba del tanga y propinaba lametones a mi coño y a mi ano. Cuando lo tuve bien hundido en mi flor, apreté las piernas sobre su cabeza, el pataleaba y me insultaba, pero no se podía liberar. Esta situación terminó cuando Tom me agarró, y me obligó a continuar la masturbación anal que Pedro le estaba aplicando a Vero. Vero y yo ya estábamos totalmente entregadas al placer, así que lo hicimos enérgicamente, y sin que nos tuvieran que forzar a ello. Como Tom era el único desnudo, les ordenamos a los otros que se desnudaran el uno al otro. En principio se negaron, pero al ver que Vero y yo estábamos dispuestas a terminarlo ahí todo si o obedecían aceptaron. Lo hicieron sin mucha gracia y entre risas, pero lo hicieron.

Yo continué metiendo el puño en las entrañas de mi querida Vero, hasta que entre sollozos alcanzó el orgasmo. Ella, por la extenuación, se tumbó en el sofá a descansar su maltratado ano, mientras yo me dirigí hacia los chicos . introduje el dedo indice en el culo de Pedro, y después de magreárselo un poco se lo di a chupar a Juan. Alterné sus culos, llegando a meter tres dedos en alguno de ellos, mientras que gritaban de dolor a la vez que pedían más. Parecía que aquel día estaba dedicado a la tortura anal.

Cuando más convencida estaba yo de esto último, los chicos me desdijeron violentamente. Me pusieron de rodillas a la fuerza, y uno a uno, usaron mi boca como consolador para sus pollas. El chocar de sus miembros con mi garganta, me hacían emitir involuntariamente unos gritos guturales que llegaron a asustarlos, pero no a detenerlos. Pedro me empujó contra el sofá, y comenzó a penetrarme desde detrás, muy rápido, a la vez que mamaba a Tom. Éste ya iba muy rodado, eyaculando pronto con la mamada. Su semen cayó en su mayoría sobre mis tetas. Pedro me liberó, lo que aproveche para agarrar a Juan y obligarle a lamer mi pecho. Mientras lo hacía, divertido, se reía y me aseguraba:?ésta te la devuelvo, ya verás?. Acabó y bajó hasta mi agujero. Lo lamió muy deprisa hasta asegurarse de que me provocaba el orgasmo. Grité como una posesa cuando me corría y Juan aprovechó para morder mi clítoris, consiguiendo esa deliciosa mezcla de dolor y placer.

Me desplomé después del orgasmo. Mientras en un sofá Tom y yo nos recuperábamos del esfuerzó, Juan comenzó a follarse a Vero, que casi no se daba cuenta de lo que estaba sucediendo. Juan se corrió enseguida dentro de ella, y después de hablarle al oído a Pedro éste hizo lo mismo. Habían usado a Vero como un contenedor de semen, literalmente. Pero no era esta su intención, me agarraron de la cabellera, obligándome a levantarme del sofá, y sin soltarme, me obligaron a comerle el coño a mi amiga, que estaba inundado del esperma de los dos. En cuanto obedecí liberaron mi cabeza, y vero parecía disfrutar con lo que yo hacía, por que me acariciaba la cabeza, acompañando mis movimientos.

Vero y yo continuamos haciendo el amor en el sofá, mientras que los tres cabrones se acercaban. Mientras Vero y yo nos dábamos tiernas caricias la una a la otra, ellos nos acertaron con tres prominentes chorros de pis. Mi cuerpo se veía encharcado por todas partes, como el de Vero. Después que terminaran las meadas, en el sofá, que era impermeable , se habían formado pequeños charcos de pis. Vero, totalmente poseída, me agarró la cabeza y me obligó a sorber los meados de un de los charcos del sofá. Cuando hube acabado, me dio un beso muy muy largo. Luego continuamos haciendo el amor, en el sofá más sucio que se puedan imaginar. Los chicos nos miraban desde el otro sofá, a la vez que se masturbaban. Cada uno se ocupaba de su propio miembro, no como me hubiera gustado.

Con Vero tuve el orgasmo más dulce de toda la velada, pero como ese día no se trataba de ser dulce, una vez acabada nuestra sesión particular , Vero y yo recibimos el semen de los chicos uno a uno, en la boca, y fuimos obligadas a compartirlo la una con la otra mediante húmedos besos.

El sexo se acabó en aquel instante. Luego tuvimos que limpiar entre todos aquella habitación, que después de lo que hicimos, apestaba. Nos despedimos y prometimos estar en contacto, por que, después de todo, Vero y yo les debíamos una buena meada.

 

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