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Madura follada bestialmente | Relatos Eróticos de Sadomasoquismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Este relato sucedió no hace mucho, un día que estaba en un chat de internet, conocí a una chica de mi ciudad, se llamaba María del Amor, con la que empecé a hablar, a ella le gustaba hablar más que nada de sexo, ella decía que estaba harta de las relaciones sexuales convencionales, que le gustaban nuevas experiencias, que su marido no se las daba, quitando esto, no me dio más información sobre ella. Yo le propuse quedar, ella aceptó, al otro día quedamos en una cafetería.
Estaba sentado en una mesa, cuando vi entrar a una mujer con un mono de cuero, era la ropa que decía que iba a llevar, era morena, pelo negro, tipo matahari, delgada, la piel morena castigada por el sol y los años, tenía unos cincuenta años, le gustaba que a su edad aun los hombres prolongasen sus miradas en ella, sus pechos estaban algo caídos, a pesar de sus años era atractiva. Nos sentamos, empezamos a hablar, María del Amor me dijo que ella solo quería escuchar lo que yo le proponía, yo le empecé a explicar, ella parecía entender todo lo que le decía, soltando algunas sonrisas. Pasada esta parte, la invité a ir a un hotel cercano, ella aceptó.
Cuando entramos en la habitación del hotel, le dije que se sentara en una silla y cerrara los ojos, ella inmediatamente lo hizo, saqué las cuerdas que llevaba en mi mochila y la até a la silla. Tras esto, me fui al bar del hotel a tomarme una copa, humillándola de esa forma, estuve fuera cerca de una hora. Cuando volví seguía sentada, no había movido ni un músculo de su cuerpo, no dijo nada cuando me oyó entrar, la desaté y le ordené que se desnudase, lo hizo de manera simple y rápida, quedando desnuda ante mí.
Le até boca abajo en la cama las cuatro extremidades, después saqué una fusta pequeña de mi mochila y la pasé por su espalda hasta finalizar en su culo, ella tembló ligeramente, yo continué acariciando su cuerpo con la fusta. Cuando se relajó y menos lo esperaba le solté el primer azote sobre su culo, ella no hizo nada, después otros dos más sobre las nalgas, y ni se inmutó.
La dejé descansar un poco mientras fui a por las zapatillas, para degradarla aun más, inicié el castigo golpeando repetidas veces con fuerza las nalgas con una alpargata, después seguí bajando por los muslos y gemelos. A continuación volví a tomar la fusta y golpeé la planta de los pies varias veces, por primera vez dio síntomas de dolerle, se retorció de dolor, pero no se quejó, al indicarme que esa era una zona donde le dolía, insistí en el castigo un rato. Seguidamente, me quité el cinturón de los pantalones, acaricié su espalda húmeda por el sudor un poco, para después con fuerza azotar su espalda, hasta que empezó a quejarse de forma notoria. Le pregunté si quería marcharse, él lo negó con la cabeza. Volví a golpearle la espalda, pero esta vez con la fusta, golpeaba los costados, ella se retorcía, dejándome ver sus pechos, los cuales también sufrían los latigazos.
A continuación, le di la vuelta, la até igual que antes pero boca arriba, acaricié sus pechos con la fusta, hasta que golpeé los pechos suavemente con esta, para después darle un poco más fuerte en las tetas, en pleno pecho y en los pezones, María del Amor temblaba de dolor. Tras esta primera fase, la desaté y la dejé reposarse unos segundos mientras con mis manos la acariciaba, queriéndole apaciguar su dolor, el cual era patente a simple vista, tenía verdugones en la planta de los pies, en los muslos, en el culo, en la espalda, en el costado, en las tetas. Después acerqué la mano a su vagina, metí un par de dedos, estaba mojada, le pregunté si quería que me la follase, afirmó con la cabeza, le dije que si es lo que deseaba yo lo haría, que no había que dejar enfriar a las putas cuando están calientes, ella respondió que sí, que no la dejase descansar. Le ordené ponerse a cuatro patas, pero con las manos y la cabeza pegadas a la sabana, para que solo quedara subido su culo, ella lo hizo, le dije que le iba a follar su coñito, ella replicó que no la hiciera esperar, separé sus nalgas, y metí mi polla por su ano de un golpe, sin que se lo esperase, sin contemplaciones abrí su culo con fuerza, ella esperaba ser follada por la vagina, pero la sorpresa le causó dolor, gritó por la punzada, yo no le hice casa, y empecé a bombear su culo, a la vez con la mano golpeaba sus nalgas, quería que le doliera por dentro y por fuera, cada vez la penetraba más violentamente. Le ordené que con sus dedos se follara su coñito, ella lo hizo metiéndose dos dedos, los cuales se metía con gran fuerza.
Yo la arengaba verbalmente, le decía que me encantaba su cuerpo golpeado y marcado, su ano reventado, que era una guarra, que era de lo más prostituta que había, María del Amor me decía que era mía, que le hiciera lo que quisiera, le pregunté si era una puta, y ella apresuradamente respondió que sí, que era mi puta, que la putease, a ella le gustaba, mi polla se perdía en su culo, me encantaba romperle más su ya roto culo, pues se notaba que había tenido una vida ajetreada. Ella no me perdía de vista, sin cesar en una sonrisa placentera, hasta que notaba que me corría, entonces saqué mi polla de su culo, la puse de rodillas, me masturbé un poco para que saliera mi leche, le metí la polla hasta el final de su boca, y empecé a soltar semen, María del Amor daba una arcada por cada impulso de leche que me salía, el semen le chorreaba por la barbilla, por el pecho.

 

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