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A contrapelo, relato de zoofilia | Relatos Eróticos de Zoofilia

Publicado por Jorge el 29/05/2018

Esto que cuento, pasó hace muchos años, pero cuando ya no tengo mucho interés o fortaleza para con las mujeres, al evocarlo, siento como se me enerva el pene y consigo una buene erección..
Yo con 20 años, ya estaba emancipado y sólo volvía por casa de mis padres, algún fin de semana, en una de ellas, hacia el medio día al encerrar el auto, -lo hacía en un bajo ocupado en parte por una cochiquera,donde se cebaban como diez o doce cerdos.
Al cerrar la puerta trás bajarme, los cerdos alarmados corrieron despavoridos hacía el rincón más lejano, pero dos de ellos se quedaron en el centro sin huir. Me acerque con curiosidad y ví que eran dos hembras, y que una de ellas parecía tener la bulva un poco roja, Salte la pequeña pared y me acerqué lentamente y al llegar a la primerá la toque el lomo despacio y lo aceptó, por lo que inmediatamente baje mi mano a su sexo y se lo palpé cosa que no sólo aceptó, sino que movió el rabo hacia un lado, eso me excito enormemente, poniendo mi sexo a mil.
Rapidamente descorrí la bragueta del pantalón, sacandome mi herramienta apoyandola en su vagina. He de manifestar que aún no tendría más de 4 meses, quizá 5 por lo que su bulva aparte de no estar desvirgada, era pequeña, evidentemente mi polla no podía entrar en ella facilmente, pero yo estaba tan arriscado, que como dije se la posicioné y ayudandome con los dedos le abri sus pequeños labiosy le introduje como medio centimetro, y con tanto deseo y la prisa y miedo de que me pudieran sorprender apreté todo lo que pude, sus labios por la sequedad y por ser pequeñitos, se volvían hacia dentro acompañando mi pene, y en cuestión de segundos, eyaculé dentro.
Rapidamente recogi mi pene el en interior del pantalón y salí del lugar marchando a casa a comer, situada realativamente cerca, en la calle adyacente.
Toda la tarde, estuve pensando en lo ocurrido, unas veces con una sensación de arrepentimiento, y otras con el deseo de que llegara la noche, mis padres se acostaran y mi hermano mayor y dueño de los cerdos marchara de baile como hacía todos los sabados. El momento llegó, me invitó a ir con él, declinando la propuesta, obviamente no eran esos mi planes.
El salió en su coche en una dirección, yo en otra. Me introduje en la pocilga-cochera con tranquilidad, sin prisa, sabiendo que tenía toda la noche por delante, Era de noche y no había luz allí, aunque despué de unos minutos la que entraba de la calle por una ventana era suficiente, Me desnudé de cintura para abajo y me coloque unas botas que mii hermano utilizaba para entrar y no manchar mis zapatos. Al igual que horas antes las dos ejemplares hembras no se inmutaron con mi presencia, me acequé a una, ignoro si la misma, y le acaricié el lomo, mostrandose asequible e inmediatamente pasé a su sexo y se lo acaricié tiernamente tratandole de introducir un dedo, previamente mojado en mi saliba, lo movia en todas direcciones arriba, abajo, derecha izquierda, etc, a continuación le envoqué mi pene en su pequeña bocacha y ayudandome con los dedos de una mano traté de que sus labios fueran abrazando mi capullo mientras con la otra mano procuraba no se desencajara de la abertura, ella al notar mi calentor, apretaba hacía atrás y a pesar de que era pequeña, como mi posición más alta era incomoda pues tenía las piernas flexionadas, poco a poco me fué arrinconando hasta llegar a la pared donde adosé mi trasero. En esta posición ya tenía menos opciones de escapar mi verga, así que me dediqué exclusivamente a ir abriendole su vagina e ir introduciendo mi pene, cosa que después de algunos minutos conseguí un par de centimetros, aproximademente la mitad del prepucio,a esas alturas, yo ya estaba lubricando sus partes con mis jugos e imagino que también ella con los suyos, pero la rajita continuaba siendo pequeña y costaba mucho avanzar, poco a poco noté como mi anillo casi desaparecía por completo dentro, volví a estirar sus labios y que abrazaran mi endurecido pene y lentamente sin dejar de apretar se la fuí metiendo, cuando de repente antes de llegar a la mitad, encuentro como un obstáculo, algo me impide avanzar, es blando, pero elástico, tengo miedo de apretar fuerte, me viene a la mente lo que puede ser un virgo, dudo entre si apretar o no, pero decidido a hacer las cosas bién, no a medias como la vez anterior, tomo empuje y sin sacarla, doy un embidón fuertemente y !Eureka, el obstaculo desaparece y lo menos entrarón de golpe dos o trés centimetros más, esto ya fué el frenesí dando otro empujón ya mas lentamente, notando perfectamente como mi pene entraba rozando totalmente sus paredes vaginales, que gusto, que placer, por fín estaba dentro toda, quedé quieto un tiempo, saborendo el momento, pero enseguida comencé a sacar y meter, al principio costaba, pero cuanto más costaba, mayor era el roce y por consiguiente la sensación de placer, no sé cuanto tiempo estuvimos gozando, si, digo bién gozando ella apretaba un poquito hacia atrás y yo hacia adelante, por fín ya no quise aguantar más y dando unas cuantas arremetidas fuertes eyaculé dentro, quedé exhausto, pero permanecí dentro, y apoyando y subiendo mis piés sobre la pequeña pared trasera, me recosté sobre ella y así permanecimos mucho rato, el suficiente como para notar de nuevo como mi pene volvía a endurecerse, la noche continuó, pero el resto, si me es permitido ya lo contaré en otra ocasión.
Esta historia está basada en un hecho real, yo ya tengo 68 años, pero como dije antes jamás loo olvidaré. Me haría feliz que saliera publicado, si es asi muchas gracias a quién corresponda la decisión.

 

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