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Con mi cariñoso animalito | Relatos Eróticos de Zoofilia

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Me llamo Leticia y soy de Buenos Aires, Argentina. Después de mucho pensarlo, me decidí a contarles mis historias ya que pienso que muchas chicas (y chicos) se pueden beneficiar de ellas, para iniciarse en el arte de amar animales. Igual estoy segura que los chicos se van a repajear cuando les cuente.
Para que se hagan una imagen mental de mi les cuento que soy bien morocha; mi piel es tostada, tome sol o no; tengo el pelo lacio, no totalmente negro sino es de una tonalidad entre gris, negro y castaño; soy de estatura media, metro sesenta y cinco; tengo una naricita redonda y ojos castaños; no tengo mucho culo, pero lo agradezco para ciertas prácticas. No seria muy linda sino fuera por las tremendas tetas que tengo, miden 110 cm pero no soy muy firmes, pero con un buen corpiño quedan hermosas. Sino fuera por ellas no creo que calentara mucho a alguien pero he tenido mucho éxito con los hombres. Tengo una personalidad adictiva, principalmente en cuanto a sexo. Actualmente tengo 27. A los 22 ya había probado todo tipo de sexo, participado en orgías y era adicta a varias drogas. Con ayuda de mis padres y mi fuerza de voluntad, pasé por una larga desintoxicación en EE UU en una clínica privada (mis padres están forrados en guita). Y después me mandaron a este lugar desde donde les estoy escribiendo. Es un campo de cría de caballos pura sangre. Es un lugar apartado a más de 25 kilómetros de la estancia de mis viejos. Me costó mucho la vida en el campo pero ahora la disfruto. Empecé a trabajar duro y ahora tengo un relativo éxito. Después de que mi personalidad adictiva comenzó a resurgir, convertí el lugar en granja, teniendo varios animales que no son pura sangre y tampoco son para vender, son para mi propio goce.
Para contactar a los compradores de los pura sangre tuve que poner Internet inalámbrico. Un día que estaba aburrida empecé a ver páginas porno. La verdad que nada me entusiasmaba mucho, ya que todo lo que veía ya lo había vivido en carne propia (o en agujeros propios mejor dicho), hasta que empecé a ver links a sitios de zoofilia y empecé a investigar. Me parecía muy morboso todo, y muy sucio. Me empecé a entusiasmar. Me bajé varias películas con programas especiales y me pajeaba viendo como gordas cerdas eran cogidas por caballos, como se la mamaban a los perros... Pero siempre sentí que algo fallaba, muchas veces, los animales no cogían con ganas, los obligaban simplemente.
Mientras trabajaba de lunes a viernes casi todo el día, limpiando a los animales, dándoles de comer, etc. mi imaginación trabajaba a mil. Tengo un ayudante que viene los días de semana solamente, así que los fines de semana son todos para mi solita. Sin darme cuenta, empecé a comprar (como ya dije) animales inútiles para un campo de cría. En un principio yo disponía de 3 caballos pura sangre y de 3 yeguas también pura sangre. La idea era que se aparearan y vender las crías. También tenia 4 perritos para evitar posibles robos y para que me hicieran compañía. Después fui comprando dos perras, dos cerdos y dos cerdas, un pony y un burro. Los cuidaba y mimaba mucho mientras tardaba en decidirme. Por las noches me empecé a pajear frenéticamente. Sabia que si empezaba con el sexo, no podría parar, por lo que empecé a trabajar más duro que antes. Agregué un carnero a mi colección de animales y otro perro (un gran danés, mi inconsciente se preparaba para rendirse). Pero, aún con todo el trabajo del campo, los fines de semana son un tormento. Me encontraba muy sola y alejada de todos. Mis padres me visitaban poco, seguros de que no podía volver a consumir ni a tener una vida alocada (vale decir: coger con cualquier tipo que viera y con varios a la vez). Bueno, pues se equivocaron. Empecé a coger como loca con mis animalitos hace ya 3 años.
