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Descubierto por el zapatero de mi calle, mientras me daban por el culo, parte 2.

Mientras mi vecino el zapatero esperaba a mi lado, después de haberme descubierto siendo follado a la vez por el viejo y el maduro, allí debajo del viaducto estando totalmente en pelotas, con una polla dándome por el culo y otra follándome la boca, yo muerto de vergüenza, con la cara enrojecida, y un empalme de campeonato, al no haberme podido correr cuando me habían follado el viejo y el maduro, a la vez que me iba vistiendo, miraba de reojo ...
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Descubierto por el zapatero de mi calle, mientras me daban por el culo.

Cuando uno es jovencito, lo que más le aterra, es ser descubierto por algún vecino, familiar o conocido, que descubra tu gran secreto, que te gustan los hombres y disfrutas dándoles el culo y ser follado, al menos ese era mi mayor terror. Y claro que en alguna ocasión eso ocurre, y seguirá ocurriendo. Ya me habían descubierto alguna que otra persona hacía tiempo, pero siempre habían sido jovencitos de mi edad, que, al descubrirnos ...
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Acudiendo al edificio donde me esperaba el portero en la conserjería.

Dios, el cabrón ya estaba caliente a más no poder. Le notaba el bulto de su entrepierna duro e hinchado, restregándose por mi culo, mientras me lamía y mordisqueaba el cuello, a la vez que con sus manos me empezaba a desabotonar la camisa que llevaba. Como había quedado, al día siguiente de haber dejado los libros de cocina gallega-asturiana al portero del edificio de la calle Alfonso Molina, para que pudiera ofrecérselos a los ...
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Sodomizado de nuevo por el portero del edificio

Hacía unas semanas que ayudaba a vender libros de cocina a un amigo, me daba una pequeña comisión por cada libro que le vendía. Además de esa manera andaba entretenido, ya que no tenía trabajo, y si vendía algún libro, pues era una pequeña ayuda para los pequeños vicios que tenía. La venta por supuesto se realizaba puerta por puerta, por lo que había que entrar a los edificios, e ir piso por piso, ofreciendo el libro, que era de cocina ...
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Insistió e insistió, hasta que consiguió hacerme suyo.

al tocar aquel bulto, quedé sorprendido y asustado de la verga que tenía sobre mis manos. Dios, tenía la verga tan pero que tan gruesa, que me dio miedo. Aquella verga si conseguía entrar en mi culo, me iba dejar reventado, era como si te meten el puño en el culo. Se llamaba Felipe, según me habían contado, era abogado y trabajaba o había trabajado en un organismo público de la ciudad (La Coruña). Si yo por aquel entonces tenía ...
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