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El CHIQUILLO Y LA EMPLEADA (EL SEMEN QUE LUBRICA LA CIUDAD) Parte 1 | Relatos Eróticos de Sexo con maduras

Publicado por Gonzo el 23/12/2014

A diferencia de otras empleadas de hogar, a ésta le gustaba llegar temprano a la casa en la que servía.

Rápidamente concluía con la limpieza para luego quedarse largas horas contemplando al chiquillo que quedaba a su cuidado. Prestaba tal atención cuando aquel tomaba sus juguetes y los esparcía por la alfombra de la sala que ella no hacía más que sonreírle con una mirada antojadiza.

Había oportunidades que no se perdía de tener entre sus brazos al pequeño; abrazarlo, estrecharlo entre sus brazos y su pecho, y besarlo en la frente, a pesar que él siempre le rehuía y se alejaba para seguir disfrutando de sus juguetes.

En cierta ocasión lo encontró reposando en el sillón descansando de sus juegos y con la mirada puesta en un punto fijo, ella se le acercó casi de puntillas sin hacer ruido alguno por lo que él no se percató de su presencia. Y de un de repente sintió como la mujer se sentó a su lado dejándose caer sobre el sillón.

A lo que el niño reaccionó mirándola con cierta extrañeza pero sin salir del todo de su reposo, entonces ella aprovechó y metió los dedos de su mano derecha entre los cabellos del chiquillo para acariciar su cabeza, algo a lo que él se mostró complacido.

Luego ella se le aproximó más y apoyo con la mano la cabeza del pequeño encima de su redondo y grueso pecho, algo a lo que el muchachillo reacciono extrañado porque no era nada común que antes se hubiera dado.

Pero ella disfrutaba del tener al muchachillo tan cerca con la cabecita en su pecho y poder acariciarlo con ganas en la carita, en el pecho y encima de los hombros. A punto de alcanzar sus cortos brazos el chiquillo comenzó a rezongar mostrándole su disconformidad. La mujer sin saber qué hacer le preguntó un par de veces que es lo que él quería y no encuentro respuesta alguna.

Entonces a fin de que él no se fuera y le rehuyera como siempre lo hacía, para lograr su atención le dio unas palmaditas en las piernas y como diciéndose a sí misma en tono alegre dijo:
-¡ya sé!

Y tomó con los dedos los botones del mandil que traía puesto, empezó a desabotonarlos uno a uno ante la mirada quieta del muchachillo. Después de 3 botones desabotonados quedaron expuestos como dos grandes y redondas toronjas sus senos, sujetados por un grueso sostén blanco.

El chiquillo quedó paralizado, mientras la mujer volvía a acariciarlo esta vez por los muslos, recorría con sus gruesas manos todo el muslo del pequeño y a medida que lo hacía exponía más sus pechos, haciendo a los costados su mandil para que sus senos quedarán sobresaliendo pero aún guardados en su sostén, al chiquillo le parecían enormes esos senos y no entendía como tan grandes, los había tenido metidos dentro del mandil. En eso la mujer tomó mayor confianza apoyando una pierna encima de la otra, se puso más de costado al lado del niño sobre el sillón, con firmeza puso la mano gruesa encima de los genitales el chico sobre su pantalón, por unos segundos no movió la mano, el pequeño estaba paralizado mirando a la mujer a los ojos, entonces ella prosiguió y metió la mano más abajo, al chiquillo no le quedo más que ceder y acomodar las piernas para que se abrirán un poco, ella encontró la comodidad suficiente para frotar con la mano de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo; lo hizo un par de veces de modo restregoso separando los dedos alrededor de lo que ella suponía era el pequeño miembro del chiquillo.

A continuación la mujer complacida quiso retribuir acercando su pecho a la carita del chico, éste retiro un poco la cara poniéndola ligeramente de costado. En eso la mujer ya había tomado la cremallera de los pantalones del muchacho y procedió a desabotonar y bajar el cierre, lo bajó completamente y luego abrió el pantalón a los costados como un libro, por el medio. El chiquillo algo atemorizado en ese momento bajo la mirada para mirar cómo había quedado, tenía el calzoncillo expuesto de adelante y se sintió un poco avergonzado por eso, pero la mujer no sentía pena alguna por eso y sonriente dio el siguiente paso. Con la punta del dedo de en medio ubicó el miembro del chiquillo detrás del calzoncillo, recorrió con la yema del dedo hasta dar con el borde que se había metido hacia abajo y de un empujoncito con el dedo lo sacó hacia adelante y así se armó mejor el bultito que el chiquillo tenía dentro el calzoncillo.

La mujer descansaba su cuerpo sobre el espaldar del sillón con el otro brazo doblado encima del borde de ese sillón, estiró la mano hasta alcanzar con el dedo índice la quijada del chico y se la levantó para que la viera, le sonrío entusiasta y soltando su mentón, con ese mismo dedo jalo del borde del centro de su sostén hacia un costado y su seno saltó desde adentro quedando libre y expuesto, lo que sorprendió al chiquillo enormemente mientras ella le seguía sonriendo.

Acto seguido la mujer deslizó la mano extendida dentro del calzoncillo del muchachito, algo que le hizo ponerse nervioso y moverse en el sillón hasta ponerse más erguido y tenso, pero pronto se dio por rendido y dejó que la mujer actuara. Con su mano dentro del calzoncillo había tomado su pequeño miembro, lo palpaba y metía los dedos por debajo del tronco de su pequeño pene hasta tenerlo agarrado, luego dejó que su palma llegará hasta sus pequeños testículos y sacando un poco la mano, tomó desde abajo el genital del niño y remangando el calzoncillo con gran habilidad lo sacó hacia afuera y lo expuso por completo, el borde del calzoncillo comprimía por detrás los testículos del chico pero a pesar que le causaba cierta incomodidad no le producía dolor.

La mujer tomó delicadamente el pequeño miembro con tres dedos y comenzó con una ficción alrededor, la tierna piel se arrugaba ligeramente dejando que saliera un poco el borde rojizo de ese pene chiquito y en la punta misma el hoyuelo quedó claramente apreciado; la mujer liberó el pene de la fricción y jugó un poco con él moviéndolo con un dedo de un lado al otro, el penecito lánguido se dejaba hacer, hasta que la mujer metió la mano por debajo del miembro y puso la palma encima de esos tiernos testículos, los palpó bien, luego acomodó la mano de manera que el dedo pulgar quedara a un costado del pene y los otros cuatro dedos al otro costado. Tomó así ese pene cerrando los dedos alrededor, comenzó a remangarle la piel para que saliera nuevamente la punta y de inmediato el chiquillo soltó un chorro de pis, a lo que él reaccionó asustado pero ella sólo se carcajeo y siguió agarrándole su pene,…

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