Todo empezó con los pura sangre. A veces, había que ayudar al caballo a meterle la pija a la yegua, guiando con la mano ese terrible pijón que tienen. Esto lo hacia mi ayudante, pero empecé a hacerlo yo también. Veía como esas pijas hermosas y duras como piedras se metían en las conchas de las yeguas escurriendo líquidos de adentro de ellas. Era hermoso. Un viernes a la noche, con estos pensamientos en mente, me fui al establo de los caballos. Prendía la luz y me decidí por una yegua y me metí en su cubículo. Aunque no lo crean, mi primera experiencia interespecies fue lésbica, si es que puede llamarse así. Empecé a acariciar a la yegua... es hermosa, todo su cuerpo es color marrón, bueno, no todo, el interior de su conchita es bien rosado brillante. No la acaricié mucho me fui derecho a su concha y su ano. No podía ver bien así que llevé una luz portátil y la colgué de un gancho cercano. La fuerte luz me reveló toda la anatomía de la yegua. Empecé a acariciar los bordes de aquella vulva inmensa. Le hacia cosquillas en los pelitos que encontraba en esos bordes. Empecé a abrirla lentamente con las dos manos y a ver aquel agujero carnoso y suave. Empecé a acercar mi cara lentamente, sintiendo el calor que emanaba en mis labios y mis mejillas. Olfateando ese olor a hembra, tan rico. Me babeaba a medida que acercaba mi cara a esa concha. Estando a menos de un centímetro me decidí y puse mi cara dentro. Entraba mi boca entera y mi nariz. Lentamente comencé a sacar mi lengua, a degustar los flujos de esa yegua. Sin pensarlo más, comencé a devorarla, a sorber sus jugos. Era riquisima. Con mi boca y mi nariz dentro de su concha bajé mis manos y comencé a desnudarme. Tuve que alejarme para sacar mi camisa por encima de mis hombros. Me quedé desnuda. Mis pezones eran de piedra, empecé a tocarlos para que me dolieran. Luego los metí dentro de la concha de la yegua. Metía mis tetas adentro de ese agujero sedoso, luego metía mi cara y me la comía. Empecé luego a recorrer con mi lengüita el borde de esa concha hasta que llegué a su culo. Metí un dedo, luego otro. La yegua se dejaba hacer, me conocía de hacia 2 años y estaba acostumbrada a mi, como todos mis animales. Le comí el culo también. Aunque era de un gusto más fuerte, ya nada me importaba. Estaba a mil. Toda mi vieja personalidad había florecido y la sola idea de que tenia a todos esos animales a mi disposición, me volvió loca. Ya no aguantaba más para tener esas vergas en mi concha y mi culo. Pero primero quería disfrutar con la yegua, pobrecita, no la iba a dejar así. Mientras le comía el culo y la concha, yo me pajeaba metiendo y sacando mis dedos de la concha, pero no era suficiente. Tampoco quería que la yegua me comiera la concha, hasta ese momento ninguna de mis amigas había conseguido darme verdadero placer (ni hablar de los hombres, simplemente, no saben comer coños). Salí del cubículo y fui a buscar un caballete de madera. Lo puse detrás de la yegua y me subí a él. Era perfecto (con el tiempo mandé a hacer diferentes accesorios para ayudarme a coger con los demás animales), mi concha y la de la yegua estaban a la misma altura. Abrí mi vulva con los dedos y empecé a dirigirla a la concha de la yegua, pero al menor contacto está se movió dejándome con las ganas. Me bajé del caballete y la até de la brida y le até el cuerpo a un costado con sogas, así quedó inmovilizada. Realmente no me gusta pero muchas veces tengo que hacerlo porque el animal no entiende cuando se tiene que mover y cuando no. Bueno, estando así la yegua inmóvil, me monté en el caballete nuevamente, abrí mi concha y empecé a frotármela con la concha de una de mis yeguas. Fue alucinante, dos hembras cogiendo, entregadas al más puro placer sexual y animal. Sus pelitos me llevaban a la locura, su sedosidad al paroxismo. Tuve dos orgasmos casi seguidos frotando concha con la yegua.
Me tendí en el suelo y me dormí con una sensación muy placentera, casi embriagadora. Me desperté a las pocas horas, supongo que por el frío y me di cuenta que era sábado a la madrugada, disponía de dos días donde iba a estar completamente sola y tenia toda una granja para mi sola! Machos y hembras para mi solita! Casi me desmayo al pensar en esa idea y de las fantasías disparadas. En la próxima entrega les seguiré contando de como fui cogiendo con los demás animales y de cómo me monté grandes orgías, de como chupé conchas de todas las especies, de cómo mamé vergas de distinto tipo y tamaño (la del cerdo es algo realmente único), y como bebí litros de leche de caballo, perro, cerdo y demás. Ahora no sigo porque sino me caliento mucho y mañana tengo que trabajar.
Hasta mañana!

 

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