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La mujer y su fiel perro | Relatos Eróticos de Zoofilia

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Este relato sucedió a principios de éste año, fuimos invitados varios amigos y amigas a visitar una finca de uno de nuestros conocidos. Llegamos al anochecer, cenamos temprano, algunos nos bañamos y nos retiramos a las habitaciones a descansar. La propiedad reunía atractivos naturales por estar localizado en un inmenso bosque donde los ríos nacen de los manantiales de agua, se respiraba aire limpio, fresco y puro, las noches eran frías y llenas de estrellas, al caer la tarde se escuchan toda clase de sonidos provenientes de la naturaleza.
Al amanecer nos prepararon el desayuno y salimos con los caballos a pasear por el campo, después nadamos en una presa con aguas cristalinas, luego regresamos a la finca, donde pasamos la tarde. Me hice muy amigo de un chaval de los que trabajan allí, hablábamos mucho y cogimos mucha confianza, hasta el punto que cuando todos se fueron a dormir, el me agarró del brazo, y me dijo que si quería ver cómo la vecina de la otra finca les daba de comer a sus perros, por la forma en que me lo dijo sospeché que era algo especial, por lo que acepté. Caminamos hasta llegar a una cabaña iluminada por un minúsculo foco, me colocó en un pequeño hueco en la pared, y tras esto el joven me dijo que se iba, que tenía cosas que hacer, eso me dejó algo extrañado, pero la curiosidad hizo que me quedara allí. Al rato, llegó al lugar una mujer, alta, con el cabello negro, de unos treinta años, vestía un vestido de color azul marino el cual llegaba hasta la rodilla, con unos zapatos negros de tacón no muy alto, cubría su espalda con un chal beige, su cuerpo parecía prometer. Yo seguía en el hueco, no me movía, no deseaba ser sorprendido. Se sentó en un fardo de trigo, y se puso a esperar, hasta que no pasaron ni tres minutos, cuando apareció un perro pastor alemán no muy grande, se acercó a la mujer dando una vuelta a su alrededor, y ella le llamó, y le ordenó que le diera besitos, como entendiendo aquellas palabras trepó con sus patas delanteras sobre las piernas de la chica y comenzó a lengüetearle la cara, su gran lengua entraba y salía de la boca de ella, quien lo abrazaba, se daban besos jugosos, la escena me puso bastante cachondo, mi pene estaba erecto, desabroché la bragueta, sacándolo.
Tras el primer encuentro, ella se quitó la ropa, y para mi sorpresa, no llevaba nada tampoco de ropa interior, se podía observar su escultural cuerpo, con unos senos grande y firmes, con pezones rosados erectos, sus nalgas redondas adornaban la excepcional figura, solo tenía un pequeño triangulo encima de su rajita de bello púbico, a su lado el perro. Este estaba impaciente, olfateaba la vagina de ella, la cual le acercó el hocico a su coñito, abrió las piernas, y el animal comenzó a darle lamidos a lo largo de su raja, quien se acostó sobre el fardo. La mujer, levantó sus piernas hacia arriba, cerraba los ojos y se frotaba los enormes senos, pellizcando la aureola del pezón, el perro seguía, hasta que bajó una pierna y con el pié derecho acarició la verga del canino, la cual estaba erecta, ella la movía adelante y atrás y de un lado al otro. Tras un rato, ella agarró al animal y le puso la boca a la altura de sus tetas, y el perro empezó a lamer los senos de ella, los saboreaba con maestría, pasando la lengua por los pezones, por el pecho.
Momentos después, ella se quitó al perro de encima, lo puso tumbado hacia un costado, bajó su mano, tomó la verga, la acarició un poco, y se la llevó a la boca, la empezó a mamar con la lengua, recorría desde la punta hasta la parte inferior. Luego ella se tumbó boca arriba, puso la parte trasera del perro sobre ella, y continuó mamando la verga, tragándosela entera, disfrutándola, de más despacio a más rápido, el perro soltaba aullidos de placer, la mujer continuaba mamando con desesperación, el animal continuaba con su movimiento follador, se estaba tirando la boca de ella, hasta que el animal paró, había tenido su primer orgasmo, disfrutaba de haber llenado la boca de ella de su semen, de su cavidad bucal empezaron a salir hilos de semen mezclados con saliva, los cuales le chorreaban por las tetas. El perro se quitó de encima, y se quedó dando vueltas por alrededor de ella, yo continuaba masturbándome ante tan espectacular espectáculo.
Pasados unos minutos, ella se giró, apoyó su pecho en el trigo, arrodillada su parte baja mostraba sus hermosas nalgas, con un ano cerrado, y una vagina bien lubricada. Estaba tentando al perro, el cual no tardó mucho en acercarse, le empezó a lamer el culo, quien separó con ambas manos las nalgas, como implorando al animal que le metiera su miembro, el animal se apoyó en sus patas traseras, y las delanteras las puso encima de ella, y metió la verga por su coñito, y sin mucha espera, empezó a meterla y sacarla velozmente, ella en cada embestida se movía hacia los lados, se frotaba los senos en el trigo, hasta que logró llegar a su orgasmo, se arqueó hacia atrás, como queriendo arrancarle la verga, esto produjo que el perro diese unos golpes secos y duros, encajando el canino de un golpe la verga, ella lloró de placer al sentirse enganchada con el nudo de la verga del perro, quien casi inmóvil se dejaba hacer, la señora continuó sus movimientos, follando con la verga encajada del perro, y logrando otro orgasmo, yo no aguanté más, y saqué de mi interior toda mi leche.
El perro permanecía inmóvil, los movimientos de ella cesaron, y la verga empezó a salir de la lubricada vagina, hasta que estuvo fuera por completo, inmediatamente ella se puso en cuclillas, como si fuese a orinar, y todos los fluidos resbalaron hacia el suelo. La mujer se puso el vestido nuevamente, y se fue de allí, el perro la siguió fielmente. Yo me fui también hacia mi cuarto, y esa noche no pude dormir pensando en lo vivido.

 

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