Relatos Eróticos Zoofilia

Mi granja del amor | Relatos Eróticos de Zoofilia

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Hola chicos y chicas! Espero que les haya gustado la cuarta entrega de mis experiencias. Podría escribir un libro como Melissa P. y llenarme (más) de guita! ¿Quieren saber cómo siguió mi orgía anal de ese fin de semana? Ya se enterarán. Antes quiero decirles algunas cosas.

Perdonen la tardanza en mandarles este relato pero tuve muchos inconvenientes de salud y familiares. Mi foto se las enviaré apenas pueda. Estoy teniendo problemas de salud y una parte de la PC se rompió. No enviaré mis experiencias por mail. Tendrán que leer las que mando a esta página. Si ustedes me quieren mandar algo a mi casilla, mándenlo (en lo posible sin virus, ni spam, se perjudicarán ustedes cuando no pueda seguir enviando mis relatos) que yo leo y guardo todo. Si me quieren mandar fotos de vergas erectas, mándenlas pero en lo posible, si son humanas, que sean lindas y mejor si son vergas de animales.

Algunos dudan un poco de mis relatos. Es comprensible. No todos los días una chica desnuda sus intimidades (aunque sea de forma un tanto anónima). Reconozco que soy culpable de exagerar algunas cosas; pero los hago a fin de que el relato sea más interesante y no aburrido. Por ejemplo me ha pasado de que la calentura se me pasara por cansancio. A veces pajeo a los caballos y éstos no responden hasta que el brazo se me entumece y eso no excita.

Por ello algunas cosas ocurren más rápido en el relato de lo que en realidad fueron. Espero sepan entender esta digresión. Pero en sí, el relato es verídico y todo lo que digo que pasó, en realidad pasó. Queda en ustedes creerlo o no.

Bueno, y si seguimos con mi orgía anal. Recuerden que uno de mis caballitos me había echado su leche caliente en el culo. Me salí de debajo de él con las piernas escurriendo semen. Mis boxer empezaron a lamerme todas las piernas, la concha y el culo. Me puse en cuatro patas y los besé. Besos de lengua. Ellos sentían el gusto del semen de caballo en mi boca y me la chupaban con desesperación. Mi boca se llenó de sus babas. Era algo hermoso. Me levanté y fui a otro sector del establo con los perros siguiéndome.

Había dejado en uno de los cubículos a un cerdo y una cerda. Me fui hasta el cerdo que estaba atado. Lo tumbé y ahí nomás empecé a luchar para sacar su pijita tipo tirabuzón de dentro suyo. La saqué y empecé a chupársela. Los boxer me habían seguido y me chupaban el culo. Luego comenzaron a querer montarme. Yo tenía la pija del cerdo en mi boca, chupándola como una puta, y dejé a los perros que se divirtieran conmigo, con mi ano o mi vagina. Uno de ellos, no sé cual me cogió por la concha. Era hermoso. Una pija de cerdo en mi boca y una pija de perro en mi concha. Sentía que iba a explotar. Pero no dejé que el perro me abotonara. Lo bajé de mi. Me levanté y mi concha empezó a rezumar semen canino. Los saqué del cubículo como pude pues estaban como locos. Luego me volví hacia mi cerdito. Lo solté y me puse en cuatro patas. Enseguida me quiso montar. Sus pezuñas me rozaban los brazos pero estaba protegida por el pulóver que tenía pues hacía mucho frío. Llevé mi mano a mi concha mientras me montaba el cerdo y redirigí su pijita a mi culo. Se estaba estrechando, pero como la pija de un cerdo es finita no hubo problemas. Enseguida sentí como se insertaba en mi ano y recorría mi recto ese tirabuzón que me vuelve loca. El cerdo chillaba de placer y yo también. Sentí como me llenaba de semen los intestinos. Esa sensación me vuelve loca. Se siente rico, calentito mi interior. Me largó un chorro larguísimo mientras chillaba. Se bajó de mi el cerdo. Yo me di vuelta y medio acostada con la espalda sobre un fardo de paja, llevé mi mano hasta mi culo y empecé a recoger el semen que caía. Estaba todo mezclado. Semen de perro, de caballo y de cerdo. Es algo muy rico y yo soy muy golosa como verán. Ya era bien entrada la noche y me faltaba un animal y un final digno de esa orgía.

