Relatos porno de Fantasias
Relatos eróticos de Fantasias
Hola corazon, ¿ como estas esta noche?
Tengo ganas de estar contigo, de besarte y abrazarte.
Me gustarÃa estar contigo paseando por la playa, cogidos De la mano.
A la orilla de la arena hay unas pequeñas barcas que se alquilan, y acercándonos, a ellas, alquilamos una para poder estar a solas en medio del mar, las olas y la brisa.
Cogemos la barca y nos vamos alejando de la playa, entrando en la mar azul. Donde el sol sé esta escondiendo, dando paso a un bello atardecer ...
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Relatos eróticos de Fantasias
Esto esta rico, muy rico, quiero más sexo
El está ahà sobre la mesa. Esperando a entrar en tÃ, en tu boca. Lo miras con deseo, tienes hambre, mucha hambre... sabes que es una delicia, ese sabor inigualable, sin empalagar... rico, rico. lo agarras entre tus manos, está terso, rÃgido y duro, su forma alargada te exita y esa pequeña curvatura lo hace más atractivo... como a tà te gusta, quizá un poco más blando te desagrade, pero éste es duro. Con dos dedos lo agarras por la ...
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Relatos eróticos de Fantasias
Emulando a Henry
Cada lunes después de cenar, de terminar de recoger un poco la cocina y ordenar la cabeza para el dÃa siguiente se iba a la habitación. HacÃa la obligada parada en el baño y comenzaba la pesada ceremonia de desmaquillarse. Era un acto tan poco reconfortante, tan desolador como recoger adornos de Navidad en febrero. Tanto derroche de color y fantasÃa... ¿para qué?
En los últimos dÃas, en cambio, movÃa el algodón sobre sus mejillas ...
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Relatos eróticos de Fantasias
El Tatuaje
Era de noche. Las cuatro o las cinco de la mañana. Yo volvÃa para mi casa y ella estaba en la parada del autobús. La vi de lejos. Iba vestida de forma estrafalaria. Zapatos de suela alta. Pantalones azul brillante. Camiseta naranja fluorescente. Pelo rubio platino, muy corto. Me miraba.
Cuando estaba a cinco metros de ella me sacó la lengua. Yo podÃa haber pasado de ella, desde luego, pero no lo hice. Al contrario, me acerqué más. Me ...
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El discreto encanto de las horas punta
HacÃa mucho, mucho calor. Cuando sudaba tanto, mi sexo olÃa siempre de una forma especial; aunque acabara de salir de la ducha. OlÃa a almizcle, a hendidura salada en la piel, una sal casi dulce brotando entre rizados pelos desde poros recónditos, zumo de mi cuerpo, una humedad Ãntima y penetrante que excitaba mi deseo. Me gustaba olerme cuando estaba solo en casa y el bochorno se cerraba sobre la ciudad. Hubiera querido poder abrir mi ...
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