Antes de dedicarme al burro llamé al gran danés. Nos fuimos al cubículo donde estaban los caballos. Pobres, todavía estaban atados y no se podían dormir. Les dije que dentro de poco les iba a secar sus testículos y que podrían dormir. Tumbé al gran danés y me dediqué a chuparle la pija. Es muy linda y grande y yo la mamaba con esmero y cariño. Hacía vacío con mi boca y la verga se metía cada vez más grande en mi boca. Me di vuelta para que me cogiera y el perro respondió tratando de montarme. Sentí como su verga se quería meter en mi concha. Se la dirigí con mi mano. Empezó a cogerme por la concha pero yo le iba frenando sus embestidas con la mano. Yo gemía y gemía de placer pues su verga se había hinchado de forma increíble en mi interior. Yo gozaba hasta que sentí como quería meter su bola dentro mío. Pero eso era imposible. Era demasiado grande. De todas formas mantuve mi mano cerca y me pajeaba el clítoris. Sentí como su leche salía de a chorritos y me llenaba la concha y se escurría entre mis piernas. Me salí y fue como si uno de los boxer me hubiera abotonado pero el gran danés no había alcanzado a meter su bola. Me dolió mucho pero saqué su pija de dentro mío. Me quedé con ella en la mano pues se la había pasado por debajo de una de sus patas. Es algo tremendo. Es imposible que una chica se meta eso en el culo con la bola. Yo sé pues lo he medido, que en mi culo caben 15 ó 17 cm de verga. Muchas veces me metí recipientes plásticos hasta donde más he podido y me da eso: 15 ó 17 cm . Esa debe ser la medida de mi recto. Así que nunca me entrará la verga de mi gran danés. Una lástima pues es hermosa, gordísima y muy larga también. Pero bueno, no podía hacer otra cosa más que chupársela aprovechando que su semen salía de a chorritos. Mamé y mamé hasta que no salió nada más. A pesar de que había acabado mucho el perro, empezaba a tener sed. Pero me aguanté. Me senté sobre un fardo de paja y usé la verga del gran danés como consolador, metiendo y sacando esa verga de mi vagina mientras me acariciaba el clítoris. Tuve un orgasmo suave y hasta diría que romántico. Solté al perro y este se lamió la pija y me lamió a mi entera; todo mi cuerpo.

Después de eso, me recosté a pocos pasos del burro, sobre la paja. De a poco, me fui acercando a él. Me sobaba sobre su cuerpo, lo acariciaba por todos lados hasta llegar a su pija. Lo masturbé como loca hasta que su verga estuvo bien dura. Me metí debajo suyo y me penetré con su rica pija hasta tragarmela toda con mi concha. Me superé esa vez pues fue la vez que pude meter toda la verga del burro dentro mío. La metía y la sacaba con rapidez, a la vez que sentía como el burro movía sus caderas cogiéndome con delicia, Cogía y cogía con el burro, aún cuando sentía como llenaba mi útero con leche calentita. Sin embargo, no disminuí el ritmo, seguí metiéndome esa verga larga, dura, y con esa cabecita tan particular que tiene hasta que alcancé un orgasmo fuertísimo. Se me fue el aire en ese momento, solté la verga que sostenía en mi mano y lentamente fui cayendo debajo del burra hasta la paja, sintiendo como se deslizaba la verga al tiempo que chorreaba semen. Me quedé ahí debajo unos minutos, sintiendo una sed tremenda así que rodé sobre mi espalda hasta salir de debajo del burro y me incorporé. De mi vagina y mi culo se chorreaba el semen animal, empapando las medias marrones que tenía y llenándome las botas. Ya no tenía muchas fuerzas y lo mojada que estaba podía hacerme mal por el frío, pero necesitaba algo más.

Le metí el electro eyaculador a uno de mis caballitos. Soy una experta en ello, pues como soy criadora de animales... (en realidad soy una experta en secar a mis caballitos para placer mío). Le puse una bolsa de látex a su pija semi erecta para que se vaciara allí. Accioné el electro eyaculador dos veces hasta que la bolsa comenzó a llenarse y a ganar peso por esa lechita viscosa y caliente. Puse todo en un jarro y repetí la experiencia con los otros dos caballos hasta que tuve una jarra colmada de semen de caballo. Ahí nomás, me di un trago bien largo, sintiendo como esa exquisitez de semen caía hasta mi estómago. Hacia esto mientras me pajeaba. De pronto, se me ocurrió. Fui hasta la yegua y le abrí la concha bien grande con los dedos de mi mano izquierda, luego, tomando la jarra con mi derecha, le metí el semen mezclado de tres caballos a la yegua hasta que me quedó la mitad de la jarra. Dejé la jarra en el suelo e inmediatamente cerré la concha de la yegua. La empecé a lamer por fuera mientras le mantenía la concha cerrada, haciéndole masajes. Hasta que no aguanté más y le abrí la concha y metí mi boca golosa en su interior. El semen de los caballos comenzó a caer a mi garganta al mismo tiempo que le chupaba la concha a la yegua. Fue genial y hasta que no salió todo el semen no dejé de chupar. Echo esto, tomé la jarra de semen que tenía a mis pies y la llevé a mi boca, y tomé el semen, me mojé todo el pelo con él, toda la cara, todo el cuerpo, hasta quedar bañada. El último traguito lo acompañé con una paja frenética y así terminé aquella orgía.
Espero que les haya gustado. Esperen el próximo relato que estimo será el último.

 